Una vez más el Gobierno morenista dejó en claro que los niños mexicanos no son su prioridad ni lo serán. La semana pasada la pequeña Zulma de Xalapa, Veracruz denunciaba en redes sociales que el Gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador le había negado la vacuna Pfizer, a pesar de que pertenece a un grupo vulnerable, pues padece diabetes tipo uno. Ante el impacto que tuvo su denuncia, a la que hasta hace unos días se sumaban 328 amparos de niños para recibir el biológico anticovid, el encargado del control de la pandemia en México y subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, doctor Hugo López-Gatell Ramírez, no se contuvo y reveló la personalidad del Gobierno autoproclamado “Cuarta Transformación”: “otorgarle una vacuna a un niño amparado es quitársela a un adulto”.
Los niños y adolescentes del mundo son el sector de la población que más efectos negativos ha sufrido a lo largo de la pandemia de covid-19 y a quien menos se le ha procurado. No obstante, el trato prioritario que en las últimas semanas han recibido los menores de distintos países de Europa y Norteamérica, no se compara con el del Estado mexicano.
La evidencia científica recabada hasta el momento muestra que los menores de 12 a 17 años de edad son la población más propensa a contagiarse de covid-19 (60%), le siguen los menores de seis a 11 años, pero el mayor número de víctimas se detectó entre los de cero a cinco años. Al 31 de agosto había 151 mil niños contagiados y más 766 fallecidos, de acuerdo con cifras de la propia Secretaría de Salud federal. Al 10 de septiembre había 3 millones 494 mil 232 casos confirmados y 266 mil 849 decesos en todo el país, sin considerar las estimaciones de investigadores competentes que aseguran que las defunciones reportadas deberían multiplicarse por tres (800 mil 500) para acercarnos a la verdadera realidad. Hace dos semanas los niños y adolescentes mexicanos regresaron a clases presenciales por disposición oficial; mientras el país vive inmerso en una crisis sanitaria y económica de grandes proporciones y es conducido por un timonel que no da certeza de cuándo terminará o se controlará pandemia. A pesar de las diversas voces de alerta del peligro que acarrearía un regreso en tales condiciones, el Gobierno se aferró y hoy ya comienzan a verse las consecuencias: 14 de las 25 entidades que reanudaron actividades tuvieron que suspenderlas por los recientes contagios de covid-19, dejando a los niños sin clases, pues aunque se implementó el modelo presencial, al suspenderse, ya no continuaron ni siquiera vía remota. Los niños mexicanos continúan sumando daños irreversibles a su aprendizaje escolar, sino que ahora la covid-19 les está ocasionando daños físicos como el síndrome inflamatorio multisistémico, sin que el Gobierno de México haga algo para prevenirlo.
Francia, España, Italia, Holanda, Suecia, Alemania, Estados Unidos, Israel, Chile, Cuba, entre otros países, han comenzado la vacunación masiva entre sus adolescentes de 12 años en adelante; en México (a pesar de que la Cofepris ya autorizó la vacuna Pfizer en los niños), no sólo no se habla de cómo adquirirán más vacunas para adultos (cuyo número no crece desde mediados de agosto), sino que ni siquiera se considera la vacunación entre los niños y adolescentes y se defiende arteramente por parte del subsecretario López-Gatell y el presidente López Obrador que la inoculación en un menor de edad con enfermedades crónico-degenerativas es una vacuna menos en un adulto con igual gravedad. Como si se tratara de sectores excluyentes y no de un derecho humano universal al que todo mexicano, adulto, joven o niño, tiene derecho.
Aunque hay un debate entre quienes dejarán la decisión de vacunarse contra la covid-19 a los adolescentes mayores de 12 años, hay consenso mundial en que la vacuna previene a los menores y a la gente con la que se relacionan de sufrir afectaciones graves de llegar a contraerla. Por ejemplo, en nuestro país, de acuerdo con la consultora Mitofsky, 60% de los mexicanos “quiere que los niños mexicanos mayores de seis años se vacunen contra la covid-19” y ocho de cada 10 “cree que es necesario vacunar a los adolescentes de 12 a 17 años, contra un 7.3% que considera que no es correcto que se les vacune.
Cuando en varios países del mundo ya comienza a vacunarse a los niños y adolescentes y Estados Unidos considera la aplicación de la tercera dosis a partir del 20 de septiembre de como refuerzo contra la variante Delta, en México hay millones de personas que no han sido vacunadas ni con una sola dosis, otras miles siguen en espera de su segunda dosis y no hay intención a la vista de vacunar a los niños. Recientemente, la Secretaría de Hacienda presentó la propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación 2022. Destacan montos estratosféricos destinados a programas sociales sin regulación, obras faraónicas del presidente (Tren Maya, refinería de Dos Bocas, etc.) y un aumento en la partida destinada al sector salud, sin embargo, la propuesta está lejos de hacerle frente a la emergencia nacional: compra de vacunas para todos, atención a la crisis económica e infraestructura educativa e insumos sanitarios que garanticen la seguridad de los niños y adolescentes y las de sus compañeros con miras al verdadero regreso a clases presencial. No hemos salido de la tercera ola y la cuarta está más cerca que nunca; urge que el pueblo de México concientice este problema y se organice para ponerle freno a esta situación, está más que claro que el presidente y su equipo de trabajo no lo harán. Si al Gobierno morenista no le preocupan los niños, menos aún los grandes problemas que azotan al país.
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