La Villa de Espita cobró gran relevancia al servir de refugio a familias que huían del conflicto que representó la Guerra de Castas, el levantamiento indígena maya que se prolongó de 1847 a 1901, convirtiéndose en un hecho trascendental, porque por vez primera los mayas se rebelaron en contra de sus opresores blancos (Dzules). La Villa incrementó notablemente su población y producción agrícola en las haciendas, dando paso al auge cultural y artístico que le ganó el sobrenombre de «La Atenas de Yucatán», por considerarse uno de los focos culturales de la entidad; sin embargo, las políticas posteriores a la Revolución Mexicana y el reparto de las tierras agrícolas en ejidos, llevaron al paulatino cierre de las haciendas, lo que provocó el declive de su economía durante la segunda mitad del siglo XX, situación que prevalece en la actualidad.
Actualmente, la Villa de Espita, cabecera del municipio del mismo nombre, cuenta con una población de 12 mil 320 habitantes, misma que, según estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) 2015, el 80.6 por ciento de esta población vive en situación de pobreza y el 39.2 por ciento en condición de pobreza extrema. Es decir, falta mayor inversión en todos los indicadores de desarrollo que impacte de manera importante en el bienestar de los espiteños, capaz de hacerla florecer como lo fue en otros tiempos.
Así en 2017, con la convicción y compromiso de luchar por mejores condiciones de vida para sus familias, un importante grupo de ciudadanos espiteños se unieron al proyecto social del Movimiento Antorchista en Yucatán y asidos como un solo hombre, avanzaron en la gestoría de beneficios de carácter social, entre ellos, 170 acciones de mejoramiento de vivienda, 400 paquetes de insumos agropecuarios, pavimentación de calles, despensas, entre otros y como logro más importante, la rehabilitación de un inmueble que comenzó como Estación Ferroviaria de Espita, convertida después en planta empacadora de chiles habaneros, para posteriormente ser una imponente Casa de Cultura llamada “La Atenas de Yucatán”.
El elemento a destacar en la consecución de esta magna obra, es el papel solidario que los diputados federales de afiliación antorchista, quienes realizaron la gestión para la asignación de los recursos en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2018 a través del Ramo 23 y que aterrizaron a las arcas de la administración municipal 2015-2018 encabezada por el Dr. Marcelino Canul Canul, misma que decidió que se aplicaran en la remodelación del edificio mencionado para adaptarlo como Casa de Cultura; los trabajos de restauración se concluyeron en mayo de 2019, estando al frente de la administración municipal el profesor Josué Castillo Amézquita.
Desde entonces, las instalaciones se han utilizado, una parte para la realización de actividades culturales promovidas por el Movimiento Antorchista: baile, poesía, urdido de hamacas, bordado, por mencionar algunas; otra para vivienda de instructores y una más, para despacho de actividades propias del H. Ayuntamiento en turno, siempre en un marco de respeto y colaboración de todas las partes.
Sin embargo, desde el inicio de la actual administración municipal encabezada por la Profa. Martha Eugenia Mena Alcocer, a través de una emisaria y sin mayor “argumento”, más que el inmueble es propiedad del Ayuntamiento que ella preside, notificó a los ocupantes que desalojaran las instalaciones porque en adelante “quien decide quiénes, qué hacer y cuándo en ese edificio es el municipio, que así lo determinaba la dirección jurídica”. De nada han servido los motivos expuestos por parte de los actuales ocupantes del inmueble, sobre las razones de continuar con las actividades de manera coordinada tal y como venía sucediendo con anterioridad.
Ante esta situación y la actitud de cerrazón por parte de las autoridades municipales, el Comité Estatal del Movimiento Antorchista en Yucatán, hemos buscado la intervención conciliatoria del Gobierno estatal para llegar a un buen acuerdo en beneficio de las partes, pero la negativa municipal continúa. De lo que se trata, como puede deducir cualquier mente desprejuiciada, es despojar a los antorchistas espiteños del uso de estas instalaciones que lograron en unidad con sus hermanos antorchistas de todo el país.
¿Qué les da derecho a las actuales autoridades municipales de despojar a los gestores del inmueble de su uso legítimo? ¿Por qué se envalentonan y amenazan con utilizar “todo el peso de la ley” para hacerse de la posesión del edificio? ¿Por qué a ninguno de los que ahora se sienten dueños del poder municipal, hicieron algo para convertir ese edificio en ruinas en uno digno para el pueblo de Espita? Dice un adagio popular que cuando ven la mesa servida todos se sienten convidados, aunque a algunos de ellos no les haya costado el mínimo esfuerzo, todo indica que en Espita eso es lo que ocurre con la Casa de Cultura.
Los antorchistas no estamos dispuestos a que nos atropellen impidiéndonos la implementación de nuestras actividades culturales y llamamos a la presidenta municipal, a que reconsidere su propuesta, que no olvide que el trabajo conjunto da mejores resultados que la confrontación, que el poder municipal dura tres años y que la gente no olvida los resultados de sus autoridades. Por nuestra parte, siempre nos hemos mostrado respetuosos, pero no aceptaremos el despojo del que nos quieren hacer objeto.
Antorchistas espiteños, es nuestro logro haber convertido la estación ferroviaria en ruinas en la imponente Casa de Cultura que con orgullo la denominamos “La Atenas de Yucatán”, con la esperanza y compromiso de que las familias de este pueblo otrora culto, vuelva a ser lo que antaño fue un espacio digno para promover y hacer cultura que nos haga ciudadanos yucatecos sensibles, humanos, comprometidos y orgullosos de nuestras raíces. Los llamo a defenderla de cualquier atropello, trátese de quien se trate.
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