Jiménez, Chihuahua. 5 de agosto de 2022. Para gran parte de la población mundial se vuelven cada vez más notorias las afectaciones al entorno y en la calidad de vida de los seres vivos que trae consigo el cambio climático. El estado de Chihuahua y sus habitantes no son ajenos a dichas transformaciones. En el presente periodo, dependencias del Estado e instituciones han revelado cifras trágicas, regresivas en cuanto a conservación y reproducción de áreas verdes y propias para el cultivo y cría de animales destinados al consumo.
Por sí misma, la ausencia de carbono en la tierra y suelos, limita potencialmente la capacidad de éstas para poder dar vida a plantas en sus más diversas formas. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que el 30% de los alimentos que se pierden y son producidos a nivel internacional se debe principalmente a la degradación de suelos; causada a su vez, a la irracional explotación de los recursos naturales, nula planificación del crecimiento demográfico y residuos inorgánicos.
Asimismo, la sequía que prevalece y aumenta de manera gradual agudiza la condición árida del estado, dónde los trabajadores del campo y la ciudad sufren las peores consecuencias, al no gozar de un abastecimiento seguro, mientras que, a grandes empresas y productores pecuarios y agrícolas se les concesiona uso ilimitado del bien común. Coincide en dicho punto Natalia Lever, gerente sucursal del Banco Mundial en México al comentar a El Sol de México en entrevista el 3 de agosto del año en curso: “El problema es que el costo climático lo estamos absorbiendo las personas comunes y no las grandes empresas que lo están generando”.
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