El pasado 13 de agosto, el Gobierno federal inauguró en la plancha del Zócalo capitalino la exhibición de una maqueta de tamaño real del Templo Mayor de Tenochtitlán, a manera de homenaje por los 500 años de Resistencia Indígena en México. La fecha en cuestión rememora el día en que la capital de los aztecas cayó en manos de los españoles en 1521 (quienes fueron acompañados en esta gesta por soldados indígenas de diversas etnias oprimidas) y la captura del último Huey Tlatoani del imperio mexica, Cuauhtémoc, dando inició a 300 años de dominación ibérica sobre nuestro territorio.
Más allá de la forma poco estética de la maqueta, del gasto superfluo que supone y de las aglomeraciones que provocó en plena tercera ola pandémica, el supuesto homenaje se trata sin duda de un distractor más del gobierno, de un show montado en honor a un pasado, mucho más complejo que lo que le régimen de la 4T comprende, para olvidar los problemas del presente.
Han pasado 200 años desde que se consumo la Independencia de México y, la situación de la población indígena del país, alrededor de 12 millones de personas (10% de la población), no ha variado en gran manera: la marginación y discriminación, son una constante en sus vidas, y lo mismo ocurre actualmente con la 4T.
Recientemente el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) en su último informe sobre medición de la pobreza, reveló que 74.9 % de la población indígena del país se encuentra en situación de pobreza, es decir unos 8 millones 340 mil de personas. De éstos, el 41.6% está en pobreza moderada (4 millones 992 mil) y 27.9% en pobreza extrema (3 millones 348 mil), estos últimos no disponen ni de lo indispensable para alimentarse. La situación para las mujeres indígenas, es todavía peor, el 83.5% de ellas vive en pobreza. Es importante destacar que en 2018 el porcentaje era de 69.5, lo que significa que los programas sociales impulsados por el gobierno federal no han revertido para nada esta cruda realidad, antes bien, cientos de miles de indígenas se vieron afectados severamente con la desaparición del Seguro Popular.
La principal carencia que enfrentan los pueblos originarios es el acceso a la seguridad social, en un 78.2%; le siguen los servicios básicos de vivienda, en un 57.5%; falta de acceso a la alimentación, 31.5%; rezago educativo, 31.1%; calidad y espacios de la vivienda, 28.5% y acceso a los servicios de salud, 15.4%. Todos estos indicadores se han agravado durante la 4T.
Así pues, aunque el gobierno morenista y el presidente López Obrador recurren al discurso, tantas veces trillado, de elogiar la férrea resistencia de los pueblos originarios y de rendirles homenajes falsos en el marco de la conmemoración de las fiestas patrias, la verdad es que en los hechos muy poco ha realizado para mejorar en serio la vida de los indígenas actuales. Tan falso y puramente teatral resulta el homenaje que, como tantas veces a lo largo de la historia, se recuerda únicamente la lucha del pueblo azteca y se ignora que a la llegada de los españoles, el territorio nacional estaba poblado por una inmensa cantidad de pueblos y culturas distintas, se rememora a los mexicas, caídos en desgracia y prácticamente desaparecidos, pero se olvida a los integrantes de las 68 etnias que habitan el México actual.
A nadie se nos olvida las imágenes de aquel 1 de diciembre de 2018 en el que, como mero espectáculo, el presidente López Obrador recibió el bastón de mando de mano de los representantes de los pueblos originarios y se comprometió a respetarlos y a luchar contra la discriminación de que son víctimas, para después y tan pronto como pudo, lanzarse al despojo de sus tierras, de sus casas y áreas de sembradío, como tantas veces en el pasado, con tal de beneficiar a los representantes de la oligarquía mexicana. En esta ocasión para sacar adelante proyectos tan frívolos como inservibles como el mal llamado Tren Maya, el canal Interoceánico en el Istmo de Tehuantepec, el Proyecto Integral Morelos y entregando sus territorios a la más salvaje explotación minera, para este proceso de neocolonización se ha empleado igualmente al Ejército como al crimen organizado.
Hoy día, existen territorios mayoritariamente indígenas en diversos estados como Michoacán, Guerrero, Chiapas, Estado de México, Veracruz, Oaxaca, Nayarit, entre otros, de los que el crimen organizado se ha apoderado, son la ley, han despojado tierras y convertidos a sus pobladores en fuente de mano de obra para sus operaciones ilícitas con la permisividad, enmascarada en inacción, de los gobiernos federal y estatal. Sumándole a los viejos males de pobreza, abandono, ignorancia, discriminación el de la violencia más sanguinaria. 30 activistas y líderes indígenas han sido cruelmente asesinados en lo que va del gobierno de López Obrador y nadie les ha hecho justicia.
No hay duda, para el gobierno de la 4T el tema indígena tiene el mismo valor que en el pasado, el de mera comparsa y espectáculo, la maqueta montada a pocos metros de las ruinas reales del Templo Mayor (por cierto muy descuidado), se trata de otro homenaje hueco y vacío a los pueblos originarios, en palabras del historiador Carlos Aguirre Rojas: “al indio del pasado se le glorifica, reivindica y defiende… pero al vivo se le ignora cuando se le ve su pobreza”.
Para fortuna de todos los indígenas, nosotros no somos los únicos miserables de esta patria, aunque muchos quizá si se cuentan entre los más pobres de entre los pobres, somos parte de un gran sector de la población del país que cada día se empobrece más para que unos pocos engorden más sus riquezas, por ello, si realmente aspiramos a cambiar nuestra situación de fondo, la solución no está en una lucha contra todo lo que no sea indígena, no está en una vuelta al pasado, sino precisamente en la unidad con todos los que a nosotros se parecen, de todos los pobres y explotados del México actual y en la búsqueda del progreso común.
Los indígenas somos parte del gran pueblo trabajador mexicano y junto a nuestros hermanos de clase debemos pugnar por la construcción de un país más próspero y más equitativo para todos. A esa lucha decidida y definitiva los convoca el Movimiento Antorchista Nacional, porque es cierto 500 años de resistencia tenaz, que aún no han terminado, deben ser un ejemplo y una inspiración para todos los mexicanos humildes y dispuestos a un cambio de raíz.
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