Gabriel Figueroa, director y cinematógrafo mexicano responsable de grandes obras artísticas mexicanas enfocadas al cine y fotografía.
Me atrevo a mencionar que nuestros artistas van quedando en el olvido para nuestras nuevas generaciones, menciono esto de forma general porque el arte en México con pandemia ha pasado a ser olvidado.
En una presentación de fotografía de los alumnos de la licenciatura en Comunicación Social, le pregunté a una alumna: ¿conoces a Figueroa?; me contesta un rotundo no…
¿Qué inquietudes técnicas buscan los jóvenes?; dejando en claro que no conocen la historia de la fotografía en México.
Gabriel Figueroa se disputó por implementar técnicas fotográficas que hicieron que “la época de cine de oro” tuviera el estilo mexicano sumamente exitoso, sobre todo porque también se estaba viviendo el nacionalismo mexicano, y al mismo tiempo la segunda guerra mundial.
Las grandes obras mexicanas de Gabriel Figueroa caracterizándose por sus nubes en sus fotografías y filmaciones con cuadros, enfoques y sobre todo con la inquietud de plasmar a un México emergente de una revolución.
Con más de 120 obras artística logró consolidarse en el cine mundial, considerando que Figueroa inicia con fotografías que no solo plasman imágenes, se consideran artes porque sus obras se distinguen por su fuerza visual, la simpleza, te hace “sentir”.
En 1950 comienza su colaboración con Luis Buñuel haciendo la fotografía de Los olvidados de, a la que seguirán Él (1952-1953), Nazarín (1958), Los ambiciosos (1959), La joven (1960), El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1964-1965).
Participa también en El gallo de oro de Juan Rulfo con adaptación de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez y en 1964 es nominado para el Óscar de Hollywood por hacer la fotografía de La noche de la iguana de John Huston.
Es evidente que Gabriel Figueroa estaba consciente de las gramáticas visuales de su tiempo. Creó, junto con sus directores, un complejo entramado de alusiones gráficas -acaso irrepetibles-, a partir de referencias provenientes de la pintura, de imágenes técnicas (la foto y el cine), de libros o de la propia inventiva surgida de lo cinemático. Una fotografía plenamente moderna, que se valió de todos los recursos visuales de su tiempo, y que se convirtió en una parte sustancial del cine.
Concluyo que es importante concientizar a estas nuevas generaciones que la lucha social con nuevas tecnologías y con un estudio profundo pudieran completar sus obras y podrían plasmarse en imágenes y/o vídeos, sin perder el rumbo, considerando que nuestra historia no se quede almacenada al igual que las millones de fotografía tomadas en cotidianidad del día a día, que nuestra juventud estudié la inquietud del ser humano por plasmar imágenes y que de ahí los mueva una necesidad de… y no necesidades empíricas.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario