Martí Batres, un porro que hizo carrera en la UNAM por su activismo deshilvanado y radical, llegó a la Secretaría de Gobierno de la CDMX para (a juzgar por los hechos recientes) fungir como el guante duro de Claudia Sheinbaum, el brazo represor de la jefa de Gobierno, el que golpee a la oposición y desmovilice las protestas e inconformidades sociales en la ciudad, camino a las elecciones del 2024.
Y no es que seamos prejuiciosos sobre el “activista” universitario convertido en burócrata, sino que sólo hay que ver los últimos acontecimientos relevantes en nuestra gran ciudad: desde que tomó posesión de su actual puesto, a mediados de julio de este año, la policía, o, mejor dicho, los granaderos de la ciudad (sí, esos que Sheinbaum aseguró demagógicamente que habían desaparecido cuando ella y la 4T llegaron al poder), han lucido constantemente su fuerza bruta.
Aquí los hechos: tan luego como se supo de la inesperada (para Morena, Sheinbaum y López Obrador, claro) derrota electoral de Morena en la ciudad más importante del país, la jefa de gobierno se apresuró a sacar del Senado a este agente porril, con un pasado violento en la UNAM, para ponerlo al frente de la política de la ciudad. Desde entonces, el cuerpo de granaderos (hay que llamarlos por su nombre) han tenido mayor presencia en eventos públicos. Y no es que antes no se lucieran en las calles, sino que ahora lo han hecho de manera más agresiva.
En los últimos 15 días la ciudad ha visto cómo los granaderos vuelven por sus fueros, como en los peores momentos echeverristas.
El pasado 16 de agosto, durante una manifestación pacífica de vecinos de la alcaldía de Tláhuac, que exigían una atención mínima de apoyo para desazolvar sus inundados hogares (sus humildes casas habían sufrido inundaciones por las constantes lluvias), fueron detenidos y enfrentados por el cuerpo policíaco, pues tenían instrucciones de que la manifestación no debía llegar al zócalo capitalino (no se vaya a molestar el señor presidente, que vive en el palacio virreinal, no en una zona boscosa que es Los Pinos). Varios de esos vecinos, entre ellos niños y señoras, resultaron lesionados por las agresiones de la policía. Por supuesto, para estos capitalinos en desgracia no hubo soluciones, ningún apoyo, sólo golpes.
Unos días después, el 30 de agosto, en un intento por ingresar a la Cámara local de diputados (a la cual cualquier ciudadano debería poder asistir si existiese una verdadera democracia), ocho de los nueve alcaldes de oposición electos en la ciudad fueron agredidos por los granaderos, que lucieron de nuevo su fuerza e hirieron a varias personas, incluyendo a la misma alcaldesa electa por Álvaro Obregón, Lía Limón, y a la diputada electa, Tania Larios. Si eso ocurre con funcionarios electos de esa importancia, ¿qué puede esperar un ciudadano de a pie, como tú y como yo, cuando exijamos nuestros derechos?
Anteriormente, este cuerpo aparecía sólo ocasionalmente, sigilosamente, cuidando escrupulosamente la imagen de la jefa de Gobierno. Hoy esa política de discreción policiaca ha desparecido y vemos claramente el “nuevo rumbo” que va tomando: aparentar diálogo mientras se reprime a las manifestaciones de protesta e inconformidad de los capitalinos.
Hoy la oposición oficial de la ciudad ha dialogado con la jefa de gobierno, pero esto apenas empieza. Apenas el 2 de septiembre de 2021, en entrevista con la periodista Sabina Berman, el mismísimo Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado, declaró que Sheinbaum “se encuentra protegida por los duros y radicales” de la supuesta izquierda morenista, Batres entre ellos por supuesto. Que lo diga un personaje tan destacado que pertenece a su propia formación política puede considerarse por sí misma como una declaración de mea culpa.
Ante la total falta de resultados positivos de su gestión, el Gobierno morenista de la ciudad parece estar apostando a disolver y reprimir. Por ello, debemos unirnos y organizarnos para exigir y conseguir que las autoridades capitalinas cumplan con sus deberes para con sus gobernados, sin el garrote policíaco. Los capitalinos nos hemos ganado ese derecho y debemos demostrarlo.
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