Centro histórico de Puebla. Son las tres de la madrugada. ¡Todos arriba! Entre bostezos, risas y ánimos, los actores, actrices, equipo técnico, de producción, prensa y dirección, alistan todo para su regreso al teatro. Tras casi cuatro horas de viaje debido al tráfico, por fin llegamos a la Ciudad de México, en específico, al Foro Cultural de Azcapotzalco.
Con la presentación de “La evitable ascensión de Arturo Ui”, la Compañía Nacional de Teatro “Víctor Puebla” regresó a los teatros y a los escenarios.
En estos últimos meses se ha dicho y escrito sobre la importancia —incluso la necesidad— del arte en medio de esta crisis sanitaria, social y económica.
Sin duda alguna, el arte es uno de los proyectos más afectados por la pandemia, uno de los campos que más discusiones alojó acerca de cómo adecuarse al escenario trazado por la pandemia, simultáneamente confrontado con un escenario que viene proponiendo nuevos enfoques en torno a la relación entre práctica artística, público y espacio expositivo.
Sin embargo, también es cierto que puede ser uno de los más exitosos en el caos y el prolongado confinamiento vivido, en buena parte, en 2020: los artistas experimentaron con diversos artilugios para evitar que se generara una ruptura en las conexiones con sus interlocutores. Así se creó una red de experiencias que distraen la atención en el corto plazo mientras dan paso a nuevos paradigmas que sobreviven.
Al teatro le tocó uno de los retos más difíciles de estos meses en los que la materialidad quedó en suspenso. Las compañías afrontaron el desafío de adaptar a la virtualidad el vínculo entre sus actores y su público. La Compañía Nacional de Teatro “Víctor Puebla”, desde que inició la pandemia y en coordinación con la comisión de prensa del Movimiento Antorchista en Puebla, estado en el que reside la compañía, se dio a la tarea de especializarse y llevar el arte de los teatros a las pantallas de los mexicanos.
La migración al espacio virtual a la que obligó la pandemia impulsó debates acerca de cómo reformular muestras pensadas, originalmente, para el formato presencial, en tanto la virtualidad supone otras condiciones para la producción y el público. Más adelante se empezó a prefigurar una escena de convivencia entre ambos soportes, un modelo híbrido de exhibición que aún está en ciernes, pero que ya ha comenzado a debatir y diseñar varios espacios.
Hasta 2022, un total de 14 obras y scketches llegaron a las pantallas gracias al arduo trabajo de ambos equipos: “Troyanas”, “Coriolano”, “Sacco y Vanzetti”, “Diles que no me maten”, “La muerte tiene permiso”, “Divertimento poblano”, “Molière”, “Espartaco”, “Las preciosas ridículas”, “Con los niños no”, “Para que ya no se repita”, “La tremenda corte”, “Juntos sí podemos” y la más reciente: “Arturo Ui”.
El trabajo que ha realizado la compañía es más que digno de admirar. Jóvenes que no son artistas renombrados han dado vida a obras que han abierto los ojos del pueblo mexicano y eso, en tiempos del mesías de la 4T, es una labor muy peligrosa, pues quién no está con él, está en su contra.
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