Una de las grandes aportaciones de Marx y de Engels es haber descubierto que, para conocer la sociedad, no debe de guiarse uno por lo que los hombres expresan, sienten o creen, sino por la forma en que producen los bienes materiales; han llamado Infraestructura o Base a la estructura económica de la sociedad, y Superestructura a las instituciones jurídico-políticas, Estado, derecho, religión, ideología, etc.
Se entiende que, para que en una sociedad haya un cambio total, llámese revolución, se tendría que afectar a esta división de la sociedad y sustituirla por otra nueva. En México se nos ha dicho que con la 4T se está haciendo una revolución social, pero la verdad es que no se ve modificación alguna en la estructura económica del país, las clases sociales dominantes, los empresarios dueños de los medios de producción siguen trabajando como si nada hubiera pasado; el Estado, con sus instituciones está trabajando sin contratiempos y sigue consolidando el poder establecido.
Por lo que es válido preguntarnos: ¿ahora sí ya llegamos al fin de la corrupción? Todo esto viene a colación porque Alba Cristal Espinoza Peña, presidenta del Congreso del Estado de Nayarit y la presidenta municipal de Tepic, ingeniera María Geraldine Ponce Méndez a pocos días de haber asumido sus cargos, han declarado haber encontrado “aviadores” en ambas instituciones y que no serán alcahuetas y encubridoras de actos de corrupción, que es muy grande el daño económico al erario, y que, con ellas, de aquí para adelante habrá cero corrupciones.
Me parece que toda acción encaminada a proteger los recursos económicos del pueblo debe de ser bien vista, y como siempre nos hemos conducido en estos casos, para todo hay instancias donde se deben de dirimir los problemas o denuncias a las cuales hay que remitirnos. Más allá de las simples declaraciones, de si son ciertas o no, el asunto amerita más atención.
Para empezar, es importante señalar que la presidenta del Congreso del Estado y la presidenta municipal, ambas mujeres emanadas de las filas del partido de Morena, y, al igual que AMLO, una de sus banderas para ganarse el voto del ciudadano nayarita fue precisamente el combate a la corrupción.
Me parece que sobre este tema, es importante precisar, como dijo el maestro Aquiles Córdova Morán (ACM), líder de nuestra organización Antorcha Campesina, en su artículo “Corrupción y corruptos” del día 30 de octubre de 2019, que para el presidente “corrupción es sinónimo de peculado o concusión, palabras que el diccionario define como “hurto de caudales del erario cometido por el que los administra”, pero que ese concepto es limitado ya que se refiere solo a funcionarios de un gobierno determinado, a los que se roban el dinero del erario, mientras que los que cobran por hacer un trámite que es gratuito, los que piden “mochada” en la calle para dársela a su jefe, etcétera, quedan fuera de este calificativo, con lo que se ve que no se explica correctamente el problema.
Más adelante dice ACM: “La corrupción, pues, no es una variable independiente sino derivada de la preexistencia y acumulación de la riqueza creada por los obreros en las fábricas del capitalista y por los campesinos. Nace de la exagerada e irracional concentración de la riqueza así producida en unas cuantas manos, mientras la inmensa mayoría de la población apenas tiene lo indispensable para no morir de inanición. De aquí, y del afán de acumulación y de lucro que el sistema mismo inocula en el alma de todos, nace la tentación de abusar del cargo o del prójimo para hacerse rico a como dé lugar, para igualarse con los millonetas, que son modelo de éxito y de ciudadano en el mundo del capital. El remedio está a la vista: reparto equitativo de la renta nacional, o como dice Stiglitz, hacer funcionar correctamente la productividad marginal. No lucha anticorrupción, que es luchar contra molinos de viento, sino por la redistribución de la riqueza social en bien de todos.”
La concentración de la riqueza en México es insultante, unos pocos son dueños y disfrutan de esta riqueza creada por todos y la inmensa mayoría de los mexicanos viven con muchas carencias. El ansia de acumular más y más riqueza no tiene límite en el sistema capitalista, por lo que ambas cosas, concentración de riqueza y afán de enriquecimiento, son las causas profundas de la corrupción.
Y es aquí donde deberíamos de ver si realmente se está haciendo algo para acabar de fondo con este mal social de la corrupción. Ni en México ni en Nayarit ha habido cambios en la estructura económica, menos en la superestructura, al gobierno llegó el partido de Morena prometiendo acabar con la corrupción por ser la causa principal de nuestros males, que sería un gobierno al servicio de los pobre; el discurso suena atractivo al oído de la gente, pero ésta lamentablemente, no alcanza a distinguir que el verdadero mal está en la profunda desigualdad social, generada porque unos tienen en sus manos casi la totalidad de la riqueza mientras la mayoría no tienen nada.
Por lo que escuchar localmente estos llamados a combatir la corrupción, unirse al llamado de AMLO, ver cómo la prensa da vuelo a esas declaraciones anticorrupción, hacer reformas a la ley para castigar a los funcionarios corruptos no pasa de que los seguidores de este partido aplaudan y crean de buena fe de que estamos entrando a una nueva sociedad; sin embargo, el problema es más de fondo, luchar contra la corrupción es acabar con el sistema social imperante, y por lo que se ve, no hay condiciones para que eso suceda en la 4T.
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