MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El campo, en el abandono y a merced de la sequía

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La temporada de Día de Muertos está cerca. Pero este año un festejo normalmente lleno de color, flores y alegría se divisa gris y difícil para los cientos de familias campesinas de Hidalgo que han sufrido la pérdida de sus cosechas, debido a la sequía que se mantiene en el estado.

De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), 83 municipios de los 84 se encuentran en las distintas categorías de sequía, y las presas cuentan con un porcentaje de almacenamiento global de apenas 52.4 por ciento. 

La escasez de flor de cempasúchil, típica en estas festividades, ya se reporta en el estado. En la Huasteca hidalguense, el 29 de septiembre se realiza la primera ofrenda a San Miguel Arcángel, considerada como el preludio a la fiesta más grande de esta región: el Xantolo de Día de Muertos.

“Sin embargo, este año contrario a los anteriores, no lució la flor de cempasúchil en la mayoría de los altares, pues habitantes del municipio de Jaltocán y algunos productores del campo señalaron que debido a la sequía, no hubo cosecha” (“Escasea cempasúchil previo a inicio de actividades por Xantolo en Hidalgo; no hay producción”, Milenio Hidalgo, 4 de octubre de 2023).

Esta especie se produce en la entidad en las zonas agrícolas como el Valle del Mezquital (principalmente), Metztitlán, la Sierra Otomí-Tepehua, la Huasteca, entre otras regiones, que actualmente son de las más afectadas por la sequía.

Destaca el caso de la Sierra Alta y Huasteca donde doce municipios se encuentran en la categoría más grave, sequía excepcional: Atlapexco, Chapulhuacán, Huautla, Huazalingo, Huejutla de Reyes, Jaltocán, Lolotla, La Misión, San Felipe Orizatlán, Pisaflores, Tepehuacán de Guerrero y Tlanchinol; y otros más (Monitor de sequía, 30 de septiembre).

En la zona del Valle del Mezquital, mayor productor de esta flor en el estado, se practica la siembra de temporal y de riego; sin embargo, han sufrido la pérdida de sus cosechas debido a la sequía, algunos campesinos por tres años consecutivos, y otros por dos años.

A sus muchas penurias, a los agricultores se les suman las consecuencias del cambio climático, por los que los lapsos de sequía son cada vez más largos y consecutivos; arrecian las olas de calor y son más frecuentes los fenómenos climatológicos intensos.

En Hidalgo, como en el resto del país, uno de los sectores más vulnerables es el campo. Los trabajadores del campo viven al día, sobreviviendo con una alimentación a base de maíz, otros granos y verduras, consumiendo carne solo en contadas ocasiones especiales.

Además, no tienen ninguna prestación laboral como el seguro social, la lejanía, la mala situación de la infraestructura carretera y la marginación de las comunidades rurales les hacen aún más difícil el acceso a los servicios de salud y educación de calidad.

A sus muchas penurias, se suman ahora las consecuencias del cambio climático, provocado por la sobreexplotación de recursos y la contaminación del gran capital. Los periodos de sequía son cada vez más prolongados y consecutivos; arrecian las olas de calor y son más frecuentes los fenómenos climatológicos intensos e irregulares. 

El campo en México está constantemente a merced de estas y otras inclemencias climáticas pues no hay una verdadera política de desarrollo y tecnificación, y la inmensa mayoría de los pequeños productores aún practican la siembra de temporal.

En su columna en El Sol de México, Luis Fernando Haro, Director General del Consejo Nacional Agropecuario, señala:

“En lo que va de este sexenio los recursos para la Secretaría de Agricultura se han reducido en un -3.1% pasando de 76,476 millones de pesos en el 2018 a 74,110 mdp que es lo proyectado para el 2024. Además (…)“muchos de los programas que existían para capitalizarlo desaparecieron, programas que daban certidumbre a las y los productores desaparecieron, programas para tecnificación del riego, para la adquisición de maquinaria, apoyos a la comercialización, compra de coberturas, programas para incentivar el financiamiento hacia el sector, entre otros”.

A pesar de que una de las promesas de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador fue lograr la soberanía alimentaria, debido a la precaria situación del campo mexicano, entre otros factores, nuestro país “batió récord en sus importaciones de maíz en la temporada de 2022-2023 (terminó el 30 de septiembre pasado) y volverá a registrar otro máximo histórico en el ciclo 2023-2024, de acuerdo con estimaciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos” (El Economista, 2 de octubre de 2023). 

Es una realidad que la escasez de agua constituye ya uno de los principales desafíos del siglo XXI; por ello es necesario y urgente que se elabore y lleve a cabo un plan nacional para que el campo mexicano deje de sufrir pérdidas debido a la falta de agua.

Se debe invertir en infraestructura hidráulica, en tratamiento, captación y conducción de agua pues desde el gobierno federal poco se ha actuado de manera preventiva para evitar lo que hoy está viviendo el campo, y se han limitado a invertir pocos recursos en la donación de algunos kilos o litros de fertilizantes, semillas e insumos, o a dotar de maíz a bajo costo a los afectados, pero sin trabajar en una solución real a esta problemática.

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