Está por terminar el mes patrio, como llaman a septiembre desde hace tiempo. Dejaremos de ver tantos adornos con los colores de nuestra bandera y acabarán las pasarelas en monumentos al cura Hidalgo. La pregunta obligada, después de tanta algarabía, es ¿qué nos queda? Vergüenza de que así se le trate a la historia de México. Las autoridades solo resaltan fechas, actos aislados, vivas a los héroes de la Independencia. La Guerra de Independencia debe enmarcarse en el contexto mundial imperante de su época, explicar por qué se terminó el yugo, por más de 300 años, de los españoles y qué fuerzas económico sociales impulsaron ese levantamiento.
Coincido con quienes opinan que tratar a la historia de México como lo hacen las autoridades políticas y educativas es adulterarla; solo verla por momentos es una forma de manipular la mente de los mexicanos. La historia debe conocerse como un desarrollo en el tiempo de los valores materiales de los pueblos. Solo así se puede entender la realidad y solo así podremos transformarla en beneficio de su población. La historia se debe conceptualizar y enseñar desde la educación básica para que sirva de arma revolucionaria. Esto dista mucho de cómo se trata la Guerra de Independencia de 1810-1821 en nuestro país.
Para conocer una sociedad y explicar sus cambios y transformaciones deben estudiarse sus bases económicas, que son las que determinan las condiciones materiales de existencia de los hombres, y éstos los que las transforman en el devenir histórico de su existencia. Veamos las causas económicas de la Independencia de México.
Con la conquista por los españoles, nuestro país se convirtió una colonia de ellos; nos robaron un sinfín de recursos naturales y vivimos una explotación inhumana y sanguinaria de la fuerza de trabajo por los peninsulares. Casi exterminaron a la población indígena, con la agravante de las fuertes epidemias que sufrieron. Esto llevó a que escaseara la mano de obra, que también estaba poco preparada. Disminuyó la producción de la riqueza social, pues la fuerza de trabajo de las personas es la única, que con su uso y desgaste, la crea.
Otro problema económico de la Nueva España era que, como colonia, tenía prohibido establecer comercio con el exterior y con otras colonias; hasta 1774 se les permitió a las colonias comerciar entre sí. México tenía prohibido producir bienes que España producía como Metrópoli, pero obligaba a sus colonias a comprarle los productos monopolizados, incluso varios a altos precios y de mala calidad. Esto conllevó a un escazo desarrollo de las fuerzas productivas y del mercado interno en el país; con el agravante de altas cargas impositivas, que tenían a la mayoría de la población viviendo en pobreza, con hambre y enfermedades.
Esta realidad generó, durante los tres siglos de colonización, varios levantamientos populares, cuya causa fue el descontento social generado por las precarias condiciones de vida de nuestros antepasados; ejemplos fueron la rebelión de los Tarahumaras en Chihuahua (1648,1650,1652); de los indígenas de Chiapas (1695,1792); de los Tepehuanos de Durango (1616); del Negro Yanga en Veracruz (1609), entre muchas otras. Para esos tiempos el desarrollo del capitalismo en Europa ya era una realidad. México y su naciente burguesía estaba de forma embrionaria en ese modo de producción, que llevaba casi 200 años de existencia en el otro continente.
Las fuerzas participantes en la Guerra de Independencia obedecían a diferentes intereses económicos que representaban. La invasión de España por Napoleón Bonaparte (1808), obligó a abdicar a su Rey Fernando VII, lo que debilitó a la Metrópoli. Los insurgentes de la Nueva España, en su mayoría indígenas y mestizos: mineros, esclavos y campesinos querían recuperar sus tierras y el poder económico arrebatado por los conquistadores. Con ellos, Hidalgo y Morelos se proponían eliminar la estructura agraria existente en manos de terratenientes. Pero Hidalgo fue fusilado en 1811 y Morelos en 1815, lo que limitó el triunfo de las ideas progresistas de un México Independiente.
Por otro lado, los criollos (de padres extranjeros, nacidos en México), en su mayoría terratenientes, comerciantes y oficiales del ejército, querían eliminar el viejo régimen y recuperar la posición social eliminada por las élites peninsulares. Fue en 1824 que se promulgó la primera Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, en la que las reivindicaciones sociales fueron casi inexistentes. El movimiento de Independencia solo sirvió para consolidar a México como nación y se impuso Agustín de Iturbide como emperador (mayo 1822-marzo 1823). Así se abrieron las puertas al desarrollo capitalista, donde la actividad económica productiva inicia en la manufactura y después en la industria; tomando la lucha de clases otro carácter.
La verdadera Independencia que beneficie a los trabajadores y a la población más vulnerable de la sociedad exige que crezcamos económica, científica y tecnológicamente. Que aprovechemos nuestros recursos naturales en beneficio de los mexicanos y cuidemos la mano de obra nacional, que es una de las que más trabaja en América y el mundo. Pues actualmente el 52% de los hogares mexicanos está en situación de pobreza por ingresos. El gobierno de la 4T debe transformar esta injusta distribución del ingreso y no gobernar solo para los ricos. Pues ellos sí están acumulando cuantiosas ganancias a costa de explotar la fuerza de trabajo de los mexicanos en el país y en EE.UU.
Es tiempo de que abramos los ojos, quitarnos las vendas de manipulación que hacen de la historia de México. En las mañaneras, López Obrador nos carga una sarta de mentiras, y con sus transferencias monetarias pretende mantener a su partido en el poder; sin curar realmente los graves males sociales que vivimos. Los mexicanos debemos unirnos más, organizarnos y educarnos políticamente, para así, como una fuerte roca dura de vencer, construyamos la patria que los pobres de México esperamos desde la Guerra de Independencia. A esto nos llama el Movimiento Antorchista desde hace 48 años. Con nuestro trabajo y lucha, estamos honrosamente escribiendo la historia mexicana de los siglos XX y XXI.
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