Escribí estas líneas en vísperas de la celebración de la primera edición de la Muestra Nacional de Declamación Infantil, organizada por la Comisión Nacional Cultural del Movimiento Antorchista, que presiden nuestros queridos y muy talentosos compañeros, el ingeniero Juan Manuel Celis Aguirre y la doctora Soraya Córdova Morán, integrantes del Comité Ejecutivo Nacional, de la Dirección Nacional y del Comité Estatal en Puebla de la organización de los pobres de la ciudad y el campo, Antorcha Revolucionaria. Dicho evento se llevó a cabo a través de la página en Facebook y el canal de YouTube de la organización y no en forma presencial, por la pandemia que agobia a todo el mundo. Ante ello, dadas las agradables y educadoras experiencias que nos ha dejado dicha comisión, a través de numerosas realizaciones artísticas y culturales, la Muestra fue todo un éxito.
En Antorcha se cultiva el arte como una herramienta insustituible para formar, desde ahora al hombre nuevo. Ciertamente, el hombre es producto de sus circunstancias, de sus condiciones materiales, en consecuencia, pudiera decirse que para formar al hombre nuevo se requieren condiciones económicas, sociales y políticas nuevas, es decir, un nuevo modo de producción; sin embargo, en nuestra organización sostenemos que, si bien es cierto la estructura económica de la sociedad, el modo de producción o ser social, es el que determina en última instancia a la superestructura (las formas de la conciencia social, el Estado y el derecho) y, por lo tanto, a un determinado tipo de hombre acorde con el sistema, también es cierto que la relación entre estructura económica y superestructura no es tan simple ni unilateral. No es solo que la estructura económica influya sobre la superestructura; una vez que brota el modo de producción y éste crea a su superestructura, ésta comienza a influir también sobre la estructura. Un cambio verdadero en el modo de producción, requiere que sus contradicciones internas se desarrollen hasta sus últimas consecuencias, pero este movimiento también se refleja en la superestructura; estas contradicciones también se manifiestan en que, en el plano de las formas de la conciencia social, se van desarrollando conscientemente, hombres y mujeres con una filosofía, una ética, un arte, una ciencia, capaces de reflejar ese movimiento, independizándose, con ello, de las viejas concepciones del mundo, se va formando una ideología que, al reflejar científicamente la realidad, plantea la necesidad de cambiar al mundo. En el seno del modo de producción que se está desarrollando, brotan en algunos ciudadanos las nuevas formas de la conciencia social que se anticipan al advenimiento de un nuevo mundo y que reclaman y pugnan por la transformación social. Así, por poner un ejemplo, en el feudalismo, al principio y durante mucho tiempo (todo el periodo de la Edad Media), imperó la ideología de los grandes terratenientes en Europa que se correspondía con ese modo de producción; pero, debido al desarrollo y ulterior descomposición del feudalismo, en su propio seno nació la clase social revolucionaria en ese tiempo, la burguesía, portadora de una nueva concepción del mundo, de una nueva ideología también revolucionaria; clase social que, armada de su nueva ideología y de su propia organización, y utilizando a las grandes masas populares de la época, campesinos, obreros, pequeños comerciantes, artesanos, etc., hicieron una revolución que trajo como consecuencia el cambio del predominio del modo de producción feudal al predominio del modo de producción capitalista.
En Antorcha se están formando los ciudadanos portadores de una nueva ideología, que refleja fielmente, las condiciones económicas, sociales y políticas de la patria y del mundo; que, en consecuencia, demuestra la necesidad de una transformación social, radical, a fondo, que reclama la construcción de una patria nueva, poderosa económicamente, pero justa y generosa con sus hijos; para forjar esa patria, desde ahora se requieren hombres y mujeres conscientes, dispuestos, sacrificados, cultos, tolerantes, solidarios, trabajadores, sensibles, desprendidos; se requieren pues, desde ya, hombres nuevos. Para lograrlo, se necesita, entre otras cosas, que el mayor número de ciudadanos posibles conozcamos siquiera en lo fundamental toda la cultura acumulada a lo largo de su historia, se necesita que nos eduquemos y nos instruyamos en filosofía, en las artes, en la ciencia, etc., y se requiere, además, que hagamos práctica social, tratando de transformar nuestro entorno y nuestra patria.
Con esta Primera Muestra, la Comisión Nacional Cultural y todos los estatales participantes, contribuirán con seguridad a este gran objetivo del antorchismo nacional que es formar al hombre nuevo en México, a través, en este caso, de los niños, en los que mejor temprano que tarde hay que invertir todos nuestros esfuerzos para que abreven de todos los aspectos de la cultura humana, como lo es la poesía que es, tanto el reflejo subliminal del alma como de la realidad externa al hombre, arma transformadora de él y del mundo. Además, es para los espectadores una bocanada de aire fresco en estos siniestros tiempos de la 4T que nos ha tocado vivir. Enhorabuena.
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