Regresando de realizar mis tareas ordinarias, tomé el transporte público y en el trayecto me encontré con una familia de seis integrantes. Ustedes saben, mamá, papá y cuatro pequeñas criaturas de no más de 18 años.
Me sorprendí, porque hoy en día la mayoría de las familias en las ciudades urbanas están conformadas de sólo cuatro integrantes, es decir, sólo dos hijos. No es común encontrar familias ya consideradas grandes (seis o más integrantes), y si no me creen, vean el siguiente dato:
En el análisis “Hogar en México: cuánto ganan, cómo viven”, se menciona que en México existen más de 23 millones de familias en las que el número de integrantes es de cuatro personas en promedio.
Es preocupante la realidad que enfrentan familias enteras por la falta de oportunidades en las grandes urbes que cada vez dan menos opciones para tener lo mínimo indispensable como una buena alimentación, educación de calidad y salud.
Además, se observa que la mitad de los hogares en México tiene un ingreso igual o menor de 10 mil 320 pesos mensuales. El ingreso promedio de las familias mexicanas fue de 13 mil 854 pesos.
Este valor se encuentra 3 mil 345 pesos por debajo de la línea de pobreza por ingresos para la zona urbana, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Pero es que los mexicanos hacemos de nuestras dificultades cosas sencillas de sobrellevar, aun cuando la realidad sobrepasa nuestras posibilidades y oportunidades.
Aquí se acomoda muy bien la frase “donde come uno, comen dos” y es que estoy consciente de la triste realidad a la que se enfrentan cientos de familias mexicanas al tratar de sacar adelante a sus hijos y que estos puedan aspirar a una vida mucho mejor.
Llamó mi atención esta familia que me encontré y quiero describir su situación solo a primera vista: era una señora de apenas unos 30 años, con una bebé de tres meses de nacida aproximadamente; el papá de unos 35 años, quien traía a su lado a una niña pequeña de escasos cuatro años y en brazos un niño de seis. Al frente de ellos se sentó una niña de unos doce años, todos ellos con los mismos rasgos físicos de la madre y el padre.
Fue sorprendente para mí, yo que en los últimos días el tema del dinero ha causado impaciencia en mí, observar, analizar y reflexionar que todos ellos necesitan comer, vestir, estudiar, tener un lugar donde dormir, tener quien los cuide y esté al pendiente de ellos, la higiene necesaria para no enfermarse, comprar los útiles escolares, pagar colegiaturas y un sinfín de gastos que deben realizar los padres para cubrir las necesidades que requiere un ser humano para desarrollarse y tener una vida digna.
¿Cuánto gasto tiene que sufragar el padre de familia para cumplir con todo esto? En primera, no sé dónde trabaja y tampoco si logra alcanzar ese sueldo de 13 mil 854 pesos mensuales, pero de lo que puedo estar segura es de que más de una vez tendrá dificultades que sortear, que la vida por donde quiera que la veamos se encarece cada día más. En nuestro país no existen las oportunidades necesarias para prepararse y después encontrar un empleo que sea redituable.
Entre todo el barullo, también me sorprendió ver que todos ellos llevaban un trolelote (vaso de elote con crema) y un litro de agua de sabor; es decir, que en esa salida mínimo el padre de familia tuvo que gastar 35 pesos en el vaso de elote y 25 pesos en un litro de agua de sabor por cada uno.
Claro, la pequeña no puede consumir eso, pero los otros tres sí, es decir, que el gasto promedio que debió realizar fue de 60 pesos por cada hijo, un total de 180 pesos solo cumpliendo con el antojo de cada uno de ellos y para no entrar en problemas de discusión con los hijos, que en cualquier momento y por su edad pueden llegar a emberrincharse.
¿A qué se enfrentan las familias en estos momentos? A los altos costos de la inflación, porque cada día es más difícil sobrellevar el gasto, además de pagar los servicios básicos (luz, agua, gas), alimentación, salud, educación, entretenimiento y viajes, que son de los pocos lujos que, si lo vemos así, las familias pueden darse, pues hay que cubrir los gastos que se requieren en nuestro país para medio sobrevivir y dar a las familias un bienestar digno.
Las familias también se enfrentan a los bajos salarios que en la mayor parte del país es una constante. Algunas veces esos trabajos no cuentan con seguro médico, prestaciones de ley, instalaciones en mal estado, maltrato y un ambiente laboral nada saludable, entre otras dificultades que los trabajadores aceptan porque no les queda opción. Hay que alimentar a la familia y dar un estudio mínimo a los hijos hasta que puedan valerse por sí mismos, pues tarde o temprano emprenderán el vuelo y tendrán que buscar su propio camino.
Pero los problemas no terminan aquí. Las dificultades se agravan porque tampoco cuentan con un lugar propio donde puedan construir su patrimonio, y es que el dinero solo alcanza para solventar gastos de alimentación, como ya describimos arriba.
Según datos publicados en la revista Buzos de la Noticia, existe un déficit de 10 millones de viviendas; o sea, más de la mitad de las familias que existen en México no cuentan con un lugar donde establecerse, teniendo que implementar medidas como el vivir hacinados en casas pequeñas, porque su salario no les permite la adquisición de un hogar.
Llegando al bulevar (que es el centro de la ciudad) yo salgo del camión y la familia continúa su viaje hacia su destino. Es preocupante la realidad que enfrentan familias enteras, no sólo por el hecho de ser familias con un número importante de integrantes, sino por la falta de oportunidades en las grandes urbes que cada vez da menos opciones para tener una vida cómoda y que se logre alcanzar lo mínimo indispensable como una buena alimentación, educación de calidad y salud para todos.
La familia de la que hablo sólo es un ejemplo de la situación en la que se encuentra nuestro país y las dificultades para sacar a sus hijos adelante.
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