Los gobiernos estatales encabezados por Cuauhtémoc Blanco y Alfredo Del Mazo en los estados de Morelos y Estado de México respectivamente, son muestra de poca visión, indolencia e ineptitud frente a la escasez que se viene en pocos meses y niegan el apoyo de fertilizante a los campesinos, que saben que de ello depende que vivan o mueran de hambre, y tal vez no solo ellos, sino ante la crisis alimentaria que se avecina, la de una buena parte de la población.
En Morelos, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (Coneval), más de un millón de personas viven en pobreza, y un 18 por ciento de estos se encuentran en pobreza extrema, lo que significa que no tienen agua, vivienda, etcétera, es más, ni siquiera tienen para comer una vez al día; en estos rubros entra el pequeño agricultor que tiene solo en la siembra por temporal, la oportunidad para hacerse de unos granos de maíz o frijol para que su familia pueda sobrevivir ante un futuro incierto dada la pandemia de coronavirus.
Y es en este contexto donde un grupo de campesinos piden a los gobiernos de Morelos y Estado de México respectivamente, se les apoye con fertilizante para su siembre al estar próximo el temporal, encontrando nula respuesta a la demanda. No es la primera vez que los campesinos de Morelos tienen que enfrentarse con la sinrazón de un gobernante, con Graco Ramírez era igual, lo que nos habla de que las cosas no han cambiado, las mismas maniobras dilatorias, los oídos sordos, la negativa tajante y las puertas cerradas. El gobierno de Graco sigue gobernando, ahora con otra cara.
Pero el problema no queda ahí, en una simple negativa, tiene consecuencias; la gran mayoría de la venta de los pequeños productores se lleva a cabo dentro del mismo estado, entonces para que el estado pueda contar con ese suministro alimentario, requiere que los campesinos cuenten con los insumos clave, como fertilizantes y semillas; para alimentar a esa población. Tomando en cuenta esta pandemia que vivimos, nos pone en una peligrosa situación, por lo que, para evitar la escasez de alimentos, hay que mantener al campo produciendo, de otra forma, la población no puede comprar lo que los agricultores no cultivarán, por lo que el problema es la asequibilidad, pero también la disponibilidad y accesibilidad alimentaria.
Sería trágico que se agudizara este problema y se redujera su capacidad de producir alimentos, en un momento en que estamos tratando de asegurarnos de que el suministro alimentario siga siendo adecuado para todos. Así que los responsables de las políticas deben prestarle atención al campesino.
Es indispensable que los gobiernos proporcionen los apoyos adecuados para los agricultores pobres, así como las subvenciones para reiniciar la producción; se puede inyectar capital en el sector agrícola para ayudar a las pequeñas y medianas empresas -y a sus trabajadores- a mantenerse a flote. Durante la emergencia, los gobiernos pueden intentar comprar productos agrícolas a los pequeños productores para establecer reservas estratégicas de emergencia con fines humanitarios, por ejemplo. Sobreviviremos a la pandemia de coronavirus. Pero debemos entender -ahora- el enorme daño que las medidas adoptadas para combatirla infligirán a nuestro sistema alimentario local.
Los planes deben ser serios, coherentes y eficaces para atacar la pandemia, pero deben incluir medidas destinadas a disminuir las perturbaciones en las cadenas de producción y suministro alimentario. El economista jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) por sus siglas en inglés, Máximo Torero Cullen, explica lo siguiente ante la pregunta de ¿existe el riesgo de que nos quedemos sin alimentos? "Existe ese riesgo, pero tenemos muchas formas de limitar esa posibilidad, y cuanto antes adoptemos medidas, mejor podremos evitar que se agrave la crisis...los estantes de los supermercados están aún bien surtidos. Pero podemos ver señales de que las presiones debidas al confinamiento están empezando a afectar a las cadenas de suministro...no podemos permitirnos cometer errores que agravarían el sufrimiento de la población más vulnerable."
Y ante tal respuesta nos queda claro que la ineptitud del gobierno de Morelos nos llevará a lo que dice el economista jefe de la FAO, al sufrimiento y quizá, muerte de los más de un millón de pobres, que si no mueren por no lavarse las manos, o por no tener una vivienda donde resguardarse y se contagien de Covid-19, pueden morir por no tener que comer por más de un mes.
Los morelenses esperamos como respuesta, políticas coordinadas que permitan el impulso de la capacidad para mejorar la ayuda alimentaria de emergencia y reforzar las redes de seguridad para las poblaciones vulnerables. El confinamiento se traduce en despidos y en una reducción de los ingresos, lo que hace que sea más difícil para las familias poner comida en la mesa. Los pobres serán los más afectados, y los gobiernos deben reforzar los mecanismos de seguridad social para garantizar su acceso a los alimentos. No más, no menos.
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