MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Evitemos la tragedia educativa, salvemos a nuestros hijos

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El programa "Aprende en casa", nombre y estrategia organizada por el Gobierno Federal a través de la Secretaría de Educación Pública, está a punto cumplir un año de aplicación. Según nos hicieron saber en medios oficiales, se reunieron las 32 personas que fungen como autoridades educativas en los Estados, para aprobarla y ponerla en marcha, basándose en las características de la población de cada entidad.

Parecía novedosa y esperanzadora. Los miles y miles de estudiantes estarían atendidos de alguna manera, en lugar de estar en el ocio de la casa y ante el encierro de la contingencia sanitaria. Al empezar con la nueva dinámica, nos encontramos los padres de familia con múltiples dificultades, sin saber ni por dónde empezar ni cómo hacer para trabajar con nuestros niños, pues, entre las múltiples actividades del hogar y las de nuestra función laboral, los días y las horas pasaban muy rápido, sin encontrar tiempo que alcance para concluir con todo, a tiempo y de manera correcta. Los maestros, por otra parte, no encontramos planeación exacta que se ajuste y pueda lograr los objetivos. Y el tedio fue aumentado, conforme avanzaban las semanas. Miles de familias caímos en la desesperación por no saber cómo actuar ante una situación tan caótica, los niños empezaron a aburrirse. Los estudiantes más grandes simplemente abandonaron sus tareas por falta entendimiento, por apatía, y por tener la necesidad de participar en la generación del ingreso familiar.

Los resultados del experimento durante casi un año de haberse iniciado, dejan claro que no es lo que se esperaba. A esta fecha, los medios anuncian así la tragedia: "México, es el segundo país que tras la pandemia tendrá el mayor abandono escolar entre los 6 y 17 años, según cálculos del BID. 16% de quien deje la escuela lo hará por motivos económicos, mientras que 9% lo hará por razones académicas” (www.animalpolitico.com).

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El proceso de enseñanza aprendizaje debe evaluarse siempre con base a sus resultados, y tomarse nuevas direcciones, rediseñarse si es necesario, siempre con el fin de alcanzar los objetivos que realmente se necesitan. Pues bien, vamos ya en la tercera temporada del programa "Aprende en casa", y sinceramente no veo una reacción seria del Gobierno Federal, ni de la Secretaria de Educación Pública, para frenar la deserción y el rezago educativo.

No veo que se esté proyectando la capacitación de los docentes con respecto a las Tic´s. No veo que se anuncie algún programa o iniciativa, que ayude para que los alumnos tengan la conectividad garantizada, o para que se les dote de una computadora de escritorio o portátil para que realicen sus tareas.

He visto ya los anuncios para realizar las preinscripciones a preescolar, primaria y secundaria, con la única novedad de que ahora el trámite será en línea. No puedo evitar sentirme impotente, al conocer el perfil de egreso que debe tener cada niño, adolescente o joven al término de su nivel educativo, y ver lo que sucede en la realidad.

¿En verdad cree el gobierno que, solo poniendo las letras en una pantalla, los niños van a desarrollar su pensamiento lógico matemático, a dominar la lectura y escritura, a ser capaces de comunicar sus ideas, sentimientos y emociones? La televisión, por mucho color y volumen que tenga, nunca tendrá la magia de un maestro con verdadera vocación.

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Lo sé, la pandemia no la solicito nadie. Sin embargo, tenemos un Gobierno que nos prometió una transformación, y debe privilegiar la educación de su gente; también sé que lo prioritario ahorita es la salud, pero, entonces ¿por qué la prisa de volver a las aulas "virtuales”? ¿No es suficiente lidiar en casa, con el problema de la salud, del  desempleo y los bajos salarios?

Nuestros niños, adolescentes y jóvenes están en peligro, están sufriendo un estancamiento cognitivo severo y estamos al borde de una catástrofe generacional. Y nadie, ante la insensibilidad gubernamental que vivimos, nadie, salvo nosotros, sus padres y madres, y salvo sus maestros, podrán salvarlos. Hagamos pues nuestra labor, y exijamos organizadamente una nueva propuesta educativa, diseñémosla juntos todos, porque solo nosotros sabemos lo que estamos viviendo en casa.

Y pongámonos atentos a las elecciones que vienen, y ahora votemos por aquellos que ofrezcan las garantías de una propuesta educativa seria y argumentada, basada en el contexto real de la población, una propuesta a nuestra medida, que sea posible de verdad; no de lo que debería ser, sino de lo que es. Todo aquel que quiera gobernarnos, debe enfrentar estos problemas y resolverlos. Considerando las condiciones sociales de padres, alumnos y maestros. Esperemos el momento.

 

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