Cuando en la Secundaria el maestro de Historia de México me explicaba la participación de pueblo en la Revolución de 1910-17, y gracias a ello, los derechos adquiridos en cuanto a educación, salud, vivienda y trabajo y que esos derechos quedaron escritos con la sangre del pueblo en la Constitución de 1917, sentía orgullo por ser mexicana. Pero hoy, cuando miles de enfermos no reciben atención médica, menos aún las medicinas necesarias y cuando te enteras por las noticias (Latinus, 8 de abril) que el IMSS dejo caducar 134 millones de medicamentos con valor a 3 mil 600 millones de pesos, te peguntas ¿qué pasa en México?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció, desde el 10 de diciembre de 1948, a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), que: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así? como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia medica y los servicios sociales necesarios…” (Artículo 21.1).
En nuestra Constitución Política de 1917, el artículo 4º declara: “la obligación del gobierno federal de brindar servicios de salud a toda la población”, y la DUDH desde 1948 les recuerda a los gobiernos la obligación de brindar atención médica a todo el pueblo.
Entonces, ¿por qué AMLO y la 4T desaparecieron el Seguro Popular sin generar otro programa que brindara los servicios de salud necesarios? Peor aún, “para combatir la corrupción” AMLO decidió que sólo sean tres las empresas que surtan de medicamento al sector salud, lo que ha provocado un desabasto enorme: en los Centros de Salud te debes formar desde las 5 de la mañana para que obtengas una ficha de atención y cuando te dan la receta, te informan que no tienen los medicamentos.
Antes nos quejábamos que solo daban paracetamol y ácido acetilsalicílico, pero ahora ni eso porque dejaron que caducaran 7 millones 414 mil dosis de paracetamol en lo que va del gobierno de López Obrador; también dejaron caducar 698 mil vacunas contra la tuberculosis, 63 mil contra la varicela y 43 contra la hepatitis, en números redondos. Con ello, tiraron a la basura dieciocho mil millones de pesos, dinero equivalente al presupuesto que el estado de Colima ejercerá durante este año 2022.
Todo ese dinero, producto de los impuestos que paga el pueblo, lo desperdiciaron López Obrador y la 4T y, peor aún, dejaron de atender la salud y la vida de niños enfermos de cáncer y jóvenes con VIH, entre otros.
Esos son los hechos del gobierno de Morena. El último ejemplo de la pésima atención médica del gobierno morenista es que durante tres años le han negado vacunas contra covid-19 a los niños mexicanos. Los pocos que han sido vacunados tuvieron que ganar un amparo y obligar al gobierno federal a que les aplicara la vacuna; los adultos mayores se formaban desde la madrugada y a muchos los regresaban porque no eran de ese municipio o alcaldía, pero en las últimas tres semanas, porque están a punto de caducar cientos de miles de vacunas, ahora hay vacunas hasta en los centros de salud, en las clínicas del IMSS y organizan brigadas para asistir a los reclusorios.
Para que aceptes la aplicación de la vacuna te dicen: “basta que tenga ocho semanas de haber recibido la dosis anterior, para que pueda recibir la actual”, “no importa cual le aplicaron la vez pasada, puede aplicarse ésta”. ¿Cuál es la urgencia de utilizarlas, amor a la salud? ¿Preocupación por el bienestar del pueblo? ¿O simplemente preocupación porque los exhiban nuevamente como incompetentes al dejar que caduquen miles de vacunas contra la covid-19?
López Obrador no da paso sin huarache: ahora casi obliga a los adultos mayores a que ponerse el cuarto refuerzo de la vacuna para evitar que los biológicos se le caduquen y que sigan calificándolo de inepto. Bienvenidas las vacunas, pero eso no quiere decir que no sea inepto.
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