Aunque parece fácil para quien vea las cosas superficialmente, 47 años transcurridos pueden verse con ligereza, o con mucho respeto dependiendo de qué se hable. Si se quiere indicar que por ese tiempo algún edificio se ha sostenido en pie, todo parece fácil, pero si en cambio se trata de promover o impulsar procesos sociales complejos, llenos de enormes obstáculos de toda índole, de intereses en contra, de adversarios y acechanzas mil, o de lograr, exitosamente, que decenas o cientos de miles de personas adopten nuevas costumbres o se dispongan con entusiasmo a realizar nuevas actividades, entonces el esfuerzo realizado en ese tiempo adquiere una significación mucho mayor e inspira un respeto inmenso.
Este tiempo, 47 años y un poco más, lleva el Movimiento Antorchista promoviendo y haciendo difusión tanto del arte como del deporte en todos los rincones de México. Muy diversas son las actividades que implica esta actividad educativa de Antorcha: las Espartaqueadas culturales y deportivas (Tecomatlán), y hablando de eventos culturales específicos están el Concurso de Coros (Huitzilan de Serdán, Puebla), el Encuentro Nacional de Teatro (San Luis Potosí), el Concurso Nacional de Voces (Pachuca, Hidalgo), el Concurso Nacional de Declamación (Querétaro), y desde hace cinco años, el Concurso de Folclore Internacional (Guelaguetza, Oaxaca).
En este último, los artistas se preparan para presentar montajes de las culturas de otros países, lo que ayuda a conocerlas y a saber también de la historia e identidad de las demás naciones del mundo. Desde hace dos años ya, desafortunadamente por la pandemia, este tipo de eventos han debido realizarse de manera virtual, pero a pesar de todos los avatares, y a veces contra todo pronóstico, el antorchismo se ha dado a la tarea, siempre e incansablemente, de seguir promoviendo el arte.
Esta nueva forma de difusión entraña retos para todos, pues implican dificultades como la tecnología, grabaciones, ediciones, etc., que antes no enfrentábamos; a pesar de todo, existe siempre un ingrediente nunca desaparecido: la pasión y el amor con el que todos los jóvenes hacen gala de su preparación, talento y pasión artística.
El fin de semana pasado, los días 29 y 30 de enero, una vez más fuimos testigos de estos trabajos, fruto de todo ese esfuerzo y esa pasión; pudimos apreciar bailes de países como Perú, Argentina, Panamá, Venezuela y, claro, Colombia, que fue presentado por el Ballet Folclórico del Movimiento Antorchista en Michoacán.
En su escenografía destacaban paisajes naturales, donde pudimos apreciar las olas del mar bailando al mismo ritmo que los danzantes, o cerros donde las hojas y ramas de los árboles se movían cadenciosamente al compás de la música; y escuchamos con verdadero deleite historias narradas a lo largo del baile; así pudimos demostrar, con verdadero orgullo y satisfacción, una vez más, todo lo que es y hace el Movimiento Antorchista.
Cada uno de los montajes que fueron presentados es resultado de horas y horas de ensayo y sacrificio, de meses de colectas y actividades económicas realizadas por los mismos jóvenes para poder cubrir los gastos de vestuario, transporte y alimentación, escenografía. Debieron enfrentar también la tozuda negativa de autoridades insensibles ante la legítima petición de ayuda de los artistas del pueblo que acudían a gobiernos municipales o estatales en busca de alguna forma de apoyo.
Esto es Antorcha: es arte, es esfuerzo, es sacrificio y es, sobre todo, la gran tarea colectiva que nos hemos echado a cuestas. Pero lo que hoy especialmente deseo poner de relieve es que, mientras nuestra organización trabaja y lucha por realizar eventos como este, quienes nos gobiernan y presumen de fomentar el desarrollo del país, reducen presupuestos y ayuda real a la cultura, y se niegan a atender las necesidades del pueblo más humilde.
Para nadie es desconocido que el Gobierno federal actual ha privado a los mexicanos de múltiples derechos, servicios y apoyos de los que antes gozaba: ya no existen guarderías para los hijos de madres solteras, no hay comedores comunitarios, se eliminó en Fonden; el Ramo 23 fue eliminado de tajo, se recortaron las becas del Conacyt, se quitó presupuesto para impulsar el deporte y el arte; en cambio se tira dinero en proyectos inviables e inútiles, que nada aportan en términos de verdadero bienestar social. Todo ha sido sustituido por la vulgar compra de votos de los sectores más humildes de la población.
Hacer cambios dentro de una sociedad depende de varias condiciones que se hallan conectadas; por ejemplo, no se puede pretender que el pueblo disfrute y practique el arte mientras padece hambre, pues obviamente buscará siempre satisfacer primero, como es natural, sus necesidades materiales, antes que las espirituales. Por nuestra parte tenemos muy claro que en el fondo conspira contra el arte el modelo económico y político dominante, cruel e inhumano, que consecuentemente insensibiliza a los seres humanos. No nos sorprende que en un mundo así el hombre se deshumanice. Y para enfrentar este inmenso reto, es que nosotros con toda tenacidad seguimos y seguiremos porfiando en hacer arte, para elevar el espíritu del pueblo y para preparar su conciencia para que se disponga a cambiar la realidad que le aqueja. Estamos consientes de que un hombre que conozca y aprecie el arte será más sensible y podrá sentir las desgracias ajenas como propias, y a partir de ahí unirse a nosotros y luchar por una sociedad más humana y mucho más justa. Nosotros estamos cumpliendo la tarea.
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