MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Besos contra balas?

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Combatir al crimen organizado en México de la forma como lo hace el promotor de la 4T Andrés Manuel López Obrador, promoviendo su refrán lapidario de “abrazos, no balazos” es una soberana incongruencia, pues mientras los crímenes por parte de esas bandas se siguen presentando en todos los rincones del país, enlutando familias enteras, el mandatario mexicano pretende obtener la paz repartiendo besos y colocando caminos de pétalos de rosa, obteniendo como respuesta mayor número de muertos.

Recordemos que cuando la banda presidencial surcó el pecho del mandatario mexicano, éste juró velar y proteger a su pueblo de todas las circunstancias difíciles y graves que se le presentaran, que lo lastimaran, que lo laceraran.

Sin embargo, no lo ha hecho así, ya no tan solo para defender a sus compatriotas de la acometida y fuerte presencia de la delincuencia y la criminalidad, tampoco lo ha hecho en el aspecto de la salud, abandonando a su suerte a la población desde antes de que llegara la pandemia covid-19, limitándose a recomendar sencillamente desde sus acostumbradas “mañaneras” que nadie saliera de sus casas, pero sin aplicar una estrategia o medidas de apremio que ayudara a la gente a enfrentar tan poderoso enemigo, invisible y mortal.

El mandatario emanado de las filas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se ha dedicado a promover un ficticio combate a la corrupción, mirando hacia el pasado y olvidando el presente y futuro de los mexicanos, aplicando consultas populares que le permitirán satisfacer sus ansias de venganza en contra de quienes forman parte de lo que le ha dado por llamar la Mafia del Poder.

Pero de ahí, no hay un solo beneficio para el pueblo, para todos esos millones de compatriotas que se debaten en la tragedia, de navegar en un barco a la deriva, sin sustancia, que carece de lo más elemental para su defensa o protección, sin seguridad, sin salud adecuada, sin educación de buen nivel, sin empleo, sin nada.

En contraparte, se han dejado crecer la miseria extrema, la pobreza, la falta de oportunidades de desarrollo para mujeres y hombres, el hambre de los campesinos y trabajadores, de los sin voz, de las grandes mayorías de familias en esta Nación.

De ahí que resolver las calamidades de México que danzan cual Jinetes del Apocalipsis por todos los rincones, con argumentos tales como el de “Abrazos, no balazos” representa una estupidez sobrada y no es el mejor camino para “serenar” o pacificar al país, aunque López Obrador insista en que si, tratando de someternos a su verborrea populista y falta de seriedad, donde por el simple hecho de que él lo diga debemos de creer ciegamente en que así debe ser.

El sentido común dice que, para saber quién tiene la razón, si el presidente o sus críticos, lo mejor es someter la tesis que ya se aplica de facto a la prueba de los hechos; es decir, hacer el recuento honrado de sus resultados comprobados y aceptar el veredicto, positivo o negativo, que de ellos resulte.

“Abrazos no balazos” ¿para quién?, sin duda para aquellos candidatos que fueron señalados por apoyarse en recursos provenientes del narcotráfico como Rubén Rocha Moya, Alfredo Ramírez Bedolla y Ricardo Gallardo Cardona, entre otros.

O para quienes han secuestrado a más de un millar de representantes electorales, para la mafia que ha sometido a los cuerpos policíacos municipales, a quienes robaron en la pasada elección del 6 de junio más de un centenar de urnas en solo una ciudad, amenazando además a los candidatos que decidieran impugnar.

No queda duda alguna de que las manifestaciones condescendientes del presidente de la República hacia personajes ligados al grupo delictivo del Cártel de Sinaloa, dotan de un cariz aún más oscuro al proceso electoral del 6 de junio en esas regiones.

Se ha señalado también a Morena en Michoacán como un “narcopartido” que representa el regreso del crimen organizado al Palacio de Gobierno, ya que el gobernador electo, Alfredo Ramírez Bedolla, comparte los intereses de esa delincuencia.

“Abrazos no Balazos” cuando se sigue negando la realidad donde no fue suficiente ver cómo la 4T desmantelaba a la policía federal, o dejaba doblegarse por Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo.

Mientras todos los días alrededor de cien mexicanos son asesinados de maneras inimaginables en un verdadero desastre criminal con ejércitos privados retando al Estado mexicano o teniendo sicarios que cazan a ciudadanos inocentes, como en Reynosa.

Se pueden seguir contabilizando las trágicas consecuencias que se han originado desde que al promotor de la cuarta transformación se le ocurrió salir con la propuesta pacificadora de “Abrazos no balazos”.

Otra idea más esgrimida por el mandatario mexicano es la idea de que la violencia y el crimen nacen de la pobreza, la injusticia y la marginación; de ahí que el remedio sea acabar con esas lacras mediante los programas sociales; “Sembrando vida” para los campesinos; becas, estudio y empleo para los jóvenes y sus grandes proyectos de inversión: el Tren Maya, el Aeropuerto en Santa Lucía y la Refinería de Dos Bocas en Tabasco, sin embargo, resulta que los programas sociales no eliminan la pobreza. 

La filosofía presidencial esgrimida para tratar de combatir a los criminales con pétalos de rosa, es un total fracaso y mientras así lo promueve, en las calles, pueblos y barriadas, en todos los Estados del país, se sigue asesinando cruelmente, llenando de llanto y luto a las familias mexicanas que por voluntad del señor presidente, deben responder a los victimarios con abrazos.

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