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Día del Libro en México

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El 23 de abril se ha señalado como el Día Internacional del Libro; se eligió este día en honor a William Shakespeare y Miguel de Cervantes Saavedra; ambos fallecidos en ese día, pero del año 1616, y de las más grandes plumas de la literatura inglesa y española, respectivamente porque reflejaron con especial agudeza a sus sociedades.

El maravilloso invento del libro se merecería más que una fecha. En la cultura de los pueblos, el libro ha venido a ser el mejor mecanismo para la preservación del conocimiento y del pensamiento de la humanidad y, en esa medida, la herramienta para ensancharlo paulatinamente. 

Ahora, a la celebración le han puesto un añadido; no solo es el Día del Libro, sino también el de los derechos de autor. Estos derechos aparecieron y se consolidaron a medida que ocurrió el desarrollo capitalista en Europa. En México datan de 1917, con la formalización y generalización también de las relaciones de producción capitalistas. Dice la ley que “El derecho de autor es el reconocimiento que hace el Estado en favor de todo creador de obras literarias y artísticas… en virtud del cual otorga su protección para que el autor goce de prerrogativas y privilegios exclusivos de carácter personal y patrimonial”. En teoría, esta ley procura a los creadores para que ellos y solo ellos puedan gestionar los beneficios económicos de la reproducción y comercialización de su obra. Esta ley implica, del otro lado, que, para acceder a la obra, el consumidor ha de pagar un importe con la consecuente restricción del acceso a quien no tenga para pagarlo. 

A propósito de la celebración, el INEGI publicó los resultados del Módulo sobre Lectura (Molec) 2022; estos refieren “el comportamiento lector de la población mexicana de 18 años y más”. De acuerdo con estos datos, solo 72% de la población alfabetizada adulta de México leyó algún material como libros, revistas, periódicos, historietas y páginas de internet, foros o blogs. Este indicador ha venido empeorando en los últimos años. Y si solo nos referimos a los libros, el indicador y su deterioro es peor: en 2016 -cuando se hizo por primera vez el ejercicio de INEGI- 46% de la población había leído al menos un libro, en 2022, 43% lo hizo. Eso no es todo. A la pregunta de si comprenden la lectura, solo 30% consideró que la comprendía toda; 53%, que la mayor parte y 13%, que la mitad. Y hay más, Poco más de la tercera parte de los lectores de libros los adquiere mediante la compra; el resto, solo lee material al que tuvo acceso sin un costo explícito, de manera gratuita. Lo que muestra que la capacidad económica es definitiva para esta práctica.

Estos datos barruntan un escenario de un atraso que rebasa con mucho las optimistas estadísticas de analfabetismo en México que se reporta en 4.7%, en torno a los 4.5 millones de personas. Sin embargo, de acuerdo con la estadística sobre prácticas de lectura, apenas poco más de la mitad de la población adulta comprende su lectura; esto implica que para la otra mitad está vedada la cultura capturada en los libros. Este problema se agudiza entre la población y las regiones más pobres. En México hay una urgencia enorme de programas de fomento de la lectura. La educación de un pueblo pasa no solo porque se tenga la capacidad de leer, sino porque efectivamente se haga.

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