Creo que una hoja de hierba no es menos que el
camino recorrido por las estrellas,
Y que la hormiga es perfecta, y que también lo son el
grano de arena y el huevo del zorzal,
Y que la rana es una obra maestra, digna de las más
altas,
Y que la zarzamora podría adornar los salones del
cielo,
Y que la menor articulación de mi mano
puede humillar a todas las máquinas,
Y que la vaca paciendo con la cabeza baja supera a
todas las estatuas,
Y que el ratón es un milagro capaz de confundir a
millones de incrédulos.
Siento que en mi ser se incorporan el gneis, el carbón,
el musgo de largos filamentos, las frutas, los
granos, las raíces comestibles,
y que estoy hecho de cuadrúpedos y de pájaros,
Y que puedo recuperar cuanto he dejado atrás,
Pero que puedo hacerlo volver cuando se me antoje.
En vano la timidez o la prisa,
En vano las rocas incandescentes arrojan sobre mí su
antiguo calor,
En vano el mastodonte se oculta detrás del polvo de
sus huesos,
En vano los objetos se alejan leguas y leguas y toman
muchas formas,
En vano el mar se oculta en las cavernas donde tienden
su guarida los monstruos,
En vano el buitre tiene por morada el cielo,
En vano la serpiente se desliza entre las lianas y los
troncos,
En vano el alce busca las honduras recónditas de la
selva,
En vano el cuervo marino tiende el vuelo hacia el
norte, hacia el Labrador,
Lo sigo velozmente, trepo al nido que está en la grieta
del peñasco.
Creo que podría vivir con los animales, son tan
secretos y tan plácidos,
Me detengo y me demoro mirándolos.
No se atormentan ni se quejan de su condición,
No se quedan despiertos toda la noche ni lamentan sus
culpas,
No me abruman con discusiones de sus deberes para
con Dios,
Ni uno solo está descontento, ni uno solo está
dominado por la locura de tener cosas,
Ni uno solo se arrodilla ante otro, así fuera de su
especie que vivió hace miles de años,
Ni uno solo es decente o desdichado en toda la faz de
la tierra.
De esta manera muestran sus relaciones conmigo y yo
las acepto,
Me traen señales de mí mismo, muestran claramente
que las poseen.
Querría saber dónde han hallado esas señales,
¿He recorrido ese camino hace mucho tiempo y las he
dejado caer?
Avanzando ahora y antes y siempre,
Agrupándolos y mostrándolos cada vez en mayor
cantidad,
Infinitos y omnígenos, y sus semejantes con ellos,
Sin exigir demasiado de quienes ahora son mis
recuerdos,
Eligiendo alguno que quiero y yéndome fraternalmente
con él.
Gigantesca hermosura de un padrillo fresco y sensible
a mis caricias,
De alta y amplia frente,
Patas lustrosas y ágiles, cola que barre el suelo,
Ojos de chispeante malicia, orejas finamente
dibujadas que flexiblemente se mueven.
Se le dilatan las narices al sentir mis talones que lo
oprimen,
Su perfecto cuerpo se estremece de placer cuando
Corremos.
Te cabalgo un minuto y después te dejo, padrillo,
¿Para qué me haces falta si yo puedo andar más
ligero?
Aunque esté sentado o de pie, siempre te dejo atrás.