Hasta el año 2000, el municipio de Chimalhuacán, uno de los más poblados del Estado de México y ubicado a sólo 26 kilómetros del corazón económico y político del país, carecía de prácticamente todo: agua potable, pavimentación, drenaje, escuelas, recolección de basura, servicios de salud, programas sociales, instituciones de educación superior, seguridad pública básica y hasta de identidad. Es decir, si algo distinguía a Chimalhuacán en aquellos tiempos era su condición de marginación y pobreza urbana.
En el año 2001, cuando inició el cambio radical del municipio con el proyecto “Nuevo Chimalhuacán” encabezado por Jesús Tolentino Román Bojórquez, comenzó una etapa de mucha obra pública. En realidad, la transformación había iniciado un año antes, cuando Tolentino Román y sus aliados, mediante el voto popular, arrancaron la presidencia municipal de manos de Guadalupe Buendía, alias “La loba”, quien la había controlado durante dos décadas manejando los recursos e ingresos municipales como propiedad personal.
“La loba” encabezaba un cacicazgo que sometía políticamente al municipio mediante las formas de control más burdas y arcaicas de las que se tiene noticia en la historia reciente del país, contando para sus fechorías con protección política desde el Palacio de gobierno de Toluca. Dicho cacicazgo comenzó a desmoronarse después de la agresión criminal de “La loba” y sus pistoleros, cometida el 18 de agosto del año 2000 en la plaza central del municipio, contra el recién elegido presidente municipal; es decir, contra Jesús Tolentino Román.
Encarcelada “La loba” e instalada la nueva presidencia, el progreso vino casi de inmediato: pavimentación de calles, agua potable, drenaje, alumbrado público, recolección de basura, ordenamiento del transporte público, escuelas, hospitales, bibliotecas, complejos deportivos, centros culturales, entre las obras más importantes, y financiadas todas con recursos municipales, estatales y federales. Y en sólo 15 años de trabajo continuado por las administraciones municipales subsiguientes los resultados están a la vista: la transformación de Chimalhuacán, de una ciudad perdida, con calles polvorientas y plagada de asentamientos irregulares, a una verdadera ciudad, donde la urbanización es completa.
La casa encuestadora Gabinete de Comunicación Estratégica en sus estudios de opinión “Los municipios mejor evaluados” y “Las ciudades más habitables” realizados en 2011 y 2014, respectivamente, muestra en los resultados de sus dos trabajos que Chimalhuacán aparece en los primeros lugares, de acuerdo con la opinión de sus pobladores. ¿Qué sucede en Chimalhuacán? ¿Cómo se explica este fenómeno social que sorprende a propios y extraños? ¿Cuál es la clave de su éxito en tiempo record? Evidentemente que la explicación no es atribuible a una sola causa.
En apariencia, la clave del éxito es la continuidad del gobierno que ha existido en el municipio durante 20 años. Pero más que la continuidad de gobierno, la clave del éxito del acelerado desarrollo urbano de Chimalhuacán es la continuidad de un proyecto integral de desarrollo social, a diferentes niveles de trascendencia, abarcando los diferentes ámbitos de la vida social y planificado para alcanzar sus metas a corto, mediano y largo plazo.
Un proyecto que incluye a todos los sectores de la población, a todo el territorio municipal y todo tipo de necesidades (materiales, culturales y espirituales) de la gente, y cuyo fin último y único es el bienestar de los habitantes. Éste es el proyecto “Nuevo Chimalhuacán”; mismo que para su realización se ha basado en:
La participación organizada y consciente de la población chimalhuacana en la detección de necesidades, planeación de la solución y en la vigilancia de la aplicación estricta de los recursos en las distintas obras que implica el proyecto. Y, de manera decisiva, en el manejo de la presión social en la gestión de los recursos públicos ante el gobierno del estado y la federación, cuando ha sido necesario.
La incorporación al proyecto de las diferentes expresiones políticas progresistas del municipio. Todas las fuerzas políticas han tenido cabida en “El Nuevo Chimalhuacán” y han podido ayudar al municipio, sin desdibujarse, participando de manera activa a través de sus bases, sin desaparecer de la escena política, lo cual es una ventaja pues se conforma así un proyecto sustentado democráticamente, lo que le da estabilidad política a la región y lo que ha traído como consecuencia la continuidad de gobierno que permite realizar para el municipio obras gigantescas y trascendentes.
Los tiempos cambian y las generaciones nuevas deben aprender más rápidamente. El criterio para evaluar a los gobernantes que terminan su administración es su obra, el cumplimiento de sus promesas de campaña, su capacidad de realización, su congruencia y defensa de los intereses de la mayoría de la población. Ésta es la lección que hay que sacar de los resultados que están a la vista de todos los mexicanos en Chimalhuacán.
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