El histórico líder Daniel Ortega ganó las elecciones presidenciales para el periodo 2022–2027, fue reelecto el pasado 7 de noviembre con el 75.87% de los votos emitidos y participó el 65.26% de los 4 millones 478 mil 334 ciudadanos que integran el padrón de votantes. El Consejo Supremo Electoral (CSE) mostró a la ciudadanía que 232 acompañantes procedentes de 27 países y 600 periodistas nacionales y extranjeros estuvieron presentes en los comicios, quienes tras su acreditación constataron una fiesta cívica, tranquila y segura.
En Nicaragua, la dinastía Somoza -Anastasio Somoza García, padre, y Luis y Anastasio Somoza, hijos- apoyada por los gobiernos estadounidenses, ejerció un poder de dictadura, tiranía, saqueo y represión durante más de 40 años; desde 1937 hasta julio de 1979 cometió miles de crímenes y delitos, como el asesinato del dirigente revolucionario Augusto César Sandino, por órdenes del embajador estadounidense Arthur Bliss Lane.
El presidente de Estados Unidos (EEUU), Joe Biden, desconoció la decisión de este país soberano, lo que constituye un ataque desestabilizador contra el ejecutivo de ese país y una inadmisible injerencia en los asuntos internos de esa nación al autoerigirse en el “gran calificador” y, con ello, pretender regresar a los ríos de sangre de la dictadura somocista.
En EEUU, los constantes desacuerdos entre las élites políticas así como las acciones del Pentágono, que en el escenario global ha incrementado sus intervenciones militares, la mayoría de las veces con fines “punitivos” o de apoderamiento de mercados por la fuerza o para derrocar gobiernos e imponer sus títeres, han generado grandes decepciones en la opinión pública norteamericana, y ahora se puede demostrar con números que la democracia estadounidense ya no es un ejemplo a seguir, que el sueño americano no pasó de allí, pues su prestigio internacional registra también tendencia a la baja en los últimos 20 años. Veamos cuatro indicadores evaluados por el Centro de Investigaciones Pew respecto a otros países desarrollados como Canadá, Alemania y Francia: Primero, el nivel de vida de los estadounidenses está 28% por debajo de la media; segundo, la evaluación del sistema de salud registra un 47% por debajo de la media y un 6% lo considera peor -Ron Paul, excandidato a la presidencia de EEUU y excongresista, opina que las grandes corporaciones dirigen todo, la medicina, las escuelas, el ejército, por lo que “estamos muy lejos de la libertad”-; tercero, del 82 al 95% califican la discriminación racial o étnica como un problema serio; cuarto, y lo más importante, un 57% opina que el modelo democrático estadounidense ya no es un buen ejemplo y el 23% considera que nunca lo fue, solo un raquítico 17% lo considera un ejemplo a seguir.
Biden se arroga las funciones de árbitro universal en materia de democracia solo porque se siente el gendarme del mundo, pero no lo es, pues su economía soporta estratosféricos gastos militares en una carrera armamentista que sabe perdida de antemano ante Rusia y China que le están disputando la supremacía mundial en economía, industria y comercio, pero en realidad EEUU no cesa de agredir a otras naciones ni de violar el derecho internacional, llevado por su hambre insaciable de ganancia y sí, a su gusto, las elecciones nicaragüenses no son válidas, para varios centenares de obsevadores internacionales provenientes de 27 países extranjeros y de periodistas sí lo son. Y cada país, como cada observador, juzga las elecciones con el mismo o mejor derecho que Biden. Para los propios nicaragüenses lo son aún más porque no necesitan la tutela de ningún amo mundial para darse el gobierno que se merecen, pues su derecho a elecciones democráticas y a un gobierno que gobierne con ellos y para ellos, lo han ganado a lo largo de la historia con su sangre, pagando un altísimo precio de miles de héroes civiles muertos a manos de las dictaduras mencionadas, por lo que nadie tiene porqué arrebatarles su derecho a elegir libremente la forma de gobierno ni a quienes eligió con su voto el pueblo nicaragüense.
El único interés que tiene EEUU en Nicaragua y en el mundo es prolongar a las trasnacionales norteamericanas para expandir su mercado, apropiarse de las materias primas locales y devorar la fuerza de trabajo de las naciones para aumentar su riqueza decadente. Esto lo saben bien los nicaragüenses, lo han sufrido en carne propia años y años, por eso votaron por Daniel Ortega. En consecuencia, hay que exigir en todos los foros el respeto a la autodeterminación de las naciones, incluyendo a Cuba y a quienes vean vulnerados sus derechos de soberanía por el Imperio rapaz, guerrerista y enemigo de la paz mundial, pues como dijo Silvio Rodríguez hay que tomar distancia de todo lo inhumano.
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