No cabe duda que estamos viviendo un mundo al revés, con decisiones contrarias a cualquier lógica elemental, si se tratara, obviamente, de hacer el bien a la mayoría de los habitantes de una nación y, sobre todo, a ese sector más indefenso, los niños, siempre está sujeto a las decisiones de los adultos y a las de sus gobernantes. Después del desastre educativo durante la pandemia por covid-19, y agravado por las prácticamente nulas acciones gubernamentales para aminorarlo, ahora se asesta un nuevo golpe a las clases populares: el gobierno federal de López Obrador ha decretado la eliminación del programa de Escuelas de Tiempo Completo.
Al inicio del actual gobierno de la 4T, AMLO eliminó el Programa de Estancias Infantiles, medida calificada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) como “regresiva con la que se violan diversos derechos humanos de niñas y niños, madres, padres, trabajadoras y responsables de estos centros”. Como sabemos, y ejemplos tenemos muchos, la cancelación de dicho programa obligó a madres de familia a abandonar su trabajo ante la falta de acceso a servicios de cuidado infantil, y dejó sin empleo a las personas que trabajaban en las estancias; las graves consecuencias las siguen sufriendo miles de madres trabajadoras y sus pequeños hijos.
También en este gobierno, que por sus actos podemos calificarlo como enemigo de la niñez y de la juventud, en un hecho sin precedentes en ningún gobierno anterior, por muy corrupto e insensible que haya sido, se dejó morir a decenas de pequeños por falta de medicamentos y tratamientos contra el cáncer; jamás habíamos visto marchas y bloqueos de avenidas por padres de familia solicitando lo elemental para sus hijos: el derecho a la vida y a la salud. El “Movimiento Nacional por la Salud Papás de Niños con Cáncer” asegura que, según sus cifras, “el desabasto de medicamentos oncológicos ha provocado la muerte de 1,600 niños en México y ha perjudicado a los más de 19,000 pacientes infantiles que se atienden en hospitales públicos y que su batalla por más de 955 días ante funcionarios, en plazas y tribunales para garantizar los tratamientos aún no ha frenado la falta intermitente de una treintena de claves de medicamentos en los hospitales públicos del país […] el problema de desabasto en estos fármacos comenzó a finales de 2018 y se ha agudizado durante el Gobierno de López Obrador…” (El País, junio de 2021).
Y ahora, para rematar, después de presionar para el regreso a clases presenciales con alumnos aún sin vacunar y con escuelas muy deterioradas en su infraestructura, muchas de ellas sin los servicios elementales para un regreso a clases seguro, se anuncia la cancelación del Programa de Escuelas de Tiempo Completo, afectando, de acuerdo con cifras oficiales, a “27 mil 67 escuelas de tiempo completo, que beneficiaban a 3 millones 234 mil 489 alumnos y 133 mil 433 docentes, con un presupuesto de 4 mil millones de pesos, en el periodo escolar 2020-2021” (La Jornada Hidalgo, 5 de marzo de 2022). Las ventajas de esta modalidad educativa eran más horas clases (de seis a ocho horas diarias), se proporcionaba alimentación a todos los estudiantes, actividad realizada por los padres de familia, y permitía a estos últimos trabajar con mayor tranquilidad sabiendo que dejaban a sus hijos en un lugar seguro y alejados de la calle. Con la cancelación de las Escuelas de Tiempo Completo por parte de López Obrador y su 4T, se expone a esos niños y niñas a sufrir desnutrición, violencia y trabajo infantil y a una mayor deserción escolar. La misma SEP reconoce que 66 por ciento de los niños recibían su primer alimento en su centro escolar y que el 86.7 por ciento de las Escuelas de Tiempo Completo se ubicaban en municipios donde funcionaba la Cruzada Nacional Contra el Hambre, que también desapareció.
La organización “Save the Children” (Salva a los Niños), advirtió que “Cancelar las Escuelas de Tiempo Completo atenta contra la niñez”. También señaló que “…la eliminación de este programa por sí mismo ya es una violación al principio de progresividad de los derechos humanos, porque con esa decisión se pierden y se desmantelan bienes y servicios educativos que ya se habían logrado para millones de niñas y niños”. Además, es importante mencionar que la instrumentación del programa viene desde el 2007- 2008, pero teniendo como razón de ser el derecho a contar con planteles con horarios de tiempo completo; la directora de dicha organización completa su análisis declarando que la cancelación de las ETT, “contraviene lo que establece la Ley General de Educación, cuyo artículo nueve precisa que se tienen que generar de manera gradual y progresiva planteles con horario de tiempo completo, con jornadas de seis a ocho horas” (El Universal, 5 de marzo de 2022).
Así las cosas, en México con este gobierno que se ha caracterizado por ser enemigo de la educación, dejando de manifiesto que prefiere mexicanos ignorantes y con una gran necesidad económica para poder así hacerlos víctimas de sus políticas clientelares y que no puedan defenderse, pero, sobre todo, hacerlos electores seguros para los comicios que se avecinan; hacerlos dependientes totalmente de las dádivas oficiales, en lugar de garantizar la educación y el empleo. El gobierno de AMLO prefiere seguir gastando el presupuesto público, producto del pago de impuestos de todos los mexicanos, en sus obras insignias (Tren Maya, Refinería de Dos Bocas y Aeropuerto de Santa Lucía) y en la compra de votos a través de algunos de sus “programas sociales”, todo antes que salvar la vida de miles de niños y asegurar su educación. Y si a ello sumamos el resto de las políticas gubernamentales instrumentadas, podemos concluir firmemente que nuestro país requiere una verdadera revolución en su sistema económico, social, político y educativo, que venga a poner las cosas en sus justos términos y a favor de las grandes mayorías.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario