Los antorchistas llevaremos a este Gobierno de Sonora y a varios ayuntamientos el mismo pliego petitorio por tercer año consecutivo y lo entregaremos el 15 del presente a las 9:30 am. Básicamente, hasta ahora no ha habido solución a las peticiones de obras de impacto social y de infraestructura para colonias y comunidades humildes, hechas por los miles de ciudadanos organizados en el Movimiento Antorchista de Sonora, solicitadas en los dos anteriores pliegos.
Nos enfilamos ya al tercer año del actual Gobierno y al último de los ayuntamientos y empeora nuestra situación de pobreza, de inseguridad y falta de servicios, de salud y de prácticamente todos los indicadores sociales de bienestar del pueblo: no hay mejora y, francamente, no vemos que en el futuro inmediato ni mediato esto vaya a cambiar, no se ve una fiebre por construir, por hacer. No es que seamos pesimistas: esta es la zozobra en que vivimos, es inocultable. Las ayudas de dinero en efectivo son una gota de agua dulce en un mar de desesperanza. El desempleo sigue siendo un azote para nuestro pueblo y los empleos suelen estar mal pagados. Miles de padres y madres de familia deben tener al menos un empleo y medio o autoemplearse en jornadas de hasta 16 horas diarias para medio cubrir los gastos de la familia, a precios siempre más altos, porque nunca se estabiliza ningún precio, ninguno.
Antes de los gobiernos de Morena, llevar pliegos petitorios a las autoridades en turno tenía algún sentido, no resolvía nuestros problemas de pobreza, pero cuando menos algo de lo solicitado se resolvía, sobre todo en obras: había, aunque insuficientemente, algunas pavimentaciones, introducciones de agua potable, de drenaje, apoyos para mejora de la vivienda popular, fertilizantes, construcción de aulas escolares o escuelas, las recetas médicas eran surtidas en niveles mínimos, pero ahora no hay nada de eso.
Todos esos programas sociales y otros más nos los quitaron, argumentando que había corrupción, moches, igual que desapareció López Obrador el FONDEN y los fideicomisos de artes, cultura, justicia, etc. Y, a cambio, a algunos de nosotros, no a todos los ciudadanos mexicanos, nos siguieron dando ayudas en dinero en efectivo, como se ha hecho desde hace 40 años, aunque con otro nombre. Pero a estas alturas ya le quedará claro a usted que con esas ayudas no se puede construir la infraestructura que requieren nuestras colonias y comunidades, ni reconstruir Guerrero después de Otis, por ejemplo. Pero, y aquí viene lo grave, tampoco se han resuelto esos enormes problemas de México luego de haber entregado a tantos gobiernos pliegos petitorios durante años y años, esa es la verdad. La ineficacia gubernamental de los tres niveles, que no resuelve nada, nos obliga a plantearnos preguntas cada vez más graves, que no deberíamos de hacerlas si fuéramos un país viable. O sea: ¿para qué entregar pliegos? ¿tiene caso?
Pues a pesar de la aparente inutilidad de la entrega de pliegos petitorios, nosotros afirmamos que sí tiene caso, por muchas razones, entre ellas la posibilidad de dar unidad de acción a los muchos grupos dispersos del pueblo más olvidado, si realmente participan en un proceso democrático de elaboración de sus peticiones y no sucede que sean producto de apresurados inventos en la mesa de redacción de líderes trasnochados, como luego ocurre. Los pliegos petitorios son una expresión de nuestro derecho a organizarnos de la forma que mejor nos parezca.
Pero sucede que no podemos pasarnos la vida ingresando pliegos petitorios y recibiendo sonrientes promesas al por mayor y portazos en los hechos; todo tiene un límite. Y esa es otra razón poderosa para seguir ingresando peticiones a los gobiernos insensibles: constituyen un proceso que define los límites hasta donde puede llegar la clase dominante, después de los cuales es necesario que otra clase dirija los destinos de la nación, pues sólo así se dará satisfacción plena a las necesidades populares. En consecuencia, la falta de solución a los pliego petitorios populares debe mostrar a los trabajadores y a las clases sociales más humildes y oprimidas que ya es tiempo de que tomen en sus manos el poder y transformen de raíz esta desdichada situación: si los que están ahorita en el poder nos siguen maltratando con su falta de soluciones, pues entonces ya es tiempo de botarlos al basurero, de la historia o de donde sea, pero botarlos y elegir gobiernos constituidos por miembros de las organizaciones populares auténticas. Y si éstas no se tienen o están débiles, pues entonces la tarea es construirlas y fortalecerlas a la mayor brevedad.
Pero también la falta de solución a los pliegos petitorios nos enseña otras cosas: no somos nosotros, los peticionarios, quienes rompemos el pacto social original que nos caracteriza como nación, que quede claro. Al firmar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, decidimos desde 1917 resolver nuestras divergencias pacíficamente en el entendido de que los problemas de las clases humildes, pensaran políticamente como pensaran, votaran como votaran en las urnas, tendrían parte del presupuesto gubernamental garantizado, destinado a resolver su problemática… y no está sucediendo así: ya llevamos cinco años sin soluciones y con una montaña de recortes presupuestales. ¿Entonces, a dónde nos quieren conducir? ¿Quién será responsable de que las masas populares tomen decisiones desesperadas, como los saqueos que ocurrieron en Acapulco luego de Otis? Los antorchistas nos rehusamos a tomar caminos violentos, ilegales, tajantemente, y, por el contrario, insistimos en que las soluciones tienen que darse en las mesas de negociaciones con las instituciones destinadas para ello, pero tienen que ser efectivas y no de a mentiritas.
Por último, recursos hay. Nuestro país sigue siendo el quinceavo generador mundial de riqueza social, de entre los casi 200 países del mundo. Es decir, con toda franqueza, no pueden venir los gobiernos a tratar de convencernos de que no hay recursos, ni aducir en favor de su negativa la pobreza franciscana, porque esa no existe, es un mito. Es distinto decir que la riqueza generada por los trabajadores está injustamente repartida, acaparada por algunos cuantos ricachos y que todos los gobiernos que en México han sido, no han querido imponer más impuestos a todos esos ricos. La falta de soluciones a los pliegos petitorios, pues, también demuestra al pueblo que pide soluciones lo necesaria que es una reforma fiscal progresiva pues sólo así se dotará de recursos suficientes a todos los niveles de gobierno.
Pero tampoco servirá de nada ninguna reforma si los diputados del país votan acríticamente las órdenes presidenciales de un dictadorzuelo y el recurso lo destinan a comprar votos para ganar elecciones mediante la ayuditas en dinero en efectivo o para engordar empresas de ellos mismos y de sus cuates en sus obras faraónicas. La falta de soluciones a los pliegos petitorios también enseña, pues, que no se puede votar a ciegas a los candidatos a diputados y senadores, pues nos puede suceder otra vez que elijamos a quienes ordenan recortes que perjudican a los pueblos y que imposibilitan las soluciones a los peticionarios.
En fin, señores gobernantes, nosotros llevaremos nuestro pliego petitorio en uso de nuestro derecho constitucional de pedir, pero, por ahora, ustedes son los que tienen la sartén por el mango. Apelamos a que se impongan los intereses del pueblo en sus decisiones.
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