Hace unos días, se celebró por todo el país, como desde hace 95 años, el Día del Estudiante. Por lo que podemos saber ahora, conforme a los datos que circulan en los buscadores de internet más populares, donde todo el que así lo quiera puede fácilmente consultar, es claro que esta celebración, como muchas otras en la historia, tiene sus orígenes también en las consecuencias de la lucha de clases en que hemos vivido hasta ahora; es decir, en la lucha de un sector socialmente maltratado y sometido, contra la opresión de los que pretenden dominarlo todo.
Casi todos los datos que circulan, coinciden en que, la efeméride nació del movimiento estudiantil que se originó en las filas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en 1929, cuando cientos de estudiantes se manifestaron en busca de la autonomía universitaria. Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), las exigencias principales de los estudiantes fueron aumentar un año más el nivel de bachillerato e incluir los exámenes profesionales de la facultad de derecho. Para esto, los estudiantes realizaron una huelga general, y el presidente de entonces, Emilio Portes Gil, ordenó momentáneamente el cierre de la institución.
Tras varios días de manifestación, el 23 de mayo de 1929, cuando el conflicto amenazaba ya con escalar niveles nacionales, se dio un enfrentamiento entre estudiantes y efectivos policiales del gobierno, donde resultaron varios jóvenes heridos y otros tantos encarcelados.
Luego de esto, el entonces jefe del Departamento del Distrito Federal, hoy Ciudad de México, José Manuel Puig Casauranc, ofreció dialogo a los manifestantes, pero no hubo solución efectiva al conflicto. El 27 de mayo las manifestaciones continuaron sumando a miles de estudiantes, pero el 29 de mayo, Portes Gil cedió. El 10 de julio de ese mismo año, se hizo oficial y se aprobó en la ley orgánica la autonomía de la máxima casa de estudio.
Y aquí tenemos, pues, por lo que podemos ver, el origen subversivo y luchador del Dia del Estudiante en México. Aunque no fue este el único papel protagónico que tuvieron los estudiantes en la historia reciente del México post revolucionario, pues hay mucho qué decir de lo ocurrido antes y después del 2 de octubre de 1968, que no abordaremos hoy por no ser el tema central; al día hoy, ya pocas luchas verdaderamente subversivas y revolucionarias les podemos atribuir a los estudiantes; como no sea la lucha que están librando desde hace años, los aguerridos estudiantes agrupados en la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR).
Pero para hablar de todo los que significa hoy la FNERRR para los millones de estudiantes hijos del pueblo mexicano, haría falta mucho más que el limitado espacio de que dispongo hoy. Por ello, hablaremos en extenso de este tema en otra ocasión más propicia.
Por hoy, sólo diré, que el 27 y 28 de mayo pasado, la FNERRR celebró el aniversario número 24 de su fundación, es decir, más de dos décadas representando las luchas de los estudiantes más desprotegidos por la oficialidad gubernamental, en búsqueda de mejores condiciones educativas. Y la trascendencia del evento no puede ser menos, en estos momentos aciagos del inhumano abandono en que se encuentran los estudiantes.
Opino que, como en el origen del Dia del Estudiante, y también de los sucesos de antes y después del 68, hoy los estudiantes tienen sobrados motivos para volver a salir a las calles, y llevar su reclamo a todos los gobiernos de todos los niveles. La FNERRR tiene razón. La alternativa aquí también es la lucha social.
Los datos oficiales que conocemos hasta ahora nos dicen que, en México, existen actualmente cerca de 32 millones de jóvenes entre 14 y 29 años, de los cuales, más del 42 por ciento tienen menos de 20 años. De esta población de jóvenes, casi 30 por ciento se encuentran solo estudiando, cerca de nueve por ciento trabaja y estudia, y la gran mayoría (40 por ciento), solo trabaja (www.ilo.org).
En cuanto a los estudiantes universitarios, los datos no son mejores; hay más de 9 millones de jóvenes que trabajan o buscan un empleo. La mayoría (48.8 por ciento) de los jóvenes que tienen un empleo laboran entre 35 y 48 horas a la semana, y 44.9 por ciento de ellos, tiene una remuneración máxima de $5 mil 186 pesos mensuales, según el Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO); es decir, 1,296.5 pesos semanales.
Pero, ¿acaso sabe alguien que no sea estudiante, con exactitud, lo que verdaderamente significa compartir las menguadas energías físicas y mentales, entre, asimilar los conocimientos científicos verdaderos, y, garantizar la productividad laboral para ganarse un sustento que pague sus estudios? Yo, sinceramente no lo imagino, pero me conmueve.
Pero, además, ¿cómo harán los estudiantes para desplegar toda la rebeldía que se necesita para conquistar lo más granado del conocimiento, si casi todos los trabajos, bajo el moderno sistema de producción capitalista, requiere practicar a diario y de manera sumamente humillante, la más absoluta sumisión a la clase patronal? Y aquí otra vez, no lo imagino; pero lo lamento.
Y, ¿qué decir de la falta alarmante que padece toda la infraestructura educativa? Aquí, para decir todo aquello que ya vivimos, necesitaría yo mucho más que solo un compendio para que quepa todo el padecimiento que sufren los estudiantes mexicanos.
¿Qué ofrece el gobierno de la Cuarta Transformación para el estudiantado mexicano ante esta desgracia? Nada; y unas cuantas monedas como consuelo mediatizador.
Hace unos días, precisamente en el marco del Día del Estudiante, intentando sonar maternalista, Viridiana Valencia, la delegada en Colima de los Programas para el Bienestar, anunció que la Coordinación Nacional de Becas Benito Juárez apoya con becas a 43 mil 043 estudiantes colimenses de los 10 municipios: 17 mil 429 corresponden a niños de educación básica, que reciben 875 pesos al mes; 24 mil 228 son para estudiantes de nivel medio superior, que reciben también 875 pesos mensuales; y 1 mil 386 becas son para los de educación superior, que reciben 2 mil 575 pesos por mes.
La delegada dijo que las becas “no sólo ayudan a los beneficiarios en sus estudios, sino que también significa un apoyo a la economía familiar”. ¿En serio?
Creo que la delegada no sabe leer bien las estadísticas oficiales, o no entiende que, bajo el gobierno de López Obrador, ahora hay casi 3 millones más de mexicanos pobres. Pero no es al gobierno al que yo me dirijo ahora; sino a los estudiantes mexicanos. Organícense con la FNERRR, jóvenes valientes. Aún hay tiempo de rescatar a la patria. ¡Vivan los estudiantes!
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