Cuando marchite tus galanas flores
el que es de la beldad fiero enemigo,
y en vano pidas protección y abrigo
a los que fueron, Lelia, tus amores;
cuando todos te olviden; cuando llores
en triste soledad, sin un amigo
que de tu dura pena al ser testigo
anhele disipar tus sinsabores,
entonces, Lelia, ven; conserva el pecho
puro el afecto del recuerdo santo
y olvida tu pasado desvarío.
Entonces, Lelia, ven; mi hogar estrecho
contigo partiré, que no lo es tanto,
que en él no quepan tu dolor y el mío.