La política para el campo no tiene discusión, el Gobierno federal ha decidido abandonar a millones de campesinos y jornaleros, a los más pobres de este país, pues el presupuesto agropecuario para el próximo año, se reduce drásticamente. Tan solo en 2020 más de 200 mil jornaleros dejaron sus comunidades para trabajar en los estados del norte del país, de esta migración casi no se habla, son mexicanos desplazados que trabajan por salarios miserables y son explotados de sol a sol.
La falta de trabajo bien remunerado, ha motivado a que millones de compatriotas dotados de brazos fuertes, se desplacen a Estados Unidos. Incapaz de cumplir con su obligación legal de brindar trabajo en nuestra propia tierra, el Estado mexicano se conforma con celebrar el aumento de las remesas, hoy es más complicado y peligroso el cruce de la frontera, no es el mejor momento de la economía estadounidense, por lo que no le urge contratar mano de obra.
Los bajos sueldos, nos han acostumbrado a vivir con lo mínimo, una tabla, unas cuantas sillas, una vieja caja en lugar de mesa, y nada más; por despensa unas tortillas, frijol, aceite, algunos trastes y leña (usar gas para la preparación de alimentos ya es un lujo), eso basta para arreglar la cocina, que para muchos, también es dormitorio y habitación.
Sometidos por los bajos salarios, las familias proletarias se ven en la necesidad de buscar créditos impagables, adquirir muebles, aparatos eléctricos, ropa y zapatos a mensualidades que muchas veces doblan el precio original de las prendas; las tiendas como Coppel y Elektra, arrancan su tajada a los castigados salarios del trabajador.
La sociedad capitalista, ha reducido a los trabajadores del campo y la ciudad, a un escenario del que no pueden gozar de buena salud ni de vivir mucho; que destruye, pedazo a pedazo, la vida de esos trabajadores, y los conduce a la tumba antes de tiempo; los patrones y el gobierno saben lo nocivo que es para la salud y la vida de los trabajadores, y sin embargo, nada hacen por mejorar esta su situación.
Se comprende que una clase que vive en las condiciones arriba descritas y que está tan olvidada, que padece de las más apremiantes necesidades para vivir, no puede ser sana ni llegar a la vejez.
Expuestos a alimentos malos, adulterados, a las más duras privaciones y a un intenso desgaste físico, por largas jornadas de trabajo y cambios de turno, nos lleva a una salud fácilmente vulnerable.
La insuficiente satisfacción de las más apremiantes necesidades de la vida, como el descanso, el poder disfrutar de vacaciones, ir a la playa, visitar un balneario o al cine con la familia son eventos que cada vez se alejan más de nuestra realidad.
La insuficiente satisfacción de las necesidades más básicas de la vida, como una vivienda digna con servicios, las enfermedades infecciosas fácilmente atacan a estos cuerpos débiles y rápidamente se extienden a toda la familia.
Los servicios de salud del estado, no cuentan ni con lo indispensable, faltan médicos generales, enfermeras, especialistas, un permanente desabasto de medicamentos, de los que dependen muchos pacientes para sus tratamientos como la hipertensión, diabetes, cáncer, etc. La pandemia del Covid-19, puso al desnudo el abandono de muchas décadas de nuestro sistema sanitario.
La pobreza es el principal problema de México y cada vez queda más claro, se requiere que el pueblo se organice y exija se implementen las acciones necesarias y urgentes; salarios justos, empleo para todos, pago de impuestos progresivos e invertir en obra social.
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