MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El problema y la solución al abrir el telón

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“Se oye una melodía interpretada en una flauta. Es tenue y delicada, y evoca hierba, árboles y el horizonte. Se alza el telón. Aparece ante nosotros la casa del viajante. Percibimos tras ella unas formas altas y angulosas que la rodean por todos los lados. Sólo la luz azul del cielo incide sobre la casa y sobre el primer término del escenario. La zona circundante muestra un amenazante resplandor anaranjado. A medida que la luz se intensifica, vemos una bóveda compacta de bloques de pisos que rodea el hogar, pequeño y de aspecto frágil…”, es el contexto de la vida de Willy Loman, personaje que nos regala Arthur Miller en una de sus obras que más me gustan por su carácter crítico y que a continuación relataré en breves líneas.

Will es un trabajador viajante, que rebasa los 60 años y viste discretamente. Es un viajante de comercio que, a su avanzada edad, tiene dificultades para seguir con su rutina laboral. Su esposa Linda y él están acorralados por las deudas, pues después de treinta y cinco años de trabajar en la compañía, su nuevo jefe no lo deja cambiar sus condiciones laborales para viajar menos y, además, le retira gran parte de su salario.

Nuestro protagonista se caracterizó toda su vida por tener grandes expectativas de éxito para sí mismo y para su hijo, una promesa adolescente 15 años atrás, y la realidad presente se muestra frustrada. Biff y Happy, hijos de los Loman, son de aspecto atlético y fuerte, pero emocionalmente están atrapados en una adolescencia no superada. A sus treinta y tantos, Biff se encuentra perdido, nunca se ha sostenido en ningún trabajo y siente que desperdició su vida. A pesar de que tiene relativo éxito laboral, Happy no logra deshacerse de sentimientos de competencia tan adolescentes como su relación con las mujeres, nunca se graduó del colegio, fundamentalmente porque no se preparó para una materia final. Más adelante Willy es finalmente despedido.

Ante esto, el que ayuda económicamente a Willy es Charley, único amigo que tiene nuestro protagonista y padre de Bernard, a quien Willy trata con desprecio. Linda, esposa fiel, paciente y devota, está desesperada y alerta a sus hijos porque Willy ha intentado suicidarse. En un momento, la casa se revoluciona cuando Biff se propone ir a visitar a quien fuera un viejo jefe de su padre para pedirle un préstamo y así abrir un negocio. Willy se llena de expectativas, pero resulta todo un fracaso: su antiguo jefe ni siquiera lo reconoció. Esto perturba a Willy a tal medida que empieza a dialogar con sus recuerdos. Después de ese momento, en el que sintió que su padre era un farsante, Biff tomó todas las malas decisiones que lo llevaron al presente en el que se encuentra.

El episodio frustrado, con el antiguo jefe de su padre, hace que Biff se dé cuenta de que toda su vida escuchó mentiras, y que su Will probablemente nunca trabajó de cerca con su jefe, como él manifestaba a diario.

La familia sostiene entonces una discusión que acaba con Biff quebrado en llanto. Entonces Willy, que durante años creyó que su hijo lo odiaba, se conmueve al ver que Biff lo aprecia y llora por él. En un diálogo imaginario que sostiene en su cabeza decide que se suicidará para que su familia cobre el seguro de vida, y así Biff pueda finalmente triunfar.

Soñando con un entierro lleno de viajantes de comercio, Willy sale en la noche a terminar con su vida. Pero al entierro solo asisten su esposa y sus hijos y sus vecinos. Biff dice que su padre tuvo los sueños equivocados y Happy enarbola la misión de este de ser el número uno y promete cumplirla. Linda habla a la tumba donde yace su marido, quien se mató justo el día en que habían terminado de pagar la casa y eran libres.

Finalmente, Willy Loman envejece y se da cuenta por fin que su vida no valió nada. Entregó su vida buscando terminar de pagar sus deudas y todos esos bienes materiales en su derredor, se da cuenta de que en su casita no llega el sol porque altas construcciones de cemento la rodean y en su jardín ya nada puede crecer, no logró sus suelos y muere infeliz.

Esta obra titulada Muerte de un viajante critica la sociedad consumista capitalista en la que vivimos, el sueño americano, el pensamiento de una clase que busca a toda costa pasar de su nivel medio a alto sin lograrlo debido a que el desarrollo de la sociedad misma no lo permite, la enajenación del individuo dentro de nuestro sistema económico, el culto al individualismo, la mala educación y la falta de principios en este sistema que mantiene infelices a las personas y sujetas a una vida de constante explotación.

¿Hay parecido con la realidad? Por supuesto. Eso es el teatro, el arte en sus distintas manifestaciones hace eso finalmente. Los creadores de estas obras son personas que, como nosotros, vivieron en un mundo donde podrían ver la pobreza material, ideológica, moral, de un sistema que se enfoca en la producción y reproducción de relaciones de explotación de los débiles por los poderosos.

Por eso el teatro es capaz de hacer que nos identifiquemos con lo que expone el autor de determinada obra. Al momento de que el espectador se reconoce en lo que ve en la puesta en escena, reconoce su propia realidad y lo hace reflexionar al respecto, decidir y aconsejar al actor, y de esta forma se da cuenta que él mismo tiene la solución a esos problemas que se le presentan día a día.

Por eso y con la finalidad de que el pueblo espectador se vea así mismo como el actor de la obra, se conmueva, se humanice, se llene de coraje y busque él mismo la única respuesta que nos deja este sistema que es la de luchar a lado de nuestros semejantes por un mundo mejor, el Movimiento Antorchista realizará su XXII Encuentro Nacional de Teatro, en Texcoco, Estado de México.

Nuestro pueblo, al igual que el personaje Willy, son víctimas de una sociedad que vive de ilusiones y de valores materiales, un pueblo que día a día debe salir a trabajar por un mísero salario con el sueño impuesto por el sistema de ganar más y más dinero para alcanzar la felicidad, misma que le es arrebatada con cada intento al no poder alcanzar su objetivo. Con el teatro, así como con el resto de las disciplinas artísticas, el pueblo aprenderá las razones de su situación, a ver a los demás hombres como sus semejantes, a hermanarse y luchar por cambiarla.


 

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