Es recurrente que al concluir un año e iniciar el siguiente se haga el recuento de lo acontecido y con esto nace el deseo de que los días venideros estén cargados de cosas positivas, en esta ocasión no podía ser diferente y ante la llegada de 2022, del que ya ha transcurrido más de la mitad del primer mes me uno al anhelo de que el ciclo sea mejor para todos.
A pesar de esos deseos, la realidad se presenta desoladora prácticamente en todos los ámbitos como consecuencia de una crisis que provoca efectos negativos en la economía, pero el problema se extiende a la seguridad, la salud, la educación y el empleo, entre otros tópicos de la vida cotidiana.
Sin duda la parte más compleja es la situación económica de las familias, pues a pesar de que se anunció un incremento nominal del 22% al salario mínimo, con lo que alcanzó 172 pesos diarios, este resulta absolutamente insuficiente y sucumbe fácilmente ante el aumento desbordado de los precios de la canasta básica. Como sabemos el kilo de tortilla ronda los 20 pesos, el aceite cerca de 40, el blanquillo 42, el pollo más de 100 pesos; e incluso sufrimos un drástico aumento del precio del limón que supera los 60 pesos por kg., lo mismo pasa con combustibles como el gas doméstico o la gasolina provocando que la situación sea dramática para las familias.
Como consecuencia lógica de la catástrofe económica, la violencia en el país se ha desbordado y en lo que lleva la administración que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador se cuentan más de 140 mil muertos en actos violentos. Y en Zacatecas recibimos el año con un acto sin comparativo: diez cuerpos sin vida se colocaron en una camioneta a las afueras del palacio de gobierno, y aunque las diligencias realizadas encontraron a los presuntos responsables del horrendo acto la ola de violencia no se ha detenido, en Fresnillo, Guadalupe y Zacatecas han continuado los hallazgos alcanzando casi tres muertes violentas al día, números que colocan al Mineral y la Capital del estado entre las diez ciudades más inseguras del país.
Y para colmo de males la variante Ómicron del COVID- 19 ha resultado más contagiosa que las cepas anteriores generando una alza sostenida de los contagios del que el pasado jueves se detectaron unos 60 mil en todo el país, y en nuestro estado va ascendiendo dramáticamente siendo que el miércoles anterior alcanzó los 1023 casos positivos, cifra que es un dato histórico que supera por mucho los números que se presentaron al iniciar la pandemia o su fase crítica provocando el temor y la incertidumbre de la gente dado que la enfermedad se extiende, así sucede también con los gastos en consultas, pruebas y medicamentos para curarse.
Como consecuencia de lo anterior los más pequeños de la casa sufren el cierre de escuelas, se pospone el arranque del semestre del nivel medio y superior de educación, por lo tanto las clases a distancia es el medio a través del cual continúa la formación académica, pero limitando seriamente a quienes no cuentan con computadora propia e internet.
Ante esta circunstancia, lo esperable sería una actitud receptiva de los gobernantes y el diseño de acciones emergentes en apoyo a las familias, pero nada de eso sucede, en primer lugar el presidente López Obrador, quien cita su ejemplo al ser víctima del virus sin graves afecciones, sugiere el uso de remedios caseros y a la par de ello, los otros niveles de gobierno sólo se empecinan en buscar culpables, en responsabilizar al pasado y en los casos más dramáticos cierran los ojos esperando que cambie por sí misma la realidad.
Esta es la circunstancia de indefensión y abandono de los mexicanos por lo que no hay de otra, debemos entender que esta realidad sólo podemos enfrentarla unidos, que juntos debemos pedirle resultados a nuestros gobernantes y que debemos trabajar con urgencia en la conformación de una fuerza nacional que tome en sus manos el destino de la patria para que ponga en el centro de su interés las necesidades de la gente, de no hacerlo los males crecerán y como el mítico Atlas cargaremos con ellos por una eternidad.
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