Luego de que hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador dijera que la clase media es “aspiracionista y egoísta”, remendó su discurso asegurando que se creará una nueva clase social gracias al apoyo dirigido a los pobres. Afirmó “que las y los mexicanos tendrán garantizados los apoyos económicos, al contar con la mayoría necesaria en la Cámara de Diputados para la aprobación del presupuesto de los programas sociales”. Ante esto, no es necesario ser un experto para entender que el mandatario federal cree que regalando un poco de dinero sacará a millones de mexicanos de la pobreza y con ello constituirá la nueva clase media.
Considero más bien que con el remiendo del discurso presidencial se trata de ocultar la furia del tabasqueño ante el descalabro electoral que sufrió Morena en la Ciudad de México. Según algunos columnistas serios, este enojo fue lo que le quitó la careta al presidente y señalan que sus dichos pueden parecer sorprendentes, pero son coherentes con sus acciones. Muestran a un personaje que odia la superación personal, los logros por méritos personales y el éxito material. Es el Ejecutivo indiferente ante el empobrecimiento de millones, puesto que rehusó salvar a muchos del desempleo por medio del gasto público y el rescate de empresas. Es quien ha ahorrado al no comprar toda clase de medicinas, en especial quimioterapias para niños con cáncer.
Los periodistas destacan que para el presidente la aspiración a ser mejor envenena la mente, nubla el amor por el prójimo. Por eso AMLO ama a los pobres y en los hechos busca mantenerlos en esa condición. Sus programas sociales garantizan dependencia y, sobre todo, gratitud de quienes los reciben. No son un mecanismo de superación, sino clientelar. Si es esto lo que el inquilino de Palacio Nacional realmente quiere y busca, entonces su política social es brillante.
Voces autorizadas subrayan, el presidente al arremeter contra la clase media no alcanza a ver que los pobres y los trabajadores no son los únicos oprimidos por el capital; también lo son las clases medias, e incluso la pequeña y mediana burguesía, que tienen que trabajar directamente para poder sobrevivir. La opresión de estas clases difiere en el grado y la forma respecto a los trabajadores manuales, es un factor que las acerca a los menos favorecidos. Son las primeras en entender y protestar por la mala situación, precisamente porque su mayor nivel de escolaridad las hace menos manipulables, menos fáciles de engañar y de comprar sus conciencias.
A estas alturas, todos sabemos que, a pesar del descalabro de Morena en la capital del país, a nivel nacional aún hubo millones de votos en favor del mal gobierno de Morena. Esto se debe por lo que se ve y han dicho sin ningún rubor el presidente y sus operadores políticos como Mario Delgado entre otros igualmente descarados, que los morenistas le apuestan todo su éxito y su aceptación a seguir entregando dinero en pequeñas cantidades para la compra de voluntades.
De esta manera, mientras la inmensa mayoría de los mexicanos permanezcan en la pobreza, los morenistas calculan que millones de electores seguirán votando por Morena, aunque el empleo, la seguridad, los servicios públicos y todo lo que hace menos dura la vida, no se vean por ningún lado. Es difícil saber hasta cuándo se podrá seguir tolerando esta situación y de permitir que a cambio de algunos pesos se destruya el país donde vivimos y vivirán las futuras generaciones. Tampoco se sabe cuántas mentiras y cuántas víctimas más tendrá que cobrar la autoproclamada “Cuarta Transformación”.
Por fortuna, millones de mexicanos que militamos orgullosamente en las filas del Movimiento Antorchista Nacional, nos hemos dado cuenta plenamente del peligro que amenaza a México teniendo a Morena en el gobierno. Por lo que hoy más que antes, tenemos que fortalecer nuestros lazos de unidad y decisión de lucha para oponernos con todas nuestras fuerzas a la mentira sistemática y a la denigrante compra de voluntades. Debemos proponernos llegar a ser mayoría absoluta en el país. No puede haber lugar a duda de que los antorchistas cumpliremos puntualmente con nuestra obligación de defender el futuro de nuestra patria. Actuemos en consecuencia, defendamos nuestro derecho a un futuro justo y de progreso para todos.
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