Ya hemos dicho que a lo largo de la historia de la humanidad, la forma en que se organizan los hombres para producir sus bienes de consumo determinó las relaciones que se establecieron en cada etapa de la sociedad. Tres formas de organización han precedido a la época actual capitalista: la comunidad primitiva, esclavismo y sistema servil o feudalismo. En la comunidad primitiva todos participan en la producción y la distribución era equitativa; ya en el esclavismo al existir la propiedad privada, el amo era el dueño de los medios de producción incluidas las personas sometidas a condiciones de esclavitud y en el feudalismo, el siervo estaba obligado a trabajar en la hacienda del terrateniente a cambio de una pequeña parcela donde sembraba, pero sometido a las peores vejaciones.
En la actual etapa capitalista, el obrero debe vender su fuerza de trabajo al dueño de los medios para producir, quien lo emplea en la fabricación de productos que se ponen a la venta en el mercado, para quienes tengan dinero para adquirirlos. Ya todo es una mercancía, al alcance de quien pueda comprarla. Se ofertan el vestido, la comida, la salud, la vivienda y muchas cosas más. ¿y qué pasa con la educación? Pues también se tiene que comprar. Muy apretadamente veamos su desenvolvimiento igualmente a lo largo de las diferentes etapas sociales:
En una sociedad sin clases, los fines de la educación derivan de la estructura homogénea del ambiente social, se identifican con los intereses comunes del grupo y se realizan igualitariamente en todos sus miembros de manera espontánea e integral. La educación como una función espontánea de la sociedad deja de serlo en cuanto la comunidad primitiva se fue transformando lentamente en sociedad dirigida en clases. Es decir, la aparición de “administradores”, “ejecutores” no hubiera conducido a la formación de las clases tal como hoy las conocemos si no aparecieran las modificaciones en la técnica (domesticación de animales y la aplicación de la Agricultura) como auxiliares del hombre y comenzó a aparecer un excedente productivo que es utilizado para el intercambio.
Ante esta transformación de la Comunidad primitiva se fundaba en la propiedad común, en los vínculos de sangre; en la sociedad que comenzó a dividirse en clases, la propiedad se hizo privada y los vínculos de sangre retrocedieron ante el poder del hombre sobre el hombre. Las familias “organizadoras” educaron a sus parientes en sus funciones y defendían celosamente sus secretos. Para los desposeídos el saber del vulgo; para los poseedores, el saber de iniciación.
En la sociedad esclavista, la educación pierde la naturaleza homogénea. Con la división impera la opresión y la educación se convierte privilegiado para la clase dominante, o para los hijos de los esclavos únicamente como lo fue con los incas, por ejemplo, la clase dirigente de los incas Túpac Yupanqui decía que no es lícito que se enseñe a los hijos de los plebeyos las ciencias que pertenecen a los nobles para que así, las gentes bajas no se eleven y ensoberbezcaN y menoscaben y apoquen la república. En la sociedad feudal, la educación queda relegada y sólo se estudia lo referente a Dios, convirtiéndose en el centro y meta de la vida del hombre. Sólo reciben educación los miembros del clero, los cuales tienen acceso tanto a lo religioso como a los demás conocimientos culturales.
Ya en la edad moderna el avance en la educación se elevó por el desarrollo de las fuerzas productivas. Por la decadencia del poder feudal. Por el surgimiento de grandes movimientos ideológicos culturales como el Renacimiento y el movimiento de Reforma. Con algunas características como el avance del libre pensamiento (predomina la razón y no la fe). Desarrollo del individualismo, espíritu creativo y crítico. Ante la creciente actividad mercantil y comercial, surgieron nuevos grupos sociales: la burguesía y el proletariado. En el renacimiento y humanismo se logra conseguir la disciplina que predomina junto con la razón. La educación moderna, encierra en sus aportes significativos un cúmulo de características elementales que lo distingue de los anteriores periodos en cuanto respecta a la educación. Así sólo para nombrar e inquirir una característica elemental, la de el: “Uso de la razón en lugar de la fe”.
