MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Crónica: Mi camino, mi destino; el tiempo yo no lo detengo.

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San Luis Potosí.- Van formadas como una gran hilera de hormigas en una mañana de un campo primaveral, verdoso y alegre, sobre cada una hay trabajo, años y una fuerza que nadie haría que se detuvieran. Así son las horas, momentos congelados, que una tras otra avanzan, el parteaguas fue las 11 de la mañana de este 20 de noviembre en San Luis Potosí, donde la cantera rosa resalta en sus edificios del centro histórico. El Teatro de la paz y el Instituto Potosino de Bellas Artes son los testigos.

El tiempo había avanzado un tramo más y en el lobby del gran foro de esta ocasión un señor con no menos de 70 años llama mi atención. Un sombrero, su rostro no es común, por algo está ahí. El color de su camisa se asemeja al color vino de la cara frontal de la guitarra de otro gran hombre inmortalizado en un cartel y quién sabe por cuántas mentes más de miles de mexicanos en el país.

"Venía triste por la mañana, nuestro camión venía tarde, pensaba que no iba a llegar, pero algo pasó", -aquí acoto en mi pensamiento, quizá la gran hilera de hormigas decidió alargarse un poco-; el hombre con experiencia de la vida en el rostro y con pensamientos como si fuera un joven influido por una gran fuerza y que viaja hacia el horizonte, ataja una de mis preguntas. Soy de Villa Hidalgo, llegamos 5 minutos después de las 11, tenía que conocer a ese señor, se refería a Aquiles Córdova Morán.

De donde yo soy aunque hay escuelas de kínder, primaria y secundaria, ya no puedo educarme; aquí también vine por eso, nos están educando y abriendo los ojos, este señor sabe y vaticina mucho, algo va pasar dice con sus manos que mueve al ritmo de la expresión de sus labios en los que no cabe ni un milésimo de segundo de duda.

Al señor Aquiles lo escuché con atención, -dijo- y quería conocerlo porque al tiempo yo no lo tengo, el tiempo avanza y cuando en mí se detenga debo estar listo y sentir que no estoy sólo en esta vida; aquí conocemos muchas personas y eso me alegra mi corazón. Y sí, en esta décimo sexta edición teatral de Antorcha, se conoce a mucha, más de 2 mil 500 actores de diferentes estados y más de 50 mil espectadores que llenan los foros de este viaje con el teatro.

El hombre apreció la primera obra teatral y ahorita observa la imagen de un hombre modelo y ejemplar, al Dr. Juan Manuel Celis Ponce y recuerda; el señor sabe lo que hizo, pues recuerda que por la mañana se habló de él, el gran compositor de palabras juntas que encierran el sentir y el futuro de la organización más grande y poderosa de México. "Antorcha es mi camino, Antorcha es mi destino, Antorcha con el pueblo triunfará…" un fragmento del himno compuesto por Celis Ponce.

Mientras conversamos lo segundos avanzan como las horas, sólo son 5 minutos, la segunda llamada para la siguiente presentación ya se dio. Una señora está a unos metros de nosotros sin mover la vista, muy parecida al villahidalguense, la veo de reojo y aprecia una pintura, el cuadro es bello, una mujer adulta está plasmada, también se deja ver experiencia en el pintor que ha dejado años de su vida, años de trabajo y de pensamientos elevados como de los que genera cada actor en cada uno de las obras de este encuentro con la dramaturgia mexicana.

Dos jóvenes, segundos después, observan el gran cuadro, quizá son pareja, están juntos algo se dicen y uno decide tomarse una selfie. El tiempo se congela; recordar ese lienzo sobre el que descansan los colores mezclados para dar cuerpo al rostro de la señora de avanzada edad, están vivos, no se deben olvidar. Se dan cuenta que los observo y avanzan pero siguen disfrutando de las más de 40 pinturas que se exponen en este teatro, ya inmortalizado desde hace 16 años.

El campesino me habla sobre los jóvenes que están presentes y pasan a nuestro costado, ellos son afortunados, conocen y se educan pero deben aprender de la vida y de lo que nos enseñan con estos concursos, dice. Me da la mano y se retira, en su rostro hay seguridad, experiencia, vida, un gran hombre observó a otro gran hombre, en la entrada de la fiesta teatral, los dos intercambian pensamientos, uno con la guitarra y su música, otro con el sombrero y las manos callosas del trabajo nada denigrante de nuestro México.

La tercera llamada se escucha, la siguiente obra comenzará y la fiesta y magia en la escena sigue.

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