En días pasados, cual Júpiter tonante, el gobernador Miguel Barbosa sentenció en la prensa poblana: "Si Antorcha piensa que nos va a amenazar se equivoca, les digo que el diablo no existe, les digo que a ellos se les va a aparecer la ley, esa sí existe. Hay que temerle a dos entes, a la ley y a Dios". Si usted, amable lector, piensa que el diálogo es digno de una mala película de vaqueros, no lo culpo. El exabrupto de su alteza serenísima se explica por la decisión de más de 40 mil poblanos afiliados al Movimiento Antorchista Poblano (MAP) de defender su derecho a conformar un nuevo partido político que los represente. Luego de que el Instituto Estatal Electoral y su nuevo presidente, el morenista Miguel ángel García Onofre, se negaran con pretextos seudolegales a otorgar el registro al MAP, más de 20 mil poblanos afiliados al MAP salieron a las calles el pasado 6 de febrero de los corrientes para denunciar el atentado que se quiere cometer contra sus derechos políticos, así como la grosera intervención del gobierno del estado en la decisión. La denuncia del MAP y su actitud valiente y decidida desató la cólera del gobernador, a tal grado que ha amenazado, de forma velada y abierta, con meter a la cárcel a los principales líderes del antorchismo en Puebla, si continúan con sus protestas y no se pliegan a los deseos de "su Majestad" Barbosa.
A medida que la política se vuelve más compleja, resulta más difícil distinguir los intereses económicos y políticos en juego detrás de los distintos actores políticos y de las formas que estos fenómenos toman. Las formas de la política pueden adquirir cierta independencia del contenido, incluso al grado de presentarse formas políticas totalmente contrarias a la naturaleza que representan. No es raro ver a viejos fascistas con careta de demócratas ganar la confianza de los electores o a conocidos "luchadores sociales" moderar su discurso al grado de desdibujar sus viejas banderas izquierdistas.
En épocas de crisis política y social, las máscaras se caen y el contenido y la forma tienden a coincidir. Las masas ven entonces el verdadero rostro de los actores y los intereses que defienden. Al gobernador Miguel Barbosa, como a muchos morenistas, la careta de demócratas y su disfraz de pueblo cada vez se les ve más grotesca. Su naturaleza represiva y antipopular cada vez es más evidente a los ojos de todos los poblanos. El ataque de Barbosa a los antorchistas, sus amenazas de cárcel a nuestros líderes y su intento ilegal de impedir al Movimiento Antorchista ser partido político local, lo exhiben de cuerpo entero en su verdadera estatura moral y política.
Sí es cierto que las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra, como dice el refrán (esto cacareaba el presidente como solución cuasi mágica a la corrupción); lo cierto es que, más que sus prédicas moralizantes al país, lo que ha cundido es su mal ejemplo como gobernante y la prueba está en el gobernador Barbosa. Los antorchistas, por nuestra parte, nos disponemos a seguir el ejemplo de nuestros combativos compañeros poblanos, y en todo el país nos hemos ya aprestado a resistir el embate del aprendiz de tirano que gobierna Puebla. En todo el país se llevará a cabo una campaña de denuncia en las calles y en las redes sociales ante tamaña injusticia, para que el pueblo mexicano sepa la clase de tiranos que nos gobiernan y cómo se las gastan. Tomamos en serio las amenazas contra nuestros compañeros, pero estén seguros de que nuestros dirigentes cuentan con la confianza y el cariño de miles de mexicanos dispuestos a defenderlos tope a donde tope. Que conste.
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