Para todos es sabido que el 10 de abril se lleva a cabo la revocación de mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO); según los seguidores del gobierno de la 4T, esta consulta es la expresión máxima de la democracia participativa en México.
De inicio diré que por las diversas formas en las que el gobierno ha manejado el asunto, desde que la Cámara de Diputados decide reducir el presupuesto al Instituto Nacional Electora (INE), el interés maniático por parte de los seguidores de López Obrador porque la ciudadanía participe en la votación, es evidente que el fin de la encuesta no es darle la oportunidad al pueblo de México de elegir quitar o dejar a sus gobernantes, si no seguir haciendo política clientelar a favor de AMLO.
Por eso abunda la difusión por volante, mesas de recepción de firmas, por medio de asambleas y redes sociales, y para colmar el vaso, la vasta cantidad de inconsistencias de fraude con documentos ajenos, simulación de apoyos y suplantación de voluntades. Todo esto y la demagogia con que han dado a conocer la importancia democrática que tiene para ellos la consulta.
El quitar presupuesto para algunas instituciones de la democracia, de salud, de ambientación y mantenimiento de áreas patrimoniales, la eliminación de muchos programas sociales sin suplirlos por algo parecido o mejor, la crítica y linchamiento público de la prensa nacional y de las organizaciones sociales, en descaro se habla de lo bien que manejaron la pandemia, el decir que México es feliz, la entrega de dinero directamente a manos del pueblo, son políticas mediáticas, clientelares y de compra de conciencias, para precisamente este tipo de ejercicios como la revocación de mandato.
Desde el arranque de la organización de la consulta para la revocación del mandato, Morena y sus partidarios iniciaron un proceso demasiado sospechoso, con claros indicios de una trampa política tendida a los votantes para conseguir propósitos distintos, o quizá opuestos, a los que públicamente confiesan.
Para esto, los diputados de Morena, que son mayoría en el Congreso federal, aprobaron el recorte de recursos en el Presupuesto de Egresos de la Federación, con lo que el INE dejó de recibir cerca de cinco mil millones de pesos, a pesar de que tenía que organizar la revocación de mandato y la elección de seis gobernadores el primer domingo de junio.
Para instalar 57 mil casillas en todo el país, los mexicanos deberán gastar mil 692 millones de pesos, porque colocar una casilla costará casi 30 mil pesos.
A estas alturas se ha documentado el uso electorero y clientelar de los programas sociales, dando cuenta de que los beneficiarios reciben llamadas condicionándolos a que, si no acuden a votar el próximo 10 de abril, les retirarán las ayudas sociales. Con esta amenaza, con la propaganda ilegal, llena de mentiras e incongruencias, ante el chantaje obsceno a la gente que recibe una pensión que se pagan con su propio dinero, la consulta no es un ejercicio de libertad democrática, es una burla a la inteligencia elemental del pueblo mexicano.
Los invito este 10 de abril a abstenerse de participar en un capítulo más del melodrama de López Obrador por un lugar en la historia, tomemos al país en nuestras manos y, con todo lo que tengamos al alcance, defendamos la verdad y nuestro futuro.
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