Después de este apretado recorrido, vemos actualmente que la educación sigue siendo una herramienta utilizada de la mejor manera por la clase en el poder, que esta educación se deteriora cada vez más de acuerdo con los intereses de los gobernantes y los poderosos en el poder, que en los hechos no se cumple lo establecido en el artículo tercero constitucional que a la letra dice: “Toda persona tiene derecho a la educación. El Estado -Federación, Estados, Ciudad de México y Municipios- impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior. La educación inicial, preescolar, primaria y secundaria conforman la educación básica; ésta y la media superior serán obligatorias, la educación superior lo será en términos de la fracción X del presente artículo. La educación inicial es un derecho de la niñez y será responsabilidad del Estado concientizar sobre su importancia. Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica”.
¿Garantiza la actual administración federal este precepto? Está claro que ¡no!
Las cifras oficiales sobre la educación en México han sido seriamente cuestionadas, vemos como se profundiza el deterioro de la educación sin que hasta el momento no se responda y se vea por dónde salir del problema que enfrenta en este rubro nuestro país.
La 4T se apresura a borrar de golpe los avances logrados en materia económica, política, social, científica y educativa en las dos últimas décadas. Los jóvenes sufren el impacto de los problemas sociales actuales y para López Obrador la ciencia, el arte y la educación no están en su agenda. A casi el final de su gobierno, no se ha presentado un diagnóstico serio del sistema educativo, tampoco hemos visto un plan que contribuya a contener la degradación social acelerada que vemos por todos lados. Sabemos en cambio los malos resultados que tiene nuestro país en matemáticas, español y otras disciplinas evaluadas a nivel global. Deficiente infraestructura, insuficiente oferta educativa y personal docente, los programas y planes de estudio no responden a las demandas actuales: en la educación media superior sólo se tiene una unidad escolar por cada dos mil jóvenes; el 25 por ciento de las plantillas docentes en primaria y secundaria están incompletas, en promedio hay 34 alumnos por cada profesor en la educación secundaria (la media para los países de la OCDE es 13 por cada docente); dos de cada 10 alumnos de educación básica no cuentan con mobiliario básico, la cifra se dispara a siete de cada 10 en preparatoria. En la educación primaria, sólo cuatro de cada 10 escuelas cuentan con computadoras e internet para alumnos; tres de cada 100 instituciones de todos los niveles no tiene sanitarios y el 97 por ciento de las escuelas tienen carencias de infraestructura de algún tipo; alrededor de 1.4 millones de niños y jóvenes en edad estudiantil invierten tiempo y dinero excesivos de traslado a sus instituciones; en la educación primaria indígena hay 21.8 alumnos por cada docente; en las comunidades rurales 6 de cada 10 jóvenes de 15 a 17 años se encuentra viviendo aislados y sin escuelas cercanas; a escala nacional tres de cada 10 alumnos abandona los estudios por falta de dinero; en todos los niveles 33.9 por ciento de los estudiantes tiene conocimientos insuficientes en lectura y comunicación y la lista sigue.
Frente a este tétrico panorama, y la marcada brecha entre ricos y pobres que acentúa la desigualdad social y la igualdad de oportunidades en todos los rubros, y la educación no escapa a esta situación. Entre el estudiantado mexicano, debemos levantar la voz para exigir al Gobierno Federal que el tema educativo se atienda. Pero en general, urge un pueblo culto, conocedor, preparado, consciente de la realidad, que sepa discernir y que sea consciente de sus derechos y de la forma más eficaz de conquistarlos. De otra forma, algunos podrán seguir vendiendo y regalando su voto, nuevamente, al mismo gobierno que tiene al país sumido en más miseria. Pero para cambiar esta terrible realidad, debe cambiar la forma en la que está organizada la sociedad mexicana, pero esto solo puede ser obra de una gran fuerza social que instrumente un nuevo modelo económico que garantice la atención de todos los rubros dentro de ellos la educación. Tarea impostergable en la que debemos ocuparnos. Vale.
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