Los gobiernos de la Cuarta Transformación impuestos por el dedo dictatorial de Andrés Manuel López Obrador han resultado un fracaso total: son pésimos gobernantes, son corruptos, rateros a más no poder, no invierten en obras necesarias para la gente, elevan los niveles de inseguridad en sus estados, elevan el número de homicidios, sus hospitales no curan a la gente, no hacen escuelas, no generan empleos y los salarios son para morirse de hambre, es decir, son gobiernos que incrementan la pobreza de la gente.
Eso nos sucedió con el exgobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, quien cometió errores garrafales desde Casa Aguayo y que nosotros, en esta tribuna, expusimos una por una con detalle durante su mandato, mismo que terminó en diciembre de 2022.
Pues bien. Esta semana en la prensa poblana aparecieron algunas notas que llaman la atención sobre un posible daño patrimonial del gobierno de Miguel Barbosa a las arcas del estado de Puebla, o sea, al dinero de todos los poblanos, por 447.5 millones de pesos.
De acuerdo con el portal contigopuebla.mx, el informe de revisión a la cuenta pública 2022 de la Auditoria Superior de la Federación (ASF) reveló el posible daño patrimonial por los funcionarios de ese gobierno. El mismo informe detalla que las irregularidades superan los mil 093 millones de pesos en el manejo de los recursos públicos desde el gobierno ‘barbosista’, que como todo mundo sabe fue una muy buena copia del gobierno de López Obrador. Mil 093 millones de pesos es mucho dinero, desde luego. ¿Se imagina usted cuánto dinero es? ¿Tiene usted una idea de qué se puede hacer con tanto dinero? Si pavimentar una calle nos costara un millón de pesos o si construir un aula en una escuela nos costara un millón de pesos, por ejemplo, los mil 093 millones de pesos nos alcanzarían para pavimentar 1,093 calles para que decenas de pueblos dejaran de tener caminos de tierra, o para construir 1,093 aulas, lo que implicaría construir unas 110 escuelas completas (con 6 salones más la biblioteca, la dirección, los baños, la sala de cómputo y una cancha); es decir, para construir una escuela primaria en la mitad de los municipios de Puebla.
Son ejemplos en los que el costo puede variar, desde luego, pero que nos sirven para darnos una idea de lo que implican las irregularidades del último año de gobierno de Barbosa.
La nota en la prensa dice lo siguiente: “La Auditoria Superior de la Federación detectó en Puebla 15 anomalías, lo más grave es que en 10 de esas observaciones se presume un probable daño o perjuicio patrimonial al erario, que en total suma 447 millones 514 mil pesos. Las otras cinco irregularidades detectadas son peticiones de solicitudes para aclarar, sin embargo, suman 646.4 millones de pesos”. Será el nuevo gobierno poblano quien deberá responder por estos señalamientos.
¿Pero fue Barbosa el único mal gobernante de Morena? Claro que no. Desde luego que no. Vemos cómo el gobernador de Morena de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, deja a su estado hecho un desastre, sin obras y con crímenes. Vemos como la gobernadora de Morena de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, también protegida de AMLO, ha dejado que el crimen, los homicidios, el tráfico y consumo de drogas, aumenten a niveles desastrosos, o ha dejado a los pobres guerrerenses de la costa sin empleos, sin salarios y sin nada, tras el paso del huracán Otis. Vemos a muchos estados más con gobiernos morenistas que solo van a robarse el dinero del pueblo que prometieron defender. Pero el caso más significativo es el de la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México y ahora candidata a presidente del país, Claudia Sheinbaum Pardo, a quién se le cayó el metro matando a 26 personas, a quien se le murieron cientos de miles durante la pandemia, a quien se le incrementó el crimen debido al descontrol de las mafias locales. Pero ella es la elegida por López Obrador para sucederlo en la presidencia.
La única enseñanza es, nuevamente, que no debemos votar por Morena, porque sus gobiernos han desecho lo poco bueno que había y han logrado que la pobreza, el crimen, la inseguridad y la desigualdad, aumenten a niveles que no habíamos conocido antes.
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