Es difícil encontrar en nuestros días a un hombre que viendo su entorno y conociendo su realidad tome la decisión de entregar su tiempo, sus conocimientos, sus comodidades, su vida, para transformar esa misma realidad que a todo mundo consta que es injusta e inequitativa para las grandes mayorías.
En Chiapas, Benito Quezada fue de esos escasos hombres que una vez que conocen el mundo en que viven, sienten la responsabilidad de hacer todo cuanto esté en sus manos para mejorar las condiciones de vida de sus semejantes. Como si estuviera consciente de que sus días estaban contados.
Benito no tenía prisa por dejar huella en la memoria y el corazón de los habitantes de Simojovel y en la de todos los mexicanos que pudimos conocerlo, pero en los escasos cinco meses que duró su paso por tierras chiapanecas, mismos que terminaron trágicamente aquel 23 de diciembre de 1989, logró concretar la lucha que el antorchismo local venía dando, con la introducción de agua potable, luz eléctrica, el drenaje, y la construcción de escuelas y casas de salud para beneficio de barrios como Sharpes, San José Linda Vista y el poblado Nuevo Urbano.
Pero no solo eso, también puso a funcionar una modesta tienda de abarrotes para el sostenimiento de su trabajo y el de sus compañeros, que al igual que él, se encontraban realizando su actividad política lejos del hogar paterno, porque como todo antorchista que abraza la lucha de los más desprotegidos, se mantuvo firme en el municipio de Simojovel de Allende, defendiendo su causa.
Ante todos los problemas y el panorama difícil de la zona, Benito Quezada se reunía periódicamente con cada uno de los grupos organizados, les informaba del avance de las gestiones y, en caso de enfrentarse con la negativa de las autoridades como a menudo sucede, sometía a asamblea la decisión de presionar con todos los recursos que la ley permite, hasta ver coronados sus esfuerzos mediante la ejecución de las obras solicitadas o la llegada de los apoyos a las manos de los peticionarios.
Cada integrante del grupo sabía, antes como ahora, que, sin importar el día o la hora, podía contar con la asesoría de Benito para orientarse en algún asunto de la comunidad o incluso algún problema personal, porque ya no se trataba de un extraño, sino de un elemento más de la familia, sobre todo, porque no solo recibían apoyo de él, sino que, en ocasiones, a ellos les tocaba tenderle la mano en las colectas o alguna otra actividad económica que realizaba.
Como fruto del trabajo honrado, valiente y abnegado, Benito pudo resolver mediante el diálogo y la vía jurídica, añejos litigios de terrenos para vivienda y para cultivo en comunidades como Rivera Domínguez y barrio Platanal, atrayendo inmediatamente la atención de los simojovelenses humildes, pero también de los enemigos del progreso, quienes acostumbrados a vivir a costa de las necesidades de la gente y temerosos de perder su coto de poder, empezaron a lanzar calumnias y amenazas en contra del líder antorchista para intimidarlo y ahuyentarlo; viendo que aquello no surtía el efecto esperado, procedieron a cumplir sus amenazas apagando cobardemente la vida de Benito Quezada García. Creyeron que con su eliminación física desaparecería también su ejemplo; lejos de ello, su cuerpo cercenado cayó cual semilla en tierra fértil y desde entonces, no ha hecho más que multiplicarse y echar raíces en el corazón de los hombres y mujeres bien nacidos que anhelan como él una vida mejor.
Ahora, no son solo los antorchistas de antaño, ahora son muchos los barrios, comunidades y nuevos municipios a lo largo y ancho del estado que están dispuestos a poner el hombro para impulsar el crecimiento de Antorcha y con ello acercar el día en que los males de este país se puedan combatir entre todos de manera más rápida y efectiva. Así lo demuestran los logros materiales obtenidos en todos estos años, que van desde los apoyos al campo, mejoramiento a la vivienda y pavimentaciones, hasta grandes obras de infraestructura educativa para la población en general como el albergue estudiantil y el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (Cecyte) que ha dado a través de sus más de veinte generaciones, jóvenes preparados con educación de calidad.
El problema es que con el crecimiento de Antorcha en Chiapas y en el país entero, han crecido también los enemigos a vencer. En los tiempos actuales, no son ya los cacicazgos locales a los que nos enfrentamos, ni son fuerzas estatales las que nos quieren desaparecer como en el desalojo de la colonia El Refugio de Chiapa de Corzo en 1996, sino grupos de poder tan grandes que ahora son representados por el propio presidente López Obrador, quienes acostumbrados como están, usan las carencias de la gente para escalar al poder y perpetuarse en él, dando solo migajas al necesitado.
A pesar de los años y de las consignas de un nuevo gobierno, las cosas no han cambiado y las condiciones de los pobres son cada vez más complicadas, y ante esto, Antorcha todos los días levanta la voz con claridad y valentía en nombre de los desposeídos, poniendo al desnudo las equivocadas políticas que se están aplicando en México; pero no les hace ninguna gracia que Antorcha ponga en evidencia la política equivocada de Morena y que su 4T ha desatado una desgracia en todo el país. Y ¿qué hacen para poner remedio? Circo y más circo de las desgracias de la gente; y, al igual que en tiempos de Benito, pero ahora desde las más altas esferas del poder, vierten intimidantes amenazas contra el antorchismo como está sucediendo en Veracruz y en Oaxaca.
Antorcha no surgió como una ocurrencia de alguien, Antorcha es producto de una interpretación exacta de la realidad, y una aplicación consciente y consecuente de lo que nos dicta esa realidad, por lo tanto, no se le puede acabar ni con la cárcel ni con la muerte, porque volverá a brotar cada vez, con más ímpetu y más fuerza que antes. Pierden su tiempo, por tanto, los gobernantes que, en vez de gastar sus energías para atender los males de nuestro país que son muchos y que cada día crecen más, se la pasan fabricando delitos que no prosperarán. Hoy, al igual que en 1989, sabremos distinguir a nuestros verdugos y, a sabiendas que ahora ya no se trata solo de luchar por obras y servicios, sino de disputarle el poder a quienes toda la vida han medrado con él, sabremos impulsar a los representantes más comprometidos con el progreso y desarrollo que se añora para el 2022. Vamos hacia adelante compañeros.
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