Con la llegada de covid-19 a México, la Secretaría de Educación Pública (SEP) tomó la decisión de concluir las clases presenciales a lo largo del país y empezar a trabajar en un modelo de enseñanza que pudiera sustituir al actual de acuerdo a los tiempos tan adversos en que se está viviendo. Este nuevo modelo educativo que la SEP intentó implementar resultó estar plagado de deficiencias que no sólo no facilitaban el aprendizaje sin tener los alumnos que exponerse a contraer el virus, sino que ha sido contraproducente para ellos y los docentes.
El programa llamado "Aprende en casa” no está pensado para alumnos con discapacidad, puesto que incluir lenguaje de señas y subtítulos no es suficiente para su completa inclusión, ceguera, síndrome de down, dislexia, parálisis cerebral y son algunas de las discapacidades que quedan completamente excluidas del programa. Además, se parte de la idea que todos poseen el mismo conocimiento, se cree que todos aprenden al mismo ritmo, no se tomaron en cuenta los hogares homoparentales donde el tutor debe ir a trabajar para obtener ingresos y por tanto no puede ayudar al alumno en su formación. A los niños de preescolar y primaria se les presentan procesos complejos sin ningún tipo de explicación y en cuanto a actividades se pide que realicen una media de 8 o 7 por día, incluyendo las que proponga el profesor.
Tampoco se aborda la problemática que sólo el 44.3% de los hogares cuenta con una computadora, el 39.1% no tiene conexión a Internet lo cual repercute directamente en la relación alumno-profesor. Aunque la SEP asegure que todos los estudiantes cuentan con libro de texto gratuito, esto no asevera nada sin la mediación del profesor pues son materiales de auxilio para los docentes y no a la inversa, en definición, estar pegado a un televisor por 5 horas al día no es ninguna garantía que haya aprendizaje alguno.
Si bien aún no se sabe con certeza la magnitud del daño que la contingencia ha creado en el sector educativo, expertos afirman que se espera un retroceso mínimo de siete años, además falta tomar en cuenta el abandono escolar por la situación económica de las familias, pues se prevé que al menos 800 mil alumnos de tercer año de secundaria no continúen con el siguiente paso de sus estudios, convirtiéndose así en el sector más vulnerable.
Es de suma importancia que se trabaje en un efectivo plan de enseñanza asequible para todos, puesto que en México existe un rezago educativo preocupante, datos del Inegi de censo de población y vivienda 2016 dicen que de los 89.7 millones de personas en edad de 15 años y más en el país, 34.4%, es decir, 30.8 millones se encuentran en situación de rezago educativo, esto es cuando se encuentran entre los 15 y 24 años y no cuentan con escolaridad o la tienen, pero no concluyeron la secundaria.
La situación no ha ido mejorando desde ese año, el censo de población y vivienda que se realizó a principios de 2020 arrojó los siguientes datos: solo el 45.3% de la población en edades de 15 y 24 años asiste a la escuela, de este porcentaje solo el 21.6% representa la educación superior, de este modo, aproximadamente solo el 75% de los jóvenes mexicanos no tendrán una educación completa y la única oportunidad que se les ofrece es pasar a forma parte de la mano de obra barata.
En Antorcha creemos que la educación de calidad es fundamental para el avance productivo de México, por esta razón nuestra organización se ha dado a la tarea desde hace muchos años a crear escuelas y albergues estudiantiles a lo largo de todo el país, se han formado miles de maestros que han decidido dedicar su vida a la formación de jóvenes que en un futuro serán quienes darán forma a una nación más justa, con una mejor calidad de vida, una nación que no sea agresiva con el pobre y amigable con el rico, donde haya oportunidad para el pueblo, para que el hijo del obrero o el campesino tenga la oportunidad de aprender tanto como lo desee.
En este tiempo tan difícil para los jóvenes, los invito a organizarse y exigirle al gobierno mejores condiciones educativas, exigir que se deje de comprar la conciencia de los próximos votantes con el programa "jóvenes construyendo el futuro” y que ese dinero se invierta en ciencia y educación. Es tiempo, pues, de unir fuerzas o de sufrir un atraso educativo del que difícilmente podríamos salir adelante.
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