MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Alto a las amenazas contra las madres buscadoras

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Las denuncias de la madre buscadora de Sonora, Cecilia Flores, de que su vida ha sido constantemente amenazada, deben de ser tomadas muy en cuenta por las autoridades, tanto del estado como de la federación, y proceder, sin pérdida de tiempo, a su protección.

Desde estas páginas, queremos expresar nuestra solidaridad con la madre buscadora de sus hijos y nuestra preocupación de que otro horrendo asesinato pueda ocurrir, ahora en su persona y, por tanto, de que continúe extendiéndose este cáncer del crimen sobre nuestro pueblo. ¡Ya basta, no lastimen a Ceci Flores! Rechazamos toda la violencia que lastima a la gente sencilla y que sobre todo se ensaña sobre los más humildes y proletarios.

El único delito de doña Ceci, si así pudiera definirse, es buscar el descanso para los despojos de sus hijos, regresarlos a su casa y darles cristiana sepultura y por eso ha sido varias veces amenazada, ¡por actuar como una madre! ¡Pero qué bestias inhumanas pueden oponerse a ello! Las amenazas son prueba de que algo muy podrido existe en nuestra patria y nos está contaminando a todos. Estamos seguros de que las autoridades responsables cuentan con el sistema de inteligencia suficiente para dar con quienes así amenazan y detener las agresiones que la señora Cecilia ha recibido.

Su última denuncia, aparecida en su cuenta de Twitter @CeciPatriciaF, fue del tenor siguiente: “Me han enviado fotografías de personas siendo torturadas y descuartizadas diciéndome que así puedo terminar yo… Tengo miedo, pero tengo más miedo de irme de este mundo sin encontrar a mis hijos por lo cual exijo al estado que se investigue sobre las amenazas que recibo día a día”. En otras palabras, no se rendirá y, por tanto, las amenazas adquieren mayor relevancia.

Las mamás buscadoras requieren, más que de una pala y una cubeta de plástico para sacar tierra y piedras, de una estructura social y de un estado solidario en verdad, no de palabra, que ponga toda la estructura estatal al servicio de la mayoría y actúe eficazmente contra quienes tienen por norma reprimir y desorganizar toda resistencia a sus negros intereses y, en medida última, matar para hacerse de poder económico y político o continuar en él.

Pero, para no depender de esperanzas vanas e ilusiones, las madres buscadoras, dicho sea, con toda franqueza, también necesitan de una verdadera organización independiente y suficientemente fuerte, a nivel nacional y estatal, que les dé cohesión y fuerza, que multiplique su voz individual en una estentórea voz nacional, capaz de actuar con la prontitud que requiere salvar vidas. Mientras tanto, cuentan con la voz solidaria de Antorcha.

Ha fracasado la política de “abrazos, no balazos”, eso está muy claro, y los que pagamos los daños de esta política de impunidad oficial somos los ciudadanos comunes; tal es el caso de nuestros compañeros Conrado Hernández Domínguez, su esposa Mercedes Martínez Martínez y el pequeño hijo de ambos, quienes fueron arteramente asesinados el pasado 12 de abril y hasta la fecha, a casi 50 días del crimen, nada se sabe de los criminales.

La autoridad no funciona, o no quiere funcionar, a pesar de que cuenta con todo lo necesario para hacerlo. Es de escándalo la impunidad y la confianza que nuestras fuerzas armadas y policiales brindan a los grupos violentos, protección que en algunos lugares ha sido evidenciada haciéndonos sentir vergüenza por tan viles comportamientos. Y a la hora en que los ciudadanos de bien requieren de la autoridad se hace “ojo de hormiga”. Pues no queremos que eso pase con la señora Cecilia; ni con ella ni con nadie más. Pero ahora se trata del caso de la señora Flores y en concreto pedimos se le proteja y se respete su vida y su integridad física y mental.

Las madres buscadoras han comprobado en muchas ocasiones la abulia oficial, la omisión casi cómplice de las autoridades responsables, el abandono desquiciante de los campos regados de huesos hasta hacernos sentir la más terrible desazón y falta de confianza en que algún día funcionarán bien este tipo de autoridades. Muy similares experiencias han pasado muchos ciudadanos, incluidos nosotros.

Las raíces de nuestro dolor son comunes, las causas son comunes, las soluciones son comunes. La irresponsabilidad y el deseo de no castigar a los criminales por parte de las autoridades nos ponen en peligro a todos… y nos mata. En los hechos vemos una renuncia de los gobiernos a aplicar el derecho y la estructura judicial que ya se tiene, que este país ha construido a través de guerras y de luchas sociales que han durado décadas y que hoy se quieren abandonar para dejar al pueblo indefenso. Es la misma renuncia oficial que vemos en el caso de las madres buscadoras no sólo de Sonora, sino de todo el país.

Mientras no veamos tras las rejas a los culpables verdaderos del asesinato, en Guerrero, de los tres antorchistas, debidamente comprobada su culpabilidad, no tendremos motivo para cambiar estos razonamientos y consideraremos fallida la estrategia pública de seguridad, independientemente de la buena o mala voluntad de algunos funcionarios, de la buena o mala voluntad de periodistas y ciudadanos afectados en general.

Mientras no dejen de suceder las desapariciones, levantones, masacres y todos los males de la inseguridad que nos lastima a los antorchistas tanto como a doña Ceci y a todos los que tienen familiares desaparecidos o asesinados en esta guerra, que no es nuestra, la estrategia será fallida o, Dios no lo quiera, habrá cumplido su propósito de causar el caos, de llevarnos al desgobierno, a propósito, para quitarnos como nación mexicana toda intención de luchar para cambiar.

¿Qué otro propósito puede tener tan brutal desmotivación a una madre buscadora emblemática, si no desmotivarlas a todas? La amenaza a la señora Flores tiene, pues, una razón de ser política y como tal debe ser atendida. Así, pues, hay mucha similitud, porque nosotros afirmamos que a nuestros compañeros los mataron por antorchistas y que por ello mismo no han querido dar con los asesinos. En el fondo es la misma política.

Y una cosa más, ni la señora Cecilia ni nosotros somos parte de esta otra guerra sucia que ensangrienta la patria, sino sus víctimas. En ese sentido, al menos de palabra, a los del Movimiento Antorchista nos da aliento la buena acogida a nuestra demanda de justicia que tuvimos con Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), por parte del Gobierno federal, y de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado y el compromiso solidario de ambas de hacer justicia, quienes se reunieron por separado con parte de nuestra dirigencia nacional para recibir de viva voz nuestros planteamientos.

La realidad, más que los dichos, por muchos y ruidosos que sean, pone finalmente las cosas en su lugar y Antorcha ha sido recibida por ambas funcionarias como lo que es: una organización popular, seria y responsable, no un violento grupo delincuencial dedicado a estafar, chantajear, robar al erario o darles mochadas a los presupuestos nacionales, sino un grupo de mexicanos con el que aquellos que quieran construir desarrollo social pueden ponerse de acuerdo y encontrar en él un aliado seguro.

Ya veremos los resultados en concreto que, esperamos, sean positivos y se dé con el paradero de los asesinos intelectuales y materiales de Conrado, Mercedes y su hijito, sometiéndose al imperio de la ley. Eso es lo que pedimos también para la señora Cecilia y para todas las víctimas de esta otra guerra sucia: el imperio de la ley. Pero si no llega, entonces haremos lo que el profeta árabe: si la montaña no viene a Mahoma, entonces Mahoma va a la montaña.

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