MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Educarnos y organizarnos, es el reto que nos toca ahora

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Como toda crisis de salud, la pandemia del coronavirus (COVID-19) nos pone de frente a los temas cruciales de la vida, entre ellos el de la educación. En este caso, se trata de una educación o re-educación personal y colectiva que nos permite enfrentar juntos un evento de la naturaleza para el que estamos escasamente formados e informados.

Para hablar de ello elegiré a dos autores cuyos puntos de vista confluyen en el tema. Primero me permitiré retomar la perspectiva del psicoanalista Erick Fromm, trata en torno a cuatro elementos que él considera los fundamentos del amor: cuidado, conocimiento, responsabilidad y respeto.

El cuidado es necesario, salta a la vista: finalmente, de lo que se trata es de cuidarnos a nosotros y a los demás, es decir, ejecutar los actos necesarios para evitar enfermarnos, y si la adquirimos, o alguien a nuestro alrededor la adquiere, hacer lo necesario para curar y para no contagiar a otros.

Quiero añadir también la perspectiva del filósofo español Fernando Savater, que también ha reflexionado acerca de la relación entre el amor y la educación, y cuyo pensamiento adquiere su máxima dimensión justamente en momentos de crisis sociales como la actual.

Savater funda su teoría de los valores éticos en lo que él llama amor propio, Nos recuerda que todos dependemos de todos, y estamos entreverados en una red de relaciones tan estrecha, la educación, ocupada en guiar al otro en la búsqueda de su bienestar, se vuelve siempre en nuestro propio bien.

La COVID-19 cambió radicalmente nuestras vidas. Desafortunadamente, este mal atenta contra todo y todos: la Paz, el Planeta, la Prosperidad, la Salud nada menos que un derecho humano, y la atención médica está por los suelos.

De hecho, las personas más vulnerables y desfavorecidas son las primeras en sufrir las consecuencias de este mal. Son los de menor ingreso, los pobres, migrantes y enfermos.

La vida de gente como usted y como yo, la de un ser querido, una amiga, un conocido, una vecina. No somos estadísticas, somos ciudadanas y ciudadanos que ejercemos una función social, cada niña, niño, joven, adulto, anciana y anciano sin acceso a servicios de salud, es una víctima visible o invisible de la correlación entre el daño social de la corrupción y la violación de derechos humanos.   

Si queremos vivir en una sociedad más justa, y equitativa, debemos hacer que se aplique la ley, para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos: trabajar y hacerle entender a todos los mexicanos en la urgencia de defender nuestros derechos y exigir que se apliquen; organizar y politizar, una y otra vez.   

Absolutamente todas las personas podemos contribuir: amas de casa, obreros, campesinos, estudiantes, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, los sindicatos, los medios de comunicación. Educarnos tanto personalmente como socialmente, y de manera rápida, es el reto que nos toca ahora a todos los mexicanos.

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