En un aparente asalto, este lunes 5 de abril, un comando de 5 sujetos con armas largas y cortas, con lujo de violencia y en actitud amenazante, despojaron de la camioneta en que viajaba y de todas sus pertenencias de valor, a la ingeniera Edith Villa Trujillo, candidata a la presidencia municipal de Santa Inés Ahuatempan, Puebla por el Partido Revolucionario Institucional, cuando se dirigía a la ciudad de Puebla en compañía de otras 4 personas, en las inmediaciones del municipio de Atoyatempan. Los afectados fueron localizados rápidamente por la policía municipal de Tecali de Herrera y trasladados a la cabecera municipal de Atoyatempan.
Digo aparente asalto porque pareciera más bien un siniestro mensaje de quien o quienes están empeñados en frenar el desarrollo del Movimiento Antorchista Nacional en Puebla y en todo el territorio nacional.
La localización de las víctimas (10 minutos después del “asalto”) y de la camioneta en que iban los “asaltantes” así como el aseguramiento de 4 de ellos (menos de una hora después de los hechos) fueron casi inmediatas, lo que representa un caso raro en la materia. ¿Casualidad?
El supuesto asalto se llevó a cabo en una zona transitada, a 500 metros de la salida de Atoyatempan rumbo a Puebla y a poco menos de 4 minutos de un puesto de control de la policía municipal del municipio de Ahuatepec. ¿El comandoarmado se sabía protegido para actuar, como si formaran parte de un plan más allá de un simple asalto?
La ingeniera Edith Villa Trujillo, que ya en el 2015, también al fragor de una competencia electoral, sufrió un atentado de otro comando armado que baleó su domicilio e incendió un vehículo de la logística de la campaña, no solo es actualmente candidata a presidenta municipal de San Inés Ahuatempan, es, además, destacada dirigente regional del comité seccional de Tehuacán, integrante del Comité Estatal y de la Dirección Nacional del Movimiento Antorchista Nacional. Forma parte, pues, de la punta de lanza de la organización política popular de masas que, con serenidad, valentía y acierto, afortunadamente no votó por Morena en el 2018 y que, por tanto ha sido y sigue siendo la agrupaciónmás atacada, la más calumniada, hostilizada y la más amenazada del actual gobierno federal y estatal, encabezados por dos personajes déspotas, arrogantes, rencorosos, soberbios, capaces de todo -absolutamente todo-, para retener el poder para ellos y su grupo de incondicionales.
López Obrador y Barbosa son personajes pendencieros y belicosos que han polarizado al extremo a la sociedad mexicana; personajes que parecen más bien un par de pacientes que rayan entre el síndrome de hibris (trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a personas que ejercen el poder en cualquiera de sus formas. La falta de humildad y empatía en su ejercicio puede hacer que cualidades como la confianza y seguridad en uno mismo se transformen en soberbia, arrogancia y prepotencia) y la megalomanía (condición dada por el delirio de poder. El megalómano tiene una autoestima excesiva y se siente omnipotente, se cree superior al resto de la sociedad).
Como consecuencia de lo anterior, tan solo en los últimos meses se ha recrudecido la violencia por motivos políticos. La empresa consultora Etellekt, en su tercer informe de violencia política, correspondiente al primer trimestre del 2021, en su presentación sostiene: “Durante este periodo, el Indicador de Violencia Política en México (IVP) de Etellekt registró 262 agresiones (delitos de fuero común) en contra de políticos, con un saldo de 241 víctimas (25% son mujeres), entre ellas, 65 políticos asesinados (9 eran mujeres). De estas 65 víctimas mortales, 20 aspiraban a puestos de elección (17 hombres y 3 mujeres)”.
En mi modesta opinión, estos elementos hacen dudar que fuera un simple asalto; es probable, muy probable, que se trató de un atentado a cargo de un comando armado (heraldos del terror) para enviar un siniestro mensaje a la cabeza del antorchismo y al antorchismo en su conjunto. Es un eslabón más en la persecución política en contra de la organización de los pobres, por parte de un pequeño grupo de arrogantes poderosos que el día de hoy se sienten dioses olímpicos, pero que seguramente, al paso del tiempo, que a cada quien pone en su lugar, llegarán a donde les corresponde: al basurero de la historia.
Mientras tanto, el antorchismo se mantendrá firme, tan firme al lado del pueblo humilde y trabajador como su objetivo histórico, la dulce idea del bien para todos, la liberación definitiva de los parias y menesterosos de México y del mundo. A nadie le quepa duda.
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