Hace algunos días, leía un nota de El Heraldo de Chihuahua, con fecha del 15 de diciembre, que decía lo siguiente: “Buen Fin 2023 se queda corto y no cumple expectativas". Solo generó 134 mil millones de pesos, cantidad menor a la esperada por la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CANACO) que estimó una derrama económica de 195 mil millones de pesos, de acuerdo con información de la Secretaría de Economía”. Parece, pues, un llamado a los consumidores para que le echen más ganas y que la clase empresarial pueda llegar a la meta programada.
Carlos Marx escribió acerca de la sobreproducción de mercancías lo siguiente: Cada uno de los capitales actúa en una escala que no se determina por la demanda individual (encargos, necesidades privadas), sino por el esfuerzo de realizar tanto trabajo, y en consecuencia tanto sobretrabajo como sea posible, y de producir la mayor cantidad posible de mercancías con determinado capital. El criterio de esta expansión de la producción es el capital mismo, el nivel existente de las condiciones de la producción, y el deseo ilimitado de los capitalistas de enriquecerse y ampliar su capital, pero en modo alguno el consumo, que desde el comienzo resulta inhibido, ya que la mayoría de la población, los trabajadores, solo pueden ampliar su consumo dentro de límites muy estrechos, en tanto que la demanda de trabajo, aunque crece en términos absolutos, disminuye en términos relativos, en la misma medida en que se desarrolla el capital”.
México, en su fase de capitalismo, padece los mismos males, una sobreproducción de mercancías que están fuera del alcance de la clase trabajadora, al grado de que los almacenes están repletos de todo tipo de mercancías, mientras los hogares están carentes de ellas. Esta es una contradicción propia del sistema, pues la creación de mercancías no implica el goce de estás por todos los trabajadores, es imprescindible el dinero para poder hacerse de ellas, pero resulta que México es un país en que, de acuerdo con el informe de la ENOE, el total de mexicanos que tienen un trabajo es de 57 millones 492 mil 318, pero, de los cuales, la ocupación formal solo fue de 25 millones 538 mil 046, lo que representa un 44.4 por ciento, mientras la ocupación informal fue de 31 millones 954 mil 272 personas, equivalente al 55.6 por ciento. Además, hay que sumar que la población desocupada fue de dos millones de personas.
Así es como se puede explicar la tristeza en la que se encuentra la clase empresarial en el país por el hecho de que los trabajadores no haya podido comprar más de sus mercancías colocadas en vitrinas atractivas, a las que se les hacen campañas publicitarias millonarias. Este en un problema que no deriva en la voluntad, sino en la realidad social de los mexicanos. Mercancías hay, lo que no hay es trabajo y buenos salarios.
Además de que se han romantizado tanto las fechas decembrinas, al grado de que las familias mexicanas tienen que hacer un esfuerzo mayúsculo para ahorrar de lo poco que reciben como salario cada semana o cada quincena para que llegados estos días, tengan un pequeño ahorra para la cena de navidad y de año nuevo y los regalos a los niños, aunque estos sean de lo más sencillos.
El crecimiento del desempleo y el aumento inflacionario en los productos básicos de consumo provocarán, en un momento no tan lejano, una crisis financiera, al grado en que ni en estás fechas se puedan comprar las mercancías abarrotadas, y el desfogue de tal crisis puede ser catastrófica para el sistema, pues le están cerrando todas las válvulas de escape a la inconformidad social.
En estás circunstancias es necesario y urgente que el pueblo de México nor organicemos y estemos preparados para cuando esas condiciones sociales y económicas hagan más accesible el ascenso del pueblo al poder del país.
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