MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

A propósito del movimiento estudiantil del 68

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Han pasado ya 54 años de uno de los acontecimientos que cimbraron la historia de la lucha estudiantil en México. El movimiento del 68 tuvo dos características muy particulares y esenciales, determinadas, por supuesto, por la coyuntura social, económica y política nacional e internacional de aquella época, la primera fue su nacimiento espontáneo, debido al errado pensamiento de los movimientos socialistas que se dieron en México de que eran los estudiantes quienes serían los sembradores de conciencias en las masas populares, pero actuando y trabajando como un sector independiente.

La segunda, es consecuencia de la primera y es que no tenían demandas sólidas. Demandaban que se pusiera freno al autoritarismo imperante, pero no profundizaban en los verdaderos problemas del país.

Recordemos que en 1941, el entonces presidente de la república, Manuel Ávila Camacho, envió al congreso la propuesta de aprobar el delito de disolución social en el artículo 145 del Código Penal Federal que decía: “Se aplicará prisión de dos a seis años al extranjero o nacional mexicano que, en forma hablada o escrita…, realice propaganda política entre extranjeros o entre nacionales mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de acción que perturben el orden público o afecten a la soberanía del Estado mexicano…”.

En los hechos, este artículo se utilizaba para reprimir y encarcelar a los disidentes políticos, académicos, intelectuales que impulsaron la liberación de los trabajadores frente al Estado y cuestionaron el orden priista. Pero al suprimirse, los afectados directos no eran la masa de trabajadores, era un problema que afectaba más directamente a la clase media alta, intelectuales alejados de las masas, a algunos dirigentes obreros y populares por supuesto, pero no a la masa trabajadora mexicana.

De esta forma, el movimiento se convirtió en la representación de la clase pequeñoburguesa, de grupos intelectuales, de sectores de clase media alta y precisamente por esto es por lo que no enarbolan ninguna demanda que dinamite la base económica sobre la cual descansan todos los problemas sociales y políticos de nuestro país.

Las masas populares y trabajadoras de nuestro país han estado desde hace ya varias décadas, olvidadas y afectadas por el sistema económico y político dominantes, y la necesidad de que exista una organización que defienda realmente los intereses de este sector de la población nace desde el momento en que nace la explotación del hombre por el hombre. Pero la historia de los movimientos sociales en México ha demostrado que el pueblo no ha logrado formar un ente que organice en la teoría, en la táctica, estratégicamente y en la práctica un verdadero movimiento que revolucione basalmente la situación de lacerante pobreza e injusticia en nuestro país.

Se han formado, así como la lucha estudiantil, muchas organizaciones y movilizaciones que, alzando simbólicamente las ideas marxistas, leninistas, maoístas, trotskistas, pretenden edificar un mundo nuevo a la medida de las masas populares que sufren, en carne propia, las injusticias cometidas por los gobiernos y el neoliberalismo, pero precisamente es la falta de comprensión, de estudio y lectura de la realidad, la falta de conocimiento de las causas verdaderas de la putrefacción social lo que los ha imposibilitado izar la verdadera bandera de lucha de las masas trabajadoras que los eleven y lleven a mejores rumbos.

En efecto, el Movimiento de 1968 es un hito en la historia de México, promovió la democracia mexicana, impulsó la libertad de manifestación, de prensa, fue la manifestación de problemas agudos relacionados con la forma de repartición de la riqueza nacional, creando gran inconformidad social. Pero se quedó en lo político y no tocó el verdadero fondo del problema.

Seguramente hay mucha gente que, creyendo en las palabras del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quiere y cree que un cambio verdadero se puede dar, y que cansados de injusticias cree que las palabras del mandatario son el cambio que necesitábamos.

En efecto, cualquiera que se diga enemigo de los enemigos del pueblo podría parecer aliado del mismo pueblo, pero se equivocan quienes creen que con el actual presidente vivimos el cambio que tanto necesitaba el pueblo mexicano. Al igual que los errores que han tenido muchos que se dicen defensores del pueblo y que divagan solo en la esfera de la idea, la moral y el deseo, sin aterrizar en la realidad material, sin realizar un estudio científico de las causas de los problemas de los trabajadores, caen en discursos huecos y palabrería pura y los transforma así en otros enemigos del pueblo, pero enmascarados, como lobos con piel de borregos.

Urge una organización con la que los estudiantes no se excluyan de los problemas del pueblo que les da la oportunidad de estudiar, que luchen a lado de sus semejantes y dediquen sus conocimientos por su liberación, urge la unidad del pueblo mexicano como un solo hombre y un solo ideal.

Urge, amable lector, un movimiento que realmente luche defendiendo los intereses del pueblo trabajador, uno que no nazca al fragor del momento, que no sea improvisado, que tenga unidad ideológica y de acción, que mediante un minucioso estudio de la realidad nacional e internacional sepa identificar la base de las injusticias sociales que mantienen a nuestro país hundido en una profunda pobreza económica y mental.

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