Así calificó el pasado lunes el gobernador de la entidad, Cuauhtémoc Blanco, ante el cuestionamiento de los medios locales respecto al próximo ciclo escolar, mismo que iniciará el 30 de agosto en todo el país de acuerdo a lo dicho por la SEP. Sin embargo, también enfatizó que seguirán las indicaciones del gobierno federal, cuya directriz sale de Palacio Nacional, y no es otra que el regreso a clases sin considerar si hay condiciones propicias o no, al grado que ya pusieron a la educación como un servicio prioritario, aparte de señalar problemas emocionales de los estudiantes y, por supuesto, el llamado rezago educativo.
Nadie en su sano juicio estaría en contra del regreso a clases si existieran las condiciones para ello y, en consecuencia, no se pusiera en riesgo la vida de los niños y jóvenes, así como a los papás y a los mismos maestros. Pero resulta que la pandemia de covid-19 en vez de disminuir aumenta, nos acercamos a una situación muy parecida a la segunda ola de enero pasado, en algunos días ya fueron rebasadas las cifras, afectando ahora con más frecuencia a niños y jóvenes, así como a muchos de los padres que se encuentran entre las edades de 30 y 40 años, pues son los que menos están vacunados. ¿Qué nos espera si prevalece la insensatez y la terquedad irracionales? Veamos algunos datos.
En encuestas recientes hechas por El Financiero y Consulta Mitofsky, señalan que un 60% de encuestados no están de acuerdo con el regreso a clases bajo estas condiciones de riesgo, es más en el caso de una encuesta de El Sol de Cuernavaca indica que 8 de cada 10 se oponen a esa medida. Y a pesar de la oposición mayoritaria de la población, el presidente Obrador y su alfil en la SEP, la maestra Delfina, insisten en que no darán marcha atrás a la medida tomada, en última instancia, dicen, lo decidirán los padres de familia, para luego cargarles toda la responsabilidad y echarles la culpa si sus hijos salen contagiados, como era evidente con la carta responsiva hecha para hacerlos firmar, misma que al final el mandatario la descalificó por ser una burda maniobra para lavarse las manos de los contagios y muertes resultantes.
Así las cosas, hasta ahora la mayoría de los gobiernos de los estados se han pronunciado por el ¡sí! al regreso a clases para no contrariar seguramente al poderoso de Palacio, con excepción del estado de Hidalgo quien ya se manifestó en contra, pero en Morelos no se sabe qué harán las autoridades educativas y el gobierno del estado, si al final se decantarán por la disposición federal como ya lo adelantó el gobernador o realmente pondrán por encima de todo la vida de la población, más allá de la economía y del interés del gran capital y los grandes negocios, por no perder sus ganancias a costa de la vida de la gente.
Sin las debidas medidas sanitarias, entre ellas la ventilación y grupos reducidos de estudiantes, los expertos señalan que será muy difícil controlar a los niños y los contagios vendrán en cascada, pero quién pagará los platos rotos será la población inerme, pues las autoridades educativas y de gobierno se lavarán las manos aduciendo que es una decisión individual de los padres, enviar a los hijos a la escuela, ninguna responsabilidad oficial como es costumbre en el gobierno de la 4T y sus aliados. No caigamos en el juego perverso de la necesidad de recibir instrucción o la vida, escojamos lo segundo por el bien de todos. Vale.
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