Inicia un nuevo año, pero los problemas económicos y sociales siguen ahí acosando a los pueblos del mundo de muy diversas formas por demás crueles: el hambre, la guerra, la migración son la realidad de millones de seres humanos en nuestros días. A la par con este sufrimiento, se prepara la reunión número 54 del Foro Económico Mundial (FEM) en la ciudad de Davos, Suiza. Este foro sirve de encuentro entre los gobiernos, los académicos y los dueños de los más grandes capitales imperialistas, de los que han amasado fortunas con el sudor y el dolor de los trabajadores del planeta. Según dice su slogan, el propósito del foro es “mejorar el estado del mundo”; la cuestión es, para quién mejorarlo. Este foro es el evento donde la élite económica mundial plantea sus preocupaciones y anhelos y es, fundamentalmente, un mecanismo más para imponer a los gobiernos líneas de acción, sobre todo en materia económica. Y por eso es importante detenernos a revisar cómo se presenta esta edición y a tratar de entender lo que implica para la vida de los millones de trabajadores del globo.
La 54º reunión anual del FEM tiene como título “Reconstruyendo la confianza”. De acuerdo con la presentación oficial del evento la élite económica considera que el mundo se halla ante una creciente incertidumbre producto de “profundos cambios estructurales”, el foro, dicen ellos, es una plataforma de diálogo para la “búsqueda de soluciones”. La pandemia del covid-19 hizo más profundos los problemas de nuestras sociedades porque la desigualdad económica mundial se ahondó. Acrecentó también las debilidades de las economías desarrolladas como la estadounidense porque evidenció su carácter rentista, su rezago tecnológico y la destrucción de su aparato productivo. El planteamiento del foro revela la preocupación de los ricos ante la debacle mundial de la nación insignia del capitalismo imperialista, de los Estados Unidos.
El programa del FEM contempla cuatro grandes temas de discusión. El primero, denominado “Lograr la seguridad y la cooperación en un mundo fracturado”, se plantea “¿cómo poner suelo a las fuerzas estructurales de la fragmentación?” y habría que leer: cómo aplastar a las naciones y organizaciones internacionales que han puesto en jaque el mundo unipolar que encabezaba Estados Unidos.
El segundo, con título “Crear crecimiento y empleo para una nueva era”, plantea la cuestión de “¿cómo evitar una década de bajo crecimiento?”. El tercer tema nombrado como “La Inteligencia Artificial (IA) como motor de la economía y de la sociedad” refiere a cómo afecta la IA al modo de hacer negocios y sus riesgos “industriales y sociales”.
El cuarto y último tema llamado “Una estrategia a largo plazo para el clima, la naturaleza y la energía” plantea el problema del cambio climático y cómo alcanzar los objetivos de neutralidad en carbono garantizando el acceso a la energía, agua y alimentos asequibles a la población. La neutralidad en carbono se refiere a conseguir que el volumen de emisiones de Dióxido de Carbono sea compensado con actividades de captura de este gas; es decir, que se pueda contaminar, si puedes pagar. Este es un tema fundamental porque implica la sobrevivencia de la especie. Las propuestas y análisis del FEM no discuten el mecanismo de mercado para la producción y asignación de la riqueza; pasan por alto que es el capitalismo el que requiere del abuso de la naturaleza y del fomento de un consumismo irracional la causa de la degradación ambiental. En cambio, recomiendan, por ejemplo, para “acelerar” la transición energética: 1) dejar que el mercado decida sobre la tecnología y 2) invertir en infraestructura energética mediante esquemas de financiamiento en los que se “comparta el riesgo” entre los sectores público y privado [pero no los pingües beneficios].
El objetivo fundamental del FEM es, a fin de cuentas, perpetuar el capitalismo imperialista. Nunca se discutirá ahí la verdadera causa de los problemas actuales de la humanidad, es decir, la inhumanidad del sistema capitalista, la lógica de la acumulación de riqueza en unas cuantas manos a costa de la miseria de las grandes mayorías. Esto es lo que defienden los Klaus Schwab y compañía que organizan el FEM.
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