Los días pasados inició el proceso de selección de candidatos a gobernadores, que representarán a Morena en las elecciones del próximo año, donde se renovarán 15 gubernaturas; cabe aclarar que además se elegirán 300 diputados de mayoría y 200 de representación proporcional, así como la casi totalidad de los congresos locales y de los ayuntamientos del país. De acuerdo con las últimas encuestas, los candidatos de la Cuarta Transformación parten como favoritos para adjudicarse la mayoría de las gubernaturas y el resto de los cargos de elección popular, en lo que serán las elecciones más grandes en la historia de México.
Sin embargo, en cinco meses el panorama puede cambiar drásticamente por diversas razones. Una de ellas, y no la menos importante, es que el partido del presidente comete los mismos errores que le ha criticado al llamado régimen "prianista”. Como se sabe, el método escogido por Morena para obtener a sus candidatos fue el de encuesta, donde gana el mejor posicionado. Este mecanismo, aparentemente objetivo, ajeno a las intrigas e intereses mezquinos de los grupos del morenismo, no ha evitado las confrontaciones a muerte entre sus militantes. En Zacatecas, por ejemplo, el elegido fue David Monreal, quien fue ungido en medio de protestas de los seguidores del senador José Narró, quienes dijeron: "Monreal, corrupto, vendes y traicionas a la gente. Vas a perder, según consignó El Universal, en su edición electrónica del 19 de diciembre.
En Guerrero, la situación se puso peor todavía. Al parecer todo estaba listo para que Mario Delgado, presidente nacional de Morena, anunciara a Pablo Amílcar Sandoval como abanderado del oficialismo; no obstante, otro aspirante con posibilidades reales de ganar, el controvertido senador con licencia Félix Salgado Macedonio, junto con un grupo de sus simpatizantes, lo impidió, por lo que la elección quedó aplazada.
Por otro lado, en Tlaxcala se concretó lo que ya se veía venir: la ex delegada estatal de Programas Integrales de Desarrollo, Lorena Cuellar Cisneros, fue anunciada como pre candidata a gobernadora. La reacción de las derrotadas no se hizo esperar: la senadora Ana Lilia Rivera desconoció el resultado, mientras que la empresaria Dulce Silva, pareja sentimental de Cesar Yáñez, hombre de toda la confianza de López Obrador, impugnó judicialmente la nominación.
Estos botones de muestra, que no son ni serán los únicos, revelan que en varias entidades el riesgo de fractura en la 4T es real; el único que puede impulsar una operación cicatriz es el propio presidente Andrés Manuel, pero falta que esto se haga realidad, ya que el mandatario sigue manteniendo su postura de no inmiscuirse en los asuntos internos de su partido.
Pero detrás de estos pleitos fratricidas del morenismo se revela lo verdaderamente preocupante para el pueblo de México, más allá de las preferencias políticas de cada quien. Esto es que quienes persiguen el cargo bajo las siglas de la 4T están interesados en ganar a toda costa, es el poder por el poder; el proyecto de país que dicen defender (suponiendo que tuvieran uno realmente consistente y congruente) es apenas una justificación política; incluso, en muchos casos, se trata de los mismos políticos del pasado, solo que ahora santificados con el manto lopezobradorista.
En este contexto, la oposición tiene la pauta para avanzar y detener la aplanadora morenista. Sin embargo, coincido con quienes dicen que no se trata solamente de nuevas caras y de discursos frescos, sino de enarbolar un proyecto que busque resolver los problemas de las clases bajas y medias; un proyecto nuevo, ajeno al neoliberalismo, apegado a los intereses de la mayoría de los mexicanos. Todo esto operado bajo la unidad de un frente amplio de partidos políticos, organizaciones sociales y sectores castigados por la Cuarta Transformación. Nada más, pero nada menos.
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