El domingo 2 de junio de 2024, son las próximas elecciones en nuestro país, aproximadamente más de 95 millones de ciudadanos acudirán a las urnas a elegir al que será el presidente número 66 y el sucesor de Andrés Manuel López Obrador.
Con la reforma político-electoral de 2014, se modificaron las fechas de entrega-recepción de los poderes, se estableció que la transición de Poder ejecutivo será el 1 de octubre y no el 1 de diciembre. Participarán en la elección, ya sea de forma individual o coaligada, los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD), Morena, Movimiento Ciudadano (MC), Verde Ecologista de México (PVEM) y del Trabajo (PT).
Se elegirán 128 senadores y 500 diputados federales, en tanto que se renovarán ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México: cinco de ellas gobernadas por Morena; dos por el PAN, una por MC y PES. Con excepción de Coahuila, en las restantes 31 entidades, se renovarán congresos locales y ayuntamientos. El año 2024 será de turbulencia política-electoral que si no tenemos claro cuál es la ruta, el camino, la vía que más le conviene a las mayorías, nos podemos confundir y tener que soportar un mal sexenio o trienio de gobierno, según el caso; como sabemos los errores en política se pagan muy caros, ya lo estamos viviendo.
El proceso electoral comenzará en septiembre próximo, varios personajes de élite, representantes de partidos oficiales, funcionarios de alto nivel, líderes sindicales, sociales, académicos y empresarios, han alzado la voz que quieren ser precandidatos y candidatos a la presidencial, varios de ellos ya han dado zancadas anticipadas, incluso violando las leyes electorales, enfilándose hacia el proceso cuyo trayecto final concluirá y se definirá el próximo 2 de junio del 2024.
La carrera por la presidencia de la república ha comenzado, se ha convertido en el tema medular nacional en la TV, prensa y redes sociales, ocasionando ríos de opiniones en los últimos días. Todo esto es después de las elecciones del 4 de junio en el Estado de México y Coahuila. Todos los aspirantes del partido oficial y sus aliados, al igual que la oposición empiezan a hacer uso de sus mejores habilidades, estrategias, influencias, poder económico para posicionarse con la finalidad de ganar a como sea la carrera presidencial y llegar a la meta con la victoria en la mano el próximo año. Como sabemos, el 2 de junio de 2024, 30 de las 32 entidades federativas tendrán elección a alguno de sus poderes estatales o municipales. El circo electoral ha comenzado, señores, y cuidado con quedarnos atrapados en la apariencia del show.
Por una parte, los precandidatos del partido oficial, las corcholatas consentidas: Claudia, Marcelo y Adán, fueron convocadas un día después de las elecciones del 4 de junio, por AMLO para disciplinarlos, someterlos y obligarlos a acatarse a los acuerdos que tome el Consejo nacional de delegados de Morena, hay otros aspirantes que tienen interés de participar, pero no están tocadas por las manos del señor, como Ricardo Monreal y Noroña; por tanto, tienen poca posibilidad de ser elegidos. Se sabe que el poder central alinea, pero por ahora la moneda está en el aire, no se sabe si todos los aspirantes del partido en el poder y sus aliados: Morena, PT, Verde Ecologista, acepten las formas y procesos de elección y se sumen al ganador o ganadora, lo que sí se percibe a simple vista es que varios de estos aspirantes han sabido aprovechar sus cargos, tribunas, recursos financieros e influencias para posesionarse por todos los medios posibles, han realizado: pintas en bardas, espectaculares, redes sociales, prensa, TV. Acercándose al posible electorado, prometiendo abiertamente una continuidad del obradorismo en el próximo sexenio, aun violando flagrantemente las leyes electorales, que eso por ahora no preocupa: el INE está en manos de los suyos. Todos estos actos, son pasos adelantados y dan una clara ventaja sobre la oposición que por ahora se encuentra empantanada en dimes y diretes, sin acuerdo ni rumbo claro.
Por otra parte, la oposición continua sin ponerse de acuerdo, sin trazar línea clara, cómo se repartirán el pastel y como se ven las cosas todos quieren ser cabeza de ratón y nadie quiere ser cola de león, aunque el león este flaco, débil y agonizando, erróneamente, resultado de sus ambiciones personales e intereses partidistas, todos los aspirantes de los tres partidos de oposición: PAN, PRI, PRD, se sienten con suficiente número de votantes, liderazgo, capacidad, simpatía y empatía para encabezar el proyecto de oposición, pero desgraciadamente no es así, a cada líder de partido le falta valor para aceptar que la realidad es otra, es amarga, dura, difícil y compleja, que la única opción que tiene la oposición es ponerse de acuerdo a tiempo, reconociendo cada uno su fuerza política, el liderazgo de sus candidatos y jalar parejo, sumando lo poco que le queda a cada uno, haciendo un monolito tirado por una fuerza capaz de vencer al partido enemigo oficial que debemos reconocer que no es débil, porque en la tardanza está el peligro, a nadie le queda duda que el reto está cuesta arriba: elegir la mejor propuesta como precandidato, con potencialidades, capacidades, que tenga la valentía y capacidad de sumar, escuchar, aglutinar a todos los liderazgos, ubicándolos en tareas estratégicas que los lleven al posible triunfo el próximo 2 de junio.
Estos son los grandes pendientes y retos que tiene la oposición, que por ahora lo único que vemos es un desparpajo, vociferaciones, acusaciones, un show vergonzoso, haciendo parecer que hay gente en su interior que por encargo político está provocando con su actuar una crisis interna que lleve al fracaso las alianzas partidarias de la oposición, convirtiéndola en una derrota asegurada en la próxima elección.
En los siguientes meses seguiremos viendo circo, maroma y teatro en todos los integrantes de los partidos políticos y en todos los posibles aspirantes a las candidaturas empezando por la presidencial, de eso no hay ninguna duda. Cayendo en los pronunciamientos más prometedores, aduladores, demagogos y en actos verdaderamente ridículos y sorprendentes con tal de ganarse la simpatía del electorado.
Todos estamos conscientes de que la forma de hacer política en nuestro país no ha cambiado y en los hechos se recurre a los métodos más arcaicos y tradicionales con tal de ganar una elección, hablemos del partido que sea; por ello, los ciudadanos, hoy más que nunca, debemos analizar la realidad social en la que estamos viviendo; las dificultades económicas, inseguridad, desempleo, falta de obra social, obra educativa, servicios de salud, servicios educativos, precios de la canasta básica, etc., las acciones en general de un mal gobierno encabezado por un proyecto mal llamado 4T, que no está haciendo bien las cosas, aunque hoy muchos no lo vean y se dejen atrapar, enajenar y manipular por los erróneos discursos demagogos y los programas sociales, la verdad aflorará y se darán cuenta de que nuestro país no se está gobernando y dirigiendo por el camino correcto, la izquierda oficial fracasará con su modelo de partido y su gobierno, por tanto no faltará quien le ponga voz y acción a una revolución que sea auténtica, profunda y genuina que represente los intereses de las grandes mayorías.
Por ahora necesitamos ser cada vez más estudiosos, analíticos, críticos y propositivos, para tomar una decisión correcta al momento de votar el 2 de junio, para elegir a los que nos gobernarán los próximos años. Un voto razonado es un voto útil, por ahora tenemos un año para hacerlo y tomar la mejor decisión. Actualmente tenemos un sistema electoral mexicano que funciona bien, fuerte, robusto, un sistema que sin lugar a dudas es mejorable en muchos aspectos, pero garantiza unas elecciones transparentes y democráticas.
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