Parece inexpresable la cuita por la que la sociedad mexicana atraviesa en este momento. Las decisiones que toma el presidente manifiestan una incongruencia con lo que la realidad expone. En estas circunstancias, no podemos consentir un país que simule una sociedad que está “feliz, feliz, feliz” cuando la situación manifiesta, de algún modo, que florecemos en un escenario listo para desplegar una crisis socioeconómica, y, para detenerla, nos exige un cambio.
Cada día que pasa, el presidente dice una hilarante sarta de ideas utópicas que son poco o nulamente aplicables a nuestro país, y es que hay que entender que para hacer cambios reales y plenos en una sociedad debemos y tenemos que entenderla, pues los cambios no llegan con solo buenas intenciones, requerimos efectuar y cumplir acciones que, objetivamente, generen un cambio justo para la sociedad.
El asunto de la salud es una caso escalofriante y preocupante. El artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice que toda persona tiene derecho a la protección de la salud, a tener una alimentación saludable, digna y de calidad y que el estado lo garantizará.
Por otra parte, somos un país con un alto porcentaje de obesidad, casi la tercera parte, el 70% de mexicanos sufren sobrepeso; en diabetes, según la Federación Internacional de Diabetes dice que para 2019 en México existen 12.8 millones de personas, se estima que esta cifra ascienda por lo menos al doble para los próximos años. Ahora bien, según datos de la Dirección General de Epidemiología (DGE) de la Secretaría de Salud, existen 3,506,743 de casos confirmados y 267,524 defunciones por SARS-CoV-2, hasta el 11 de septiembre de 2021. Estos datos nos hacen vislumbrar y percibir que la pandemia se ha salido de control y que no ha podido ser domada como se dice en cada mañanera y que ni siquiera nos acercamos a estar en un manejo como se dice.
Muchos países discuten, se preguntan y cuestionan qué es lo que se debe hacer para mejorar y fortalecer sus sistemas de salud, incluso más allá de la pandemia, pero México no. Se registra una situación compleja, dado que su población crece en casi 13 millones de personas en los últimos 10 años, mientras que en el caso de salud la situación registró una contracción con lo que se destina del PIB a la salud, pasó del 2.8%, que se destinaba en 2012 a un 2.5% en 2020. Y esto se torna de forma más sombría, dado que eso se tiene que dividir en 7 subsistemas presentes en el país (IMSS, ISSSTE, PEMEX, SEDENA, SEMAR, SSA e IMSS BIENESTAR).
Se podrían describir de muchas más cosas, pero también tenemos que entender que solo el sector salud no podría resolver esto. También hay que examinar algunos otros vectores que apuntan a una enfermedad que asfixia, y asimismo analizar porqué se ha convertido una pandemia más poderosa: la pobreza.
En estos días nos enfrentamos a dos pandemias y a ninguna se le ha dado un buen manejo. El SARS-CoV-2 nos ha llevado a una acongojada y sufrida situación que se vuelve preocupante y más preocupante mientras el tiempo avanza; nos ha limitado en todos los ámbitos, en el social, en el académico en lo familiar, aumenta los casos por algunas enfermedades mentales o psicológicas. No obstante, la pobreza lo ha hecho más y desde hace tiempo más. El estado nos ha hecho, de forma muy sutil y tenue, creer que hay causas subyacentes más importantes que la pobreza, ha creado una afasia para no entender la realidad. Pero no, la lucha contra la pobreza es algo que debemos tomar de forma muy seria.
Nos encontramos ante una sintomatología difícil, pero con tratamiento posible. En este sentido, se puede decir que la justicia y la libertad la tenemos que ir conquistando, diario, en la cotidianidad de la vida. La fuerza del pueblo está en la conciencia de sus derechos, en la conciencia de sus deberes; en la comprensión de que la realidad puede cambiar dando frutos que beneficien al pueblo. El antorchismo ha iniciado a enmarcarse en la historia y ya ha empezado a dar tratamiento para que haya un salto cualitativo en la interpretación del país, en el conocimiento de sus circunstancias y posibilidades para cambiar. Todo mexicano tiene una tarea por cumplir y es, como decía Lenin, organizarse y luchar.
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