Mucho se habla de la reforma electoral que, a inicios de este año, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció en su famosa mañanera, en la que señaló que la presentaría ante la Cámara de Diputados para, según él, garantizar elecciones limpias, libres y sin fraudes.
El argumento es que, según él, el Instituto Nacional Electoral (INE), no ejerza gastos excesivos, así como garantizar elecciones, libres y sin fraudes.
De igual forma, López Obrador mencionó que la reforma busca impedir que los consejeros del INE se dirijan por consigna propia y sin velar por los intereses del pueblo y la democracia. Dentro de sus argumentos para la reforma electoral también puso algunos ejemplos como que, en 2006, se perpetró un fraude electoral con falsificación de actas y embarazo de urnas operado por Elba Esther Gordillo y el exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington.
Asimismo, dijo que el comunicador Carlos Alazraki aconsejó al político priista, Roberto Madrazo, de operar en contra de Morena en las elecciones de 2021 con el uso de la mentira como propaganda, a manera de estrategia; es decir, de hacer campaña negra.
La propuesta de AMLO de la supuesta reforma al INE, en lo fundamental es reducir de 11 a siete los integrantes del órgano electoral y transformarlo en el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), reducir el número de legisladores, tanto local como federal, y recortar el financiamiento público a los partidos. También se busca consumar la desaparición de los institutos y tribunales electorales de los estados. En el caso del INEC, se establece que absorberá el patrimonio material, financiero y de recursos humanos del INE.
Ahora bien, ¿por qué López Obrador se empeña en hacer una reforma electoral?, ¿es cierto que el INE no funciona como un órgano democrático y transparente?, ¿qué hay de fondo en la reforma electoral de AMLO? Quizá para responder estas preguntas se necesite tener mucha experiencia en derecho constitucional o ser un politólogo de altos vuelos y honesto para saber cuáles son las verdaderas intenciones del presidente de México.
Yo, que no soy nada de uno ni de otro, pero sí honesto y visionario, daré mi humilde opinión basado en los hechos históricos de nuestro país y de la situación política actual que tenemos a ojos vistas.
Considero que el INE es una de las instituciones autónomas más confiables de México, es cierto que tiene errores y quizá sea muy costosa, pero en lo esencial, por lo menos, del año 2000 a la fecha, ganó la presidencia de la república la oposición, demostró actuar con cierta transparencia; entonces, el principal beneficiario de la democracia mexicana es, precisamente López Obrador, ¡sí!, el que hoy la quiere destruir.
Si echamos una revisada a la historia reciente de México, veremos que a quien la regla del juego democrático benefició bastante fue a López Obrador, hoy presidente. Veamos.
Empezó en la política en un partido, se encumbró en otro y fundó un tercero. Logró ser dirigente nacional, gobernante de la capital del país y presidente. Inició su carrera política en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando éste era un partido de Estado.
Conforme se fue consolidando la apertura democrática en México, también AMLO abrió su abanico de opciones; rompió con el PRI y se acomodó en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), del que llegó a ser dirigente nacional y con el que fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. Con el PRD fue dos veces candidato presidencial y, cuando otros grupos dentro del partido se negaron a sometérsele, fundó otro donde milita actualmente, en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) del cual ha sido dirigente nacional, candidato presidencial por tercera vez y, finalmente, presidente de México.
Durante esos más de 20 años en los que López Obrador fue la principal figura de la oposición en México, no tuvo problemas de financiamiento. Por ley, los partidos políticos reciben una partida del presupuesto público en función del número de votos que obtienen. La democracia mexicana les permitió a los partidos donde ha militado y que ha dirigido López Obrador (PRD y Morena) acceder a un presupuesto de más de 17 mil millones de pesos (850 millones de dólares), desde 1997 hasta lo presupuestado para 2023, por conceptos como actividades ordinarias y específicas, y gastos de campaña.
Además, a partir de una reforma electoral en 2007, estos partidos también recibieron millones de minutos para transmitir gratuitamente anuncios políticos en televisión y radio, en los cuales envió sus mensajes contestatarios contra los gobiernos en turno. Con todo ese dinero y difusión, AMLO pudo consolidarse como el líder político opositor más feroz y poderoso, quien capitalizó los errores de los gobiernos y los tradujo sagazmente en votos que lo condujeron a la presidencia.
Antes de ganar dicha elección, en 2018, los partidos opositores que encabezó ya tenían bancadas fuertes en el Congreso de la Unión; habían conquistado gubernaturas, congresos locales y cientos de presidencias municipales; también negociando reformas y presupuestos para, poco a poco, pavimentar su camino hasta llegar a Palacio Nacional.
Es decir, el INE no es como dice López Obrador, “que solo obedece a los neoliberales”, sino que hay pruebas que después de la larga historia de fraudes electorales en México, él mismo se ha beneficiado de la democracia que hoy existe. Desde 1996 las elecciones las dejó de organizar el gobierno y empezaron a estar en manos de los ciudadanos a través de un órgano autónomo, encabezado por la sociedad civil y bien dotado de recursos: el Instituto Federal Electoral (IFE), luego renombrado Instituto Nacional Electoral (INE), donde evidentemente hay una estabilidad política-electoral.
Más bien, considero que López Obrador y la clase política hoy en el poder quieren regresar a los viejos tiempos donde el gobierno organizaba las elecciones y, por lo tanto, ponía y quitaba presidentes u otros funcionarios sin realmente tomar en cuenta la decisión del pueblo.
AMLO quiere poner un organismo a modo como en los tiempos de la hegemonía del PRI, que haga las cosas como se le ordena desde Palacio Nacional y eso es peligroso para la estabilidad nacional y no lo debemos permitir, no nos conviene regresar a la vieja práctica que tanto ha dañado a México. Defendamos la democracia de nuestro país porque mañana será demasiado tarde. ¡No a la reforma electora.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario