En ocasión de la celebración de la Jornada Nacional de Declamación del Movimiento Antorchista Nacional por estos días, creo propicio hablar, haciendo un intento de interpretar a derechas tanto las Conferencias Culturales como Poesía y lenguaje; ambos libros de la autoría del maestro Aquiles Córdova Morán, guía y líder de la organización más fuerte y mejor estructurada del país, dueño de una vasta cultura y portentosa memoria, así como de una notabilísima capacidad de trabajo y realización, sobre el quehacer de los poetas y de los declamadores. Recomiendo estas obras al lector para su aprovechamiento.
El trabajo de los poetas, que es, a mi parecer, el enriquecimiento del lenguaje creando nuevas palabras o nuevos significados para las palabras, materia prima de su arte, así como la modificación de la estructura lógica en la construcción del mismo lenguaje para ganar concisión y robustez de la expresión, logrando muchas veces proporciones simétricas precisas, dotando siempre de ritmo y melodía su trabajo, buscando a veces la consonancia y otras, las más, la medida exacta para sus creaciones, pero siempre utilizando de manera bella el lenguaje figurado o tropológico, por ser breve y eficaz para impactar la sensibilidad y el pensamiento de los demás hombres.
Los poetas, por su capacidad de experimentar, expresar, transmitir y hasta de suscitar sentimientos y pensamientos de manera precisa, muchos de ellos desconocidos para los demás seres humanos, son considerados una especie de magos; además de profetas capaces de estudiar el pasado, conocer el presente y predecir el futuro, muchas veces adelantándose siglos a su generación.
De ahí la importancia de una correcta interpretación de sus obras, lo cual queda a cargo de los lectores, así sean de ocasión, pero sobre todo de quienes practican la declamación o interpretación de poesías para el público, pues adquieren con ello la responsabilidad de revivir el texto, de recrearlo, desentrañando su profundo y complejo significado, ante todo comprendiéndolo y sabiéndolo transmitir cabalmente a quien lo escucha, pero también haciendo brotar la rica melodía y el ritmo, para brindarle al público la posibilidad de apreciarla en toda su extensión.
Esto es perfectamente posible, por cuanto que los poetas no dejan de ser humanos, nacidos de mujer ni producto de la sociedad de su tiempo, los cuales, por su innata inteligencia y sensibilidad, por su trabajo, cultura, estudio y conocimiento, son capaces de crear cosas bellas, profundas, útiles e impactantes para el alma humana.
Pero ellos mismos no son ni divinos ni sobrenaturales, ni lo hecho por ellos es nacido de su sola idea, creada al margen del mundo material y social que les rodea. Son trascendentes porque son capaces de despertar sentimientos sublimes, pensamientos bellos y elevados, y porque pueden mover actitudes que mejoren el mundo y la dura e injusta realidad para bien de todos los hombres.
Por eso el pueblo debe acceder al arte, debe recobrar el arte que nació de su seno mismo y que le fue arrebatado ya desde el esclavismo y permanece aún elitizado en las pocas manos que concentran también la riqueza social, monopolizando los medios de producción. El pueblo debe conocer y practicar el arte porque lo necesita para poder liberarse de la cárcel de su pobreza.
La Jornada Nacional de Declamación es el esfuerzo continuado por hacer que el arte llegue al pueblo, para unir a él la cultura que en la actualidad se encuentra alejada por haberse convertido en una mercancía que el pueblo no puede pagar y porque se le ha deformado malintencionadamente el gusto, de tal manera que hasta en algunos casos se la aborrezca y se prefieran los productos chatarra que no sirven para nada pero que se le brindan a raudales por todos los medios.
Nota al margen: En días recientes se conmemoró el 51 aniversario del fallecimiento, muchos sospechan que provocado por los enemigos del progreso de la humanidad y de los pueblos, del gran poeta contemporáneo y americano universal que fue Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, conocido en el mundo como Pablo Neruda.
Poeta profundo, de hondas raíces populares y de manifiesto compromiso con las causas del pueblo trabajador, no sólo de su patria, sino del mundo entero, a quien debemos poesías como “Un canto de amor a Stalingrado” y “Oda a la pobreza”, en los cuales fija su postura en favor de los pobres y desamparados.
Su verso, su prosa y, reseña él mismo en su texto “Viajes”, hasta su vida, sirvieron para ayudar a paliar los padecimientos del pueblo sufriente, y confiesa su interés por emular a otros que, como él, fueron artistas de la palabra en lengua de castilla y fustigaron al poder de su tiempo para defender la libertad, la alegría y hasta la vida, tales como Quevedo, Lorca, Machado y Miguel Hernández, estos tres últimos víctimas de la tiranía del fascista Franco en la antesala de la segunda guerra mundial, de quienes además, afirma, siguen despiertos para impedir que la palabra muera.
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