El agua se ha convertido en una mercancía sometida a las leyes del mercado, al alcance de quienes pueden pagarla: abundancia para las minorías con residencias, ranchos o grandes empresas y escasez para las inmensas mayorías en zonas populares marginadas.
Se ha creado la falsa impresión de que todos somos responsables de la crisis hídrica, cuando en realidad el problema radica en el reparto desigual e injusto del vital líquido, donde el interés empresarial prevalece.
Es fundamental vigilar el consumo y el pago de las empresas que acaparan el 68 % del agua, pues sin una regulación efectiva, la crisis hídrica seguirá afectando a quienes menos tienen.
Unos pocos disponen y consumen grandes cantidades sin pagar lo que deberían, mientras que el exceso de consumo por parte de embotelladoras, grandes campos agrícolas y negocios comerciales está acelerando la escasez más rápido de lo previsto.
En los últimos cinco años, la falta de lluvias en la región noroeste del país ha reducido drásticamente el agua en mantos acuíferos, embalses, represas y ríos superficiales. Sonora enfrenta una sequía moderada y extrema en el 100 % de su territorio: las presas en Hermosillo están al 4 % de su capacidad, el 85 % de los municipios presentan sequía extrema y cuatro presas están completamente secas.
Ante este escenario crítico, es imprescindible que quienes más consumen asuman su responsabilidad y que los organismos municipales y estatales vigilen el uso racional del agua.
Se deben impulsar campañas de concientización, reducir el consumo en los hogares y fomentar la reutilización de aguas grises provenientes de regaderas, lavabos y lavadoras. Cuidar el agua es una obligación de todos, pero principalmente de quienes más la utilizan y menos pagan por ella.
Un dato revelador, expuesto por la investigadora Martha Patricia, demuestra que 31 empresas en Hermosillo controlan el 68 % del agua y obtienen ganancias de más de 900 millones de dólares al año.
Esta situación se repite a nivel estatal y nacional. ¿Qué hacen estas grandes empresas, que consumen millones de metros cúbicos de agua al año, para frenar la crisis hídrica? Podemos afirmar que nada.
Siendo el sector que más agua utiliza, deberían pagar más por el vital líquido y aplicar medidas efectivas de ahorro en cada una de sus empresas, instalando plantas tratadoras y reutilizando el agua. Sin embargo, hasta ahora no lo hacen o son muy pocas las que han tomado acciones.
La sequía afecta tanto a la ciudad como a toda la entidad, un problema que seguirá agravándose aun con las acciones implementadas por los gobiernos en las últimas décadas y por las administraciones actuales.
Se han anunciado avances del Plan Hídrico Sonora, destinando 17 mil 707 millones de pesos para construir infraestructura que garantice el abasto de agua en varios municipios. Se inició la obra del bypass que permitirá trasladar agua del sur al norte de la capital sonorense con una capacidad de 800 litros por segundo, se han construido 78 pozos en diversos puntos del estado, se perforaron 35 pozos para abastecimiento de agua potable, se rehabilitaron dieciocho pozos y se equiparon trece más.
Además, se compraron ocho pipas para distribuir agua potable en colonias sin red hidráulica y se instaló equipo de bombeo en el acueducto Independencia.
Por su parte, el Ayuntamiento de Hermosillo implementó el programa CUIDA para hacer frente a la sequía y mejorar la disponibilidad del agua en la capital. Este plan incluye la renta de derechos de agua, la perforación de pozos, la construcción de una nueva planta de tratamiento, la entrega de tinacos y la inversión en infraestructura hidráulica. Sin embargo, estas acciones sólo ofrecen soluciones temporales.
Al ritmo actual de sobreexplotación de los mantos acuíferos, no habrá recurso que alcance ni acciones gubernamentales suficientes para resolver este gravísimo problema.
Se requiere una planificación profunda e integral que involucre a todos los sectores sociales, además de una revisión y rehabilitación de toda la red hidráulica y los equipos de tratamiento de aguas residuales. Es fundamental vigilar el consumo y el pago de las empresas que acaparan el 68 % del agua.
Podemos concluir que la desigualdad material del sistema económico actual también se refleja en la distribución del agua. En pleno siglo XXI, miles de familias aún no cuentan con acceso al vital líquido a través de una red de abastecimiento.
Urge un cambio estructural con una visión más justa y equitativa, enfocada en beneficiar a las mayorías. Para lograrlo, se necesita la participación ciudadana de manera organizada y a largo plazo.
Mientras tanto, es imprescindible una política integral que involucre a todos los actores sociales y económicos antes de que sea demasiado tarde.
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