MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Dame mi machete tunco, que me voy para la siembra!

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Cuando alguien escucha la marimba, es irremediable que nuestro cuerpo marque el ritmo de la canción sonante. Inspira una alegría tremenda al mismo tiempo que envuelve en su armonía maredera la historia del pueblo trabajador.

La marimba es un instrumento prehispánico inventado casi al mismo tiempo sobre la misma línea del sureste de esta parte del mundo y, aunque hay disputas entre Guatemala y México por saber cuál es la cuna de la marimba, irremediablemente aquí, en nuestro país, ha tenido un auge enorme que permite acompañar desde un danzón, un bolero, hasta la música tropical que acompaña los bailes chiapanecos.

La música, desde su origen, ha buscado la armonía como elemento indispensable para ser considerada como tal, al principio solo se acompañaba por la voz, es decir, antes de usar otros instrumentos musicales el hombre cantó, imitando el sonido de la naturaleza, con diferentes alturas, duración e intensidad y poco a poco se acompañaron por instrumentos percutidos, al principio, y después aquellos que podían generar una melodía alterna que podía acompañar a la voz.

La madera percutida ya era utilizada como instrumento y acompañaba las danzas rituales, esta temperada, podía afinarse a distintas alturas y con la especialización del tiempo ha tenido una gama tan amplia como la del piano. Fue Abel Domínguez quien, a distintos tamaños, hubo especializado lo que podemos llamar nuevos tipos de marimbas que tenían un sonido más agudo y facilidad entre las teclas para requintear.

En el norte, los negros acompañaban el ritmo del trabajo con sus cantos que hablaban precisamente sobre la labor de mano que realizaban todos los días en el algodón, por ejemplo; en el corte de la madera en otro ejemplo… En Chiapas, el ritmo campesino también tuvo su expresión en la música.

Las letras populares eran recogidas, pequeños versos que hablaban sobre la labor del campo que llevaba a niños, jóvenes y adultos a la labranza; “dame mi machete tunco, que me voy para la milpa, que me voy a trabajar “; esta letra fue guardada en nuestra marimba y hoy forma parte de nuestro folclor y de las canciones que no deben faltar nunca en los bailes populares, sin embargo lo que hay implícito es la memoria del pueblo trabajador que dio ritmo y letra a una canción que guarda por siempre la memoria del pueblo trabajador. Ahora, cada vez que la bailemos, habrá que recordar que el ritmo jocoso marca el paso de nuestros ancestros que cultivaron el campo y que queda para siempre guardado en nuestra música popular.

“Dame mi machete tunco… que me voy para la milpa, que me voy para la milpa, ya me voy a trabajar... ". 

